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sábado, 20 de noviembre de 2010

Chez Papous il y a des Papous papas et de Papous pas papas

Pensaba yo que esto del francés (idioma) debía ser algo relativamente fácil, cuanto más después de la experiencia de intentar aprender neerlandés durante casi tres años con unos resultados bastante pobres. El francés, idioma de raíz latina, comparte un porcentaje elevado de palabras con el español. Si digo que un 70% seguramente no me paso. Encima, la estructura de los dos idiomas es la misma y el enrevesamiento de la gramática muy, muy parecido. Casi diría que la gramática española es un pelín más complicada. Soportaba mis hipótesis el hecho de que uno puede leer un texto en francés y enterarse de lo que dice sin gran entrenamiento y sin tirar mucho de diccionario. Con lo que no contaba yo era con lo que le pasa al idioma tan accesible cuando empiezan a hablarlo pero ya lo explico.

El francés tiene tres niveles de complicación, a saber:

Nivel 1: Leerlo. Como digo se lee con cierta facilidad. Echándole un poquito de imaginación se encuentra la raíz común y por ende el significado de la mayoría de las palabras y uno se entera de los textos. La afición que tienen a los apóstrofos y los tres acentos asustan un poco pero vaya, que se lleva.

Nivel 2: Cuando los franceses empiezan a hablar se te cae el alma a los pies. No se explica uno que esta gente tenga que decir tantas cosas y con tanta urgencia , parece que se van a ahogar. Al cabo de 5 meses empiezo a enterarme de lo que me dicen pero cuesta. Entiendo cuando me hablan formalmente, los informativos de radio y ya. De las charletas de coleguis no pillo ni una. Con eso y con todo hay que reconocer que es más accesible que el inglés. Del neerlandés ya ni hablo.

Nivel 3: Ponte a escribirlo. Nada. Imposible. Leerlo en voz alta imposible también. La probabilidad de que las últimas letras de una palabra suenen es baja y decrece hacia el final de la palabra, de hecho, la última letra no suena casi nunca. Luego están una serie de sonidos muy particulares que resultan bastante complicados de reproducir. Me resultan particularmente complicados la "e" que no suena ni remotamente a "e" sino más bien a "u" pero rara y diferenciar la "ss" de "ch".

Clases

Tengo clases. Antes tenía una profesora que se llama Anita Olivo y que no habla una palabra de español ni de inglés. Es una mujer de talla XXL nacida en Bretaña, que ha pasado unos años en Alemania y de hecho habla alemán perfectamente, que apesta a sobaco y que está obsesionada con su reciente divorcio. Seguía un método bastante clásico con sus sesiones de gramática, sus deberes, sus ejercicios en casa... Me llevaba yo muy bien con Anita a pesar de las pestes. Ahora tengo otra profesora, una tal Julie, una chica rubia, perfumada y llena de glamour, que sigue un método didáctico bastante postmoderno, que uno no sabe si le están enseñando francés o tratándole el Alzheimer. El día que no toca escribir poemas hay que retener listas crecientes de palabras y si no jugar a ese jueguecito en el que hay cartas complementarias boca abajo que hay que ir emparejando. Ya digo, francés no sé si aprenderé pero a la memoria me está sentando de maravilla.

Un ejercicio que hacemos son los trabalenguas. El de hoy era con la "p": Chez Papous il y a des Papous papas et des Papous pas papas. Il y a aussi des Papous papas à poux et des Papous pas papas à poux. Parmi les poux... [che papú ilia de papú papá e de papú pa papá. Ilia usí de papú papá a pu e de papú pa papá a pu. Parmí le pu...]

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