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sábado, 20 de noviembre de 2010

El té, los impuestos, el estado y la vida sexual

AVISO: Esta entrada de blog es larga, espesa e incluye contenidos políticos capaces de herir cualquier sensibilidad. Si lo lees y te aburres o te ofendes allá tú. El que avisa no es traidor, luego no quiero quejas.

Me dice mi querido J que el Tea Party es una cosa ideal y que yo no estoy cualificado para criticarlo en justicia porque mi conocimiento sobre el tema es escaso y en todo caso sesgado por la prensa de española de izquierda que envenena mi mente y nubla mi razón. Se confunde pero como tengo por norma considerar que mi interlocutor, sea quien sea, puede tener razón y yo estar equivocado me he estado documentando un poco. Cuanto más tratándose de J que viene a ser una especie de hemeroteca humana. Al fin y al cabo en estos tiempos de internet, el que ignora es porque quiere. Mi información procede de fuentes originales, a saber, prensa extranjera y páginas web de los candidatos republicanos del Tea Party, mucho entrecomillado y todo trazable. He puesto buen cuidado en evitar los periódicos españoles, todos ellos.

Lo primero que hay que decir del Tea Party es que no se trata de un movimiento estructurado sino de un conjunto de individuos que comparten más o menos unos objetivos si bien no faltan las contradicciones entre ellos en algunos aspectos como es su posición ante la Guerra del Golfo. El Tea Party construye su ideario sobre una propuesta bastante original, la de realizar una encuesta on-line entre los americanos preguntándoles que es lo que más les importa respecto a la política y la administración de su país. La encuesta fue promovida por Ryan Hecker, abogado de Houston formado en Harvard, excelente comunicador y líder ideológico del movimiento. De Haecker se dicen bastantes cosas malas pero en mi búsqueda no me he cruzado con ninguna si bien he tenido la impresión de que ejerce un férreo control sobre su imagen. La encuesta, conocida como Contract from America presenta como valor más importante para los norteamericanos el retorno al marco constitucional y la reducción del gasto público como vía para disminuir los impuestos. El Tea Party se caracteriza por su deseo de recuperar los valores tradicionales americanos, los de 1776, cuando la Declaración de Independencia. Cuando uno lee al señor Hecker es fácil sentirse inspirado por su librepensamiento y creer que está ante las palabras y los actos de quien por fin parece ser un tipo inteligente, merece la pena darse una vuelta por su blog. Otra característica del Tea Party es una atroz desconfianza hacia los políticos en general con independencia de su filiación ideológica si bien todos sus candidatos proceden de las filas republicanas y mencionan a Ronald Reagan como su santo patrón. El Tea Party invoca la responsabilidad del individuo sobre sus propios actos como el ejercicio supremo de la libertad y detesta lo que considera "intervencionismo del estado", incluyendo en este saco la mayoría de las reglamentaciones federales. Supongo que estos idílicos planteamientos en los que hay un estado malote manejado por unos políticos corruptos que se dedican a trasvasar el dinero de los bolsillos de la ciudadanía a los propios a base de impuestos es lo que engancha a mentes simples como la de J o la de Esperanza Aguirre; esta última ni siquiera parece darse cuenta de que, como profesional de la política que es, sería parte de los elementos que los teapartiers quieren ver desaparecer de escena.

Los candidatos serios del Tea Party, que alguno hay, persiguen validar constitución en mano todas las leyes de nueva promulgación en Estados Unidos, reducir drásticamente el tamaño y poder de la administración federal y transformar el gasto público en privado, lo que en la práctica viene a suponer una reducción de servicios públicos para convertirlos en servicios privados que cada cual debe pagarse de su bolsillo. Esto lleva asociada una reducción de impuestos, una disminución de la recaudación del IRS (la hacienda federal para que nos entendamos) que debería transferir la mayor parte de su función a las administraciones estatales, es decir que el Tea Party comparte, quien lo iba a decir, partes de su ideario con los nacionalistas catalanes y el PNV lo que no deja de ser curioso. Otro de los caballos de batalla del Tea Party es la crítica feroz a la política medioambiental que subvenciona el desarrollo de energías alternativas. En general el Tea Party se muestra contrario a cualquier tipo de subvención y hace bandera de su oposición a la asistencia a la banca y a la industria del automóvil. Como alternativa  a las subvenciones plantean rebajas de impuestos. También es curioso que en el tema de las subvenciones a los bancos y a los fabricantes de coches seguramente muchos estamos de acuerdo con el movimiento conservador, yo por lo menos lo estoy, al menos sentimentalmente.

Junto a la vertiente económica del movimiento Tea Party aparece una rama entregada a la moral que se caracteriza por su oposición frontal al aborto y su fomento de la castidad y del sexo reproductivo dentro del matrimonio. Sus caras más conocidas son la popular Sarah Palin y la nefanda Christine O'Donell, una chica que miente desaforadamente sobre su titulación universitaria, al parecer inexistente, y con varios pufos económicos a sus espaldas. Llamo la atención sobre la circunstancia de que "las chicas" son las que centran la discusión moral mientras que los asuntos económicos vienen a ser "cosa de hombres" y es que en el Tea Party son gente de orden.

Las ideas del Tea Party enganchan bien en una población angustiada por la crisis económica que el propio e insaciable sistema ha creado ante una ausencia casi total de control estatal, emblema de los conservadores, porque hablan de dar a cada uno lo que sea capaz de ganarse sin tener que repartirlo con los demás, porque simplifican las cosas en un sistema de buenos (ellos y el pueblo americano) y malos (los políticos corruptos con Obama a la cabeza), porque tiene un mensaje populista que pretende estar fundamentado en el deseo de los americanos (The Contract From America) y que no escatima en la utilización de todo tipo de técnicas de marketing incluyendo la utilización de los reclamos sexuales que son las señoras Palin y O'Donell, dos mujeres de evidente atractivo constantemente hablando de sexo reprimido. Hay gente a la que eso le pone mucho.



Sin embargo el movimiento Tea Party, más allá de las anécdotas folclóricas de Palin y O´Donell, aguanta mal un análisis crítico. En primer lugar me referiré a su Contract from America, fundamento de su ideario. En realidad se trata de una estadística construida sobre 500.000 opiniones (esa cifra dan los autores), sobre una población de 300 millones de estadounidenses, enviadas voluntariamente al centro de encuestas. Sin necesidad de poner en duda la honestidad de los autores con Haecker a la cabeza, todos sabemos que las opiniones voluntarias no son aceptables estadísticamente, es decir, que el famoso contrato no representa en absoluto la opinión de los americanos sino que se limita a la de algunos americanos.

A continuación hay que fijarse en las fuentes de financiación del Tea Party y las ideas que defiende. El Tea Party es contrario a las energías alternativas. Muchos de sus simpatizantes declaran "no creer" en el cambio climático como si la evidencia científica fuese una cuestión de fe. Curiosamente los hermanos Koch, poseedores de varias refinerías en diversos estados incluyendo Alaska, son el principal soporte, junto a Rupert Murdoch, otrora patrón de José María Aznar, del movimiento conservador. Es posible que aquellos que entienden, aprecian y defienden al Tea Party incluido J, no entren en más consideración que la de no se utilice el dinero público, a la postre su dinero, en costear el negocio de la energía alternativa pero lo cierto es que los que financian al Tea Party construyen así una línea de defensa para sus intereses económicos y esto es un hecho, guste o no. Como es un hecho la defensa de BP realizada por el senador por Kentucky, Rand Paul, cuando a cuento del vertido de petroleo que estaba arruinando el Golfo de México no tuvo problemas en declarar que "los accidentes ocurren". Efectivamente los accidentes ocurren pero eso no es razón para no poner cuantas medidas podamos en evitarlos. En el Tea Party se piensa en no pagar impuestos pero a nadie se le ocurre que la explotación petrolera de Alaska seguramente acabará en un accidente de esos que según Paul ocurren inevitablemente y que se llevará por medio espacios naturales impagables. Todo sea por la libertad inherente a no pagar impuestos. Los conceptos de ¨libertad" y de "no intervención" del Tea Party resultan un tanto sorprendentes en ocasiones. El mismo senador Paul mantiene que es un intervencionismo intolerable y anticonstitucional el hecho de que el gobierno actúe para impedir la existencia de empresas que practiquen el racismo o la xenofobia para apresurarse a añadir que con gusto habría desfilado junto al Dr. Luther King en defensa del Acta de Derechos Civiles, esa misma cuyo título II le resulta al senador inadmisible. En una vuelta de tuerca más nos encontramos que ese canto a la libertad que entona el Tea Party se convierte en un descarado intento de control de la intimidad de las personas en el momento en que una parte de los integrantes del movimiento se dedican a apostolar y a intentar influir sobre los hábitos sexuales de los ciudadanos, ¿o es que la libertad se limita a la billetera?

Las políticas propuestas por el Tea Party conducen a situaciones lamentables en las que las gentes pierden sus posibilidades de acceder a la educación y a la sanidad y terminan en que todo el mundo se atrinchera en su casa a defender sus propiedades con sus armas porque el estado no debe existir, no hay necesidad. En resumidas cuentas, el ultraliberalismo defendido por el Tea Party en Estados Unidos y por otras gentes en otros lugares incluida España, es un camino dirigido a la destrucción del estado, lo mismo que pretendía Bakunin en el siglo XIX con los resultados que ya conocemos. Y es que todos estos ideales pasan por obviar la realidad y la realidad es que los intereses económicos, el egoísmo y la irracionalidad del ser humano son un hecho transversal a cualquier nación, tiempo y régimen político y que tener una estructura de estado es la única manera en que hemos sido capaces de moderar esas tendencias. Dicho esto sí, es conveniente que se "adelgacen" las administraciones y que no se de cuartel a la corrupción pero por favor, sin histrionismos ni radicalismos si puede ser.

2 comentarios:

  1. Yo de mayor también quiero ser capaz de ver las trampas que nos cuelan asín de bien.

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  2. Conste que la Palin está mucho mejor que María Antonia Iglesias. Por supuesto me refiero a sus ideas.

    J

    Ya te contestaré, ya, cuando tenga tiempo. Progre, más que progre.

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