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martes, 30 de noviembre de 2010

Del curso de autoclave, la competitividad y el crecimiento económico

Debía correr el año de Nuestro Señor de 1987 cuando me explicaron por vez primera el manejo de un autoclave, artefacto que sirve, por si alguien no lo sabe, para esterilizar materiales y productos cuando se requiere asepsia en un proceso. Reconozco que llevo un tiempo sin utilizar uno de estos aparatejos pero palabra que en los últimos 23 años he lanzado unos cuantos ciclos. Sin embargo y como no podía ser de otra manera, esto no es suficiente para poner un autoclave cuando uno trabaja en Francia, no, no, aquí somos muy serios y para que no queden dudas lo complicamos todo muchísimo. Para poner un autoclave en Francia hay que hacer un curso de formación específico para trabajar con equipos a presión. Por no causar problemas y no enzarzarme en discusiones absurdas que no me iban a llevar a ningún sitio, me he prestado a hacer el cursito de Dios. Siete horas hemos estado. ¿Y qué creerás que se puede contar en siete horas sobre un autoclave? Pues no. En siete horas hemos sabido que la mayoría de los accidentes relacionados con autoclaves consisten en quemarse las manos, luego lo siguiente es que explotan… Parece ser que los autoclaves que tienen a bien explotar son los que se utilizan en la industria textil –no me pregunten para qué- o incluso en la aeronáutica pero que yo sepa, nadie cuenta de una industria farmacéutica en la que algo tan nefando haya ocurrido. Lo menos 20 minutos hemos estado viendo fotos de la avería que hizo en Estados Unidos la explosión de un autoclave. Fascinante, divertido y utilísimo, yo he aprendido que el día que me estalle un autoclave lo mejor que puedo hacer es desaparecer no me quieran hacer pagar por los daños. En fin, no me pierdo en detalles que luego me llaman pesado. El caso es que conmigo hicieron el curso de siete horas unas diez personas más, total 77 horas haciendo el indio. Si a mí, y a bastantes otras personas que conozco nos hubiesen pedido organizar un cursillo para explicar a la gente cómo manejar un autoclave y prevenir accidentes con él, yo creo que cualquiera lo habríamos resuelto  con dos o tres horas de presentación más ejercicio práctico, yendo directamente a los temas.

La célebre Grandeur


¿Y por qué cuento yo todo esto? Pues por desahogarme un poco claro pero también viene a cuento por una cosa que leí el otro día. Resulta que Sarkozy, estoy preparando un monográfico sobre él y Carla, aviso, Sarkozy, decía, estaba muy preocupado porque desde hace ya unos años el crecimiento económico de Francia se sitúa por debajo de la media de la UE y así, tacita a tacita, se va marchando la grandeur por el sumidero. Pues bien, la tontuna esta del autoclave no es sino un magnífico ejemplo de cómo un sistema administrativo superdesarrollado y ultra-proteccionista puede poco a poco ahogar una economía con la absoluta complacencia de la ciudadanía.

Otro ejemplo de cómo cepillarse la grandeur: Hace poco me enteré de que por ley es obligatorio pagar las horas extraordinarias a todos los trabajadores que entran en categoría non quadre que es lo que los anglosajones llaman blue collars y en España serían algo así como mano de obra directa, más o menos. No se me malinterprete, si la gente hace horas, hay que compensarla, de eso nunca he tenido dudas. El problema es que eso funciona cuando la gente que cobra las horas extraordinarias trabaja en cosas básicas y elementales y siempre y cuando el sujeto que hace las horas extras recibe la indicación de hacerlas por parte de un quadre, white collar, supervisor o como se llame. Sin embargo  el problema de mi empresa es que, hasta mi llegada, los que cobran las horas extras deciden ellos cuando las hacen y a qué las dedican con lo cual utilizan el tema para redondear el sueldo, como haríamos cualquiera probablemente. Sugerí que se dejasen de pagar las horas, que suponen dinero y tiempo libre en compensación, y que para ser un poco justos y no montar la revolution, se subiesen los sueldos en la medida de lo que se había cobrado por horas extras el año anterior, así la gente consolidaba sus ingresos, los mantendría sin necesidad de hacer horas extras y se acabaría el cachondeo con las mismas. Pues no. Resulta que ese acuerdo sería ilegal porque las maravillosas leyes laborales francesas obligan a pagar las horas extras con lo cual la que queda es que yo obligue al personal a salir a la hora, me convierta en un jefe cabrón y ellos pierdan no menos de 500 € netos al mes. O eso o lo dejo como está hasta que el superjefazo me pregunte a qué estoy esperando para cumplir con mis obligaciones. Se admiten sugerencias en la sección de comentarios.

En fin, yo creo que no hay que ser un genio para darse cuenta de que ese es el tipo de actitud que conduce a un país otrora grande y poderoso a una ruina cierta y que esas actitudes numantinas de la población a la hora de defender ciertos derechos son, más que un ejemplo a seguir, una situación a evitar. Entre esto y la competitividad de los chinos yo diría que hay una serie de cómodas opciones intermedias.

J, con comedimiento que nos conocemos.

1 comentario:

  1. Yo me pregunto una cosa. ¿Por qué se da por hecho que esos blue collars o mano de obra directa es razonable que cobren horas extras y el personal que se supone tiene un mínimo de responsabilidad (es decir están justo por encima de esa mano de obra) no? Añadiría otra pregunta más que es ¿por qué se da por hecho que esos con un mínimo de responsabilidad deben hacer horas y punto?

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