Vistas de página en total

martes, 30 de noviembre de 2010

Del curso de autoclave, la competitividad y el crecimiento económico

Debía correr el año de Nuestro Señor de 1987 cuando me explicaron por vez primera el manejo de un autoclave, artefacto que sirve, por si alguien no lo sabe, para esterilizar materiales y productos cuando se requiere asepsia en un proceso. Reconozco que llevo un tiempo sin utilizar uno de estos aparatejos pero palabra que en los últimos 23 años he lanzado unos cuantos ciclos. Sin embargo y como no podía ser de otra manera, esto no es suficiente para poner un autoclave cuando uno trabaja en Francia, no, no, aquí somos muy serios y para que no queden dudas lo complicamos todo muchísimo. Para poner un autoclave en Francia hay que hacer un curso de formación específico para trabajar con equipos a presión. Por no causar problemas y no enzarzarme en discusiones absurdas que no me iban a llevar a ningún sitio, me he prestado a hacer el cursito de Dios. Siete horas hemos estado. ¿Y qué creerás que se puede contar en siete horas sobre un autoclave? Pues no. En siete horas hemos sabido que la mayoría de los accidentes relacionados con autoclaves consisten en quemarse las manos, luego lo siguiente es que explotan… Parece ser que los autoclaves que tienen a bien explotar son los que se utilizan en la industria textil –no me pregunten para qué- o incluso en la aeronáutica pero que yo sepa, nadie cuenta de una industria farmacéutica en la que algo tan nefando haya ocurrido. Lo menos 20 minutos hemos estado viendo fotos de la avería que hizo en Estados Unidos la explosión de un autoclave. Fascinante, divertido y utilísimo, yo he aprendido que el día que me estalle un autoclave lo mejor que puedo hacer es desaparecer no me quieran hacer pagar por los daños. En fin, no me pierdo en detalles que luego me llaman pesado. El caso es que conmigo hicieron el curso de siete horas unas diez personas más, total 77 horas haciendo el indio. Si a mí, y a bastantes otras personas que conozco nos hubiesen pedido organizar un cursillo para explicar a la gente cómo manejar un autoclave y prevenir accidentes con él, yo creo que cualquiera lo habríamos resuelto  con dos o tres horas de presentación más ejercicio práctico, yendo directamente a los temas.

La célebre Grandeur


¿Y por qué cuento yo todo esto? Pues por desahogarme un poco claro pero también viene a cuento por una cosa que leí el otro día. Resulta que Sarkozy, estoy preparando un monográfico sobre él y Carla, aviso, Sarkozy, decía, estaba muy preocupado porque desde hace ya unos años el crecimiento económico de Francia se sitúa por debajo de la media de la UE y así, tacita a tacita, se va marchando la grandeur por el sumidero. Pues bien, la tontuna esta del autoclave no es sino un magnífico ejemplo de cómo un sistema administrativo superdesarrollado y ultra-proteccionista puede poco a poco ahogar una economía con la absoluta complacencia de la ciudadanía.

Otro ejemplo de cómo cepillarse la grandeur: Hace poco me enteré de que por ley es obligatorio pagar las horas extraordinarias a todos los trabajadores que entran en categoría non quadre que es lo que los anglosajones llaman blue collars y en España serían algo así como mano de obra directa, más o menos. No se me malinterprete, si la gente hace horas, hay que compensarla, de eso nunca he tenido dudas. El problema es que eso funciona cuando la gente que cobra las horas extraordinarias trabaja en cosas básicas y elementales y siempre y cuando el sujeto que hace las horas extras recibe la indicación de hacerlas por parte de un quadre, white collar, supervisor o como se llame. Sin embargo  el problema de mi empresa es que, hasta mi llegada, los que cobran las horas extras deciden ellos cuando las hacen y a qué las dedican con lo cual utilizan el tema para redondear el sueldo, como haríamos cualquiera probablemente. Sugerí que se dejasen de pagar las horas, que suponen dinero y tiempo libre en compensación, y que para ser un poco justos y no montar la revolution, se subiesen los sueldos en la medida de lo que se había cobrado por horas extras el año anterior, así la gente consolidaba sus ingresos, los mantendría sin necesidad de hacer horas extras y se acabaría el cachondeo con las mismas. Pues no. Resulta que ese acuerdo sería ilegal porque las maravillosas leyes laborales francesas obligan a pagar las horas extras con lo cual la que queda es que yo obligue al personal a salir a la hora, me convierta en un jefe cabrón y ellos pierdan no menos de 500 € netos al mes. O eso o lo dejo como está hasta que el superjefazo me pregunte a qué estoy esperando para cumplir con mis obligaciones. Se admiten sugerencias en la sección de comentarios.

En fin, yo creo que no hay que ser un genio para darse cuenta de que ese es el tipo de actitud que conduce a un país otrora grande y poderoso a una ruina cierta y que esas actitudes numantinas de la población a la hora de defender ciertos derechos son, más que un ejemplo a seguir, una situación a evitar. Entre esto y la competitividad de los chinos yo diría que hay una serie de cómodas opciones intermedias.

J, con comedimiento que nos conocemos.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Hablando francés

Durante un tiempo viví un espejismo aquí en Francia: llegué a pensar que los franceses sí que hablaban inglés con relativa frecuencia. No es que me desayunase con ginebra ni nada de eso, es que en mi trabajo prácticamente todo el mundo se maneja. Dicen cosas como ai ab por "I have" ó zis is por "this is" pero se manejan. Además eran los días de estar con la agencia de relocation que hablaba conmigo en inglés y encima el subdirector de mi banco francés, un tal Silvain Rey (que no habla ni papa de español a pesar del apellido) también se comunicaba en buen inglés conmigo. Llegados a este punto, me pareció una buena política el entrarle a la gente con la pregunta "Parlez vous l'anglais ou l'espagnol?" que a los franchus les debía sonar como una especie de "habló ustés la inglés o lospañol". La respuesta era sistemáticamente una cara de "¿cuala?" seguida por una negación con expresión de coña y un demoledor: "fraçaise".

El caso es que irían unos ciento cuarenta y tres intentos fallidos cuando me convencí de que era más práctico intentar comunicarse directamente en francés y qué leche, para eso va uno a las clases ¿no? Hubo además una situación que me forzó a apretar el tema. Fue la compra de muebles en el Ikea, que hay un Ikea aquí, en Nantes y que por un tiempo fue mi segunda casa, vamos que empezaba a reconocer a los dependientes. Está dentro del centro comercial Atlantis, ese de la foto del otro día. Pues decía que compramos muebles en el Ikea y pedimos que nos los llevasen a casa (se paga por ello, claro). Nos dieron un plazo de entrega entre una semana y diez días. El pedido incluía las camas por lo que hasta su llegada, deberíamos dormir en unas magníficas camas hinchables que habíamos comprado para los invitados que prevemos alojar y de hecho ya hemos tenido ocasión de alojar. Las camas hinchables son sorprendentemente cómodas el primer día, pierden encanto entre el segundo y el cuarto y estás deseando perderlas de vista a partir del quinto. Así pues el décimo día esperábamos con grande ilusión y notorio dolor de espalda las camas que tenían que llegar... pero no llegaron. Ante tan incómoda situación y frente a la perspectiva de mantener una conversación telefónica en francés con algún empleado de Ikea, decidí personarme en la atención al cliente, donde no llega la palabra alcanzarían los signos, me decía yo. El caso es que me encaré a un empleado, muy amable debo añadir, y le vine a decir algo como "yo compro mueblos, mesa, sillos, cama grranda e pequeños. Tú dise uno semano dies dios entrego perro más dies dios y no sillo, no mesas, no cama. ¿Pudes tú mi ayudarr? Pues por increíble que parezca el tipo me entendió, cogió el teléfono y localizó mi pedido, me dijo donde estaba y me dio tres días más de plazo para la entrega. Naturalmente a los tres días seguíamos durmiendo en las camas hinchables así es que al cuarto día un nuevo viaje al Ikea con nivel de cabreo creciente. Repetimos la jugada, plazo hasta el viernes-sábado y esta vez me llevo como botín adicional el número de teléfono del transportista. El caso es que tardamos dos semanas más en tener camas porque el transportista había recibido el pedido pero una etiqueta estaba a mano y no figuraba en el ordenador y bueno, un lío. Por cuenta del episodio de los muebles acabé hablando por teléfono con el transportista, con la atención al cliente de Ikea y además haciendo una visita más en persona. Al final el asunto se resolvió con la intermediación de Veronique, responsable de RRHH de mi empresa con notables habilidades secretariles que se cuida de mi cuando tengo contratiempos cotidianos de estos.

No siempre se dan las cosas igual de bien. Me ha pasado estar delante de un expositor de bocadillos y señalar diciendo "Quierro una bocadilla como esta porr favorr" y que no me entiendan y yo creo que está bien claro ¿no? Pues no veas cuando llegas a la parte de la botella de agua pequeña.

Cuando uno intenta hablar la lengua local con los nativos hay dos respuestas posibles, que se esfuercen un poquito y te entiendan o que no quieran y pongan cara de gilipollas. El caso es que se va uno envalentonando y ya te animas a decir cosas en francés como si tal. Hoy mismo le he pedido a una camarera un café irlandés. Yo, todo estupendo, he soltado "Pug mua un café iglondé". En la cara de la camarera se leía claramente un "¿qué coño me estará pidiendo el guiri este?". Invitado a explicarme empecé con un "ui, se le café avec un pe de guisqui e crem..." y entonces va la chica y suelta "Ah, un Irish coffee!" Y es que nunca sabe uno como acertar.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

De la república laica y otras cosas

Me acusa mi escasa pero fiel parroquia de practicar la doble moral y criticar en Francia aquello que celebraría en España. Sin embargo no creo que sea cuestión geográfica. Hacer cola en la gasolinera durante 20 minutos y tener el producto racionado me incomoda igualmente en Nantes, en Madrid o en donde me obsequien con semejante planazo. En fin, no pesan los kilómetros, pesan los años.

Voy a contar algunas otras curiosidades de nuestros vecinos que son reales, lo juro por el Niño Jesús de Praga, que luego dan mucho juego en las charletas de sobremesa "pues un amigo que vive en Francia me ha dicho que..."

La jornada laboral

La jornada laboral francesa es, efectivamente, de 35 horas semanales, no es una leyenda urbana. Parece ser que hace algún tiempo les convencieron para trabajar 2,5 horas semanales más para dedicar ese dinerito a atender a no sé que menesterosos deshidratados que se generaron hace unos años que vinieron a coincidir en la Vieja Europa una ola de calor y la tradicional desafección hacia el aire acondicionado que campea al norte de los Pirineos, fatal combinación que se llevó por medio a unos cuantos.


El trabajo de los domingos

Alguna vez algún negocio tiene necesidad de trabajar en domingo, por ejemplo, el mío. Hace poco nos contaron como se regulaba el tema porque ha cambiado recientemente la normativa que regula el trabajo dominical, ojo, sólo el dominical, los sábados no cuentan. La cosa es como sigue:

La empresa que necesita trabajar en domingo tiene que presentar una solicitud en la prefectura que debe ser algo así como una diputación provincial de las nuestras pero con más poder ejecutivo en el día a día. La solicitud debe ir acompañada de la siguiente documentación:

  • Memoria explicativa de las razones que obligan a la compañía a violentar el descanso dominical dejando bien clarito que no hay más remedio, posibilidad ni alternativa.
  • Cartas individuales firmadas por todos y cada uno de los trabajadores de la empresa que se pueden ver afectados por la medida. Evidentemente un contrato en el que se incluye el trabajo en domingo es completamente ilegal.
El dossier es revisado por el prefecto o persona en quien delegue y por los representantes sindicales y será consecuentemente aceptada o rechazada según el criterio de estos especialistas. En este momento ignoro si en caso de rechazo de la solicitud, es lícito contratar unos extracomunitarios de esos que se preocupan más por comer que por la egalité y la fraternité (unos zafios y unos insensibles es lo que son) para que te resuelvan la papeleta. Yo no lo haría porque aunque sea legal, que insisto que no lo sé, seguro que te apedrean el local en nombre del sagrado derecho al descanso dominical y los gendarmes llegan tarde y los bomberos están en huelga. Le comentaba a Frank Grimaud, francés él y presumiblemente de derechas, que no dejaba de resultarme sorprendente que unos sindicatos tan laicos fuesen tan celosos guardianes de la tradición cristiana. En fin, que estamos en un país de contrastes.



Vacaciones

Dos días por mes trabajado. Y uno más, por redondear, 25 en total. Y otros doce más por no sé que ajuste que no acabo de entender y que a mi no me toca porque soy mandamás y todo tiene su servidumbre, total 37 días laborables libres. ¿Alguien se puede imaginar a las empresas españolas dando semejantes vacaciones? Además tenemos un rosario de días festivos, pero festivos de verdad, no como en USA que sólo hacen fiesta en la administración. Hay fiestas civiles, como el 14 de julio (La Revolution - fiesta nacional) o L'armistice, por el día de 1918 que acordaron con los alemanes parar de matarse durante unos años, pero también hay fiestas religiosas, como la Navidad y Todos los Santos e incluso sorprendentemente religiosas, como La Ascensión. Ya digo, país de contrastes.


Despidos

En la práctica no existen. Aquí la diferencia entre un contrato laboral y un matrimonio como Dios manda reside en que lo celebre un notario o un sacerdote católico. Me contaba Veronique que mi empresa, en siete años de historia, sólo ha despedido, con grandes sudores y presentando mucha documentación a la prefectura y al sindicato, a una persona. Fue un individuo que un buen día tuvo a bien desaparecer. Sin previo aviso dejó de ir a trabajar y dejó de atender el teléfono y el correo electrónico. No se había muerto ni nada, simplemente decidió pasar del trabajo. Eso sí, cuando consigues despedir a alguien, si lo consigues, la indemnización es mucho más pequeña que en España, no me acuerdo cuanto pero sí de que era menos dinero, creo que como un mes de sueldo por año.



En estos días hay un poco de ruido en relación a la apertura de los centros comerciales en festivos. Los centros quieren porque es con diferencia cuando más caja hacen en el año, parece que los franceses compran como desesperados en esta época, pero los sindicatos ya dejaron bien claro allá por octubre que no iban a aceptar ni un sólo festivo de apertura. Esto al común de los franceses les pone en un brete porque tienen mucha ilusión en comprar, comprar, comprar pero claro, si es justicia social que cierren las tiendas en domingo... ¡Dios qué duro es ser francés!

En la foto el Centro Comercial Atlantis, mi segunda
casa.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Vive la revolution!

Aunque en España somos propicios a pensar que no, lo cierto es que los franceses tienen cosas buenas. Más de las que creemos y muchas, muchísimas, compartidas con nosotros, los españolitos. También compartimos muchas cosas malas pero hoy no toca. Es más, de lo que quiero hablar no es de una virtud compartida sino de una que sólo ellos tienen. Me refiero como sociedad que individualmente cada uno es cada cual. Vamos allá: A los franceses no les levanta un derecho ni Dios Bendito y Soberano que se aparezca en un carro de fuego tirado por siete hidras heptacéfalas. Yo creo que esto les viene de la famosa revolución, esa que quien más quien menos hemos estudiado alguna vez. Empezaron pegando un puñetazo en la mesa después de cientos de años de aguantar que los reyes la casa de Borbón (también es casualidad) tocándoles la moral (no escucho ese aplauso reconociendo mi contención verbal en este punto). La siguiente fue declarar con más o menos retórica que a ellos no había ya más rey que les dijese lo que podían hacer y como fin de fiesta le cortaron la cabeza al titular, a su señora y a cuantos pudieron pillar se sus simpatizantes. Lo chungo de los franceses es que cuando empiezan algo no saben parar y ya puestos, para darle vidilla a la guillotina, cualquier cuello les venía bien. Probablemente es por eso que frecuentemente acaban mal. Han dado varios ejemplos históricos, el mismo Napoleón que se puso a conquistar países sin cuento hasta que se empachó con tanto triomphe y terminó fatal, o su sobrino, Napoleón III, que se lió a refundar el  imperio hasta que se pegó un prusianazo de padre y muy señor mío, etcétera.

En estos días, en realidad semanas atrás, los que vivimos en esta tierra hemos podido disfrutar de esa determinación numantina de los franceses a la hora de defender sus derechos. Me refiero a las protestas por el retraso de la edad de jubilación. Empezaron haciendo un rosario de huelgas generales, todas ellas envidia de los sindicalistas españoles, de las que yo sólo me enteraba por la prensa. Más bien porque me lo contaban porque la prensa francesa la miro poco, es que ningún kiosko me pilla de camino así que leo L'Ocean cuando voy a la peluquería nada más. Bueno pues el caso es que en Nantes no se notaba practicamente nada, si acaso la gente que lleva a los críos a la escuela pública así que la cosa se fue calentando hasta que entraron en la fiesta los lycéens, que es como se llama aquí a los estudiantes de bachillerato. Parece ser que los licéenes en cuestión andan muy preocupados porque si se retrasa dos años la edad de jubilación a ver si luego ellos no van a encontrar trabajo cuando lleguen al mercado laboral, sólo eso faltaría. ¿Y qué mejor para quitarse las preocupaciones que cortar el tráfico de tu ciudad? El día que los chavales encantadores tomaron la simpática decisión coincidió con que llevaba a Guillermo al colegio. Llegamos de milagro entre un rosario de blasfemias y de insultos al común de los conductores franceses que sin duda dejarán huella en la educación de mi hijo. Eso o el ver a su padre echando espumarajos por la boca pero vamos que el trauma está garantizado. Tras dejar al niño en el colegio y tratando de llegar al trabajo me tragué un atasco de los que hacen afición pero vaya, que no llegué el último a la oficina ni mucho menos.

Se ve que la iniciativa de los simpáticos bachilleres nantaises animó a la afición y a partir de aquello se sucedió una escalada de acciones de protesta a cual más imaginativa y gratificante, a saber, no permitir el abastecimiento de las gasolineras, no recoger la basura, cortar los puentes del Loira con barricadas incendiarias y otras cosillas de esa índole. Pese a tener la ciudad convertida en un residencial todo-incluido para ratas y cucarachas y tener que hacer unas colas desesperantes para poner gasolina en el coche la gente comprendía y apoyaba la reivindicación en el convencimiento de que se defendía un logro histórico conquistado con el sudor y aún la sangre de la clase obrera. La ignorancia sobre los temas políticos y sociales es una de las características comunes de franceses y españoles de esas que hablaba al principio.

Finalmente el gobierno de Sarkozy ha conseguido aprobar la famosa ley, el derecho a la jubilación se va a ganar a partir de los 62, se acabó el cachondeo ya hombre, y las protestas han ido disminuyendo hasta desaparecer pese a que los líderes sindicales pusieron a Dios por testigo de que no volverían a pasar por el aro. Bueno, en realidad eso es lo que pensábamos y lo que pensaría cualquiera, que han pasado por el aro, pero fuentes de toda solvencia aseguran que no, que lo que ocurre es que se acerca la Navidad, que hay que hacer muchas, muchas compras y preparar las celebraciones y que noviembre y diciembre no son época para andar de huelgas y manifas, que ya habrá tiempo en primavera. ¡Qué miedo!

sábado, 20 de noviembre de 2010

El té, los impuestos, el estado y la vida sexual

AVISO: Esta entrada de blog es larga, espesa e incluye contenidos políticos capaces de herir cualquier sensibilidad. Si lo lees y te aburres o te ofendes allá tú. El que avisa no es traidor, luego no quiero quejas.

Me dice mi querido J que el Tea Party es una cosa ideal y que yo no estoy cualificado para criticarlo en justicia porque mi conocimiento sobre el tema es escaso y en todo caso sesgado por la prensa de española de izquierda que envenena mi mente y nubla mi razón. Se confunde pero como tengo por norma considerar que mi interlocutor, sea quien sea, puede tener razón y yo estar equivocado me he estado documentando un poco. Cuanto más tratándose de J que viene a ser una especie de hemeroteca humana. Al fin y al cabo en estos tiempos de internet, el que ignora es porque quiere. Mi información procede de fuentes originales, a saber, prensa extranjera y páginas web de los candidatos republicanos del Tea Party, mucho entrecomillado y todo trazable. He puesto buen cuidado en evitar los periódicos españoles, todos ellos.

Lo primero que hay que decir del Tea Party es que no se trata de un movimiento estructurado sino de un conjunto de individuos que comparten más o menos unos objetivos si bien no faltan las contradicciones entre ellos en algunos aspectos como es su posición ante la Guerra del Golfo. El Tea Party construye su ideario sobre una propuesta bastante original, la de realizar una encuesta on-line entre los americanos preguntándoles que es lo que más les importa respecto a la política y la administración de su país. La encuesta fue promovida por Ryan Hecker, abogado de Houston formado en Harvard, excelente comunicador y líder ideológico del movimiento. De Haecker se dicen bastantes cosas malas pero en mi búsqueda no me he cruzado con ninguna si bien he tenido la impresión de que ejerce un férreo control sobre su imagen. La encuesta, conocida como Contract from America presenta como valor más importante para los norteamericanos el retorno al marco constitucional y la reducción del gasto público como vía para disminuir los impuestos. El Tea Party se caracteriza por su deseo de recuperar los valores tradicionales americanos, los de 1776, cuando la Declaración de Independencia. Cuando uno lee al señor Hecker es fácil sentirse inspirado por su librepensamiento y creer que está ante las palabras y los actos de quien por fin parece ser un tipo inteligente, merece la pena darse una vuelta por su blog. Otra característica del Tea Party es una atroz desconfianza hacia los políticos en general con independencia de su filiación ideológica si bien todos sus candidatos proceden de las filas republicanas y mencionan a Ronald Reagan como su santo patrón. El Tea Party invoca la responsabilidad del individuo sobre sus propios actos como el ejercicio supremo de la libertad y detesta lo que considera "intervencionismo del estado", incluyendo en este saco la mayoría de las reglamentaciones federales. Supongo que estos idílicos planteamientos en los que hay un estado malote manejado por unos políticos corruptos que se dedican a trasvasar el dinero de los bolsillos de la ciudadanía a los propios a base de impuestos es lo que engancha a mentes simples como la de J o la de Esperanza Aguirre; esta última ni siquiera parece darse cuenta de que, como profesional de la política que es, sería parte de los elementos que los teapartiers quieren ver desaparecer de escena.

Los candidatos serios del Tea Party, que alguno hay, persiguen validar constitución en mano todas las leyes de nueva promulgación en Estados Unidos, reducir drásticamente el tamaño y poder de la administración federal y transformar el gasto público en privado, lo que en la práctica viene a suponer una reducción de servicios públicos para convertirlos en servicios privados que cada cual debe pagarse de su bolsillo. Esto lleva asociada una reducción de impuestos, una disminución de la recaudación del IRS (la hacienda federal para que nos entendamos) que debería transferir la mayor parte de su función a las administraciones estatales, es decir que el Tea Party comparte, quien lo iba a decir, partes de su ideario con los nacionalistas catalanes y el PNV lo que no deja de ser curioso. Otro de los caballos de batalla del Tea Party es la crítica feroz a la política medioambiental que subvenciona el desarrollo de energías alternativas. En general el Tea Party se muestra contrario a cualquier tipo de subvención y hace bandera de su oposición a la asistencia a la banca y a la industria del automóvil. Como alternativa  a las subvenciones plantean rebajas de impuestos. También es curioso que en el tema de las subvenciones a los bancos y a los fabricantes de coches seguramente muchos estamos de acuerdo con el movimiento conservador, yo por lo menos lo estoy, al menos sentimentalmente.

Junto a la vertiente económica del movimiento Tea Party aparece una rama entregada a la moral que se caracteriza por su oposición frontal al aborto y su fomento de la castidad y del sexo reproductivo dentro del matrimonio. Sus caras más conocidas son la popular Sarah Palin y la nefanda Christine O'Donell, una chica que miente desaforadamente sobre su titulación universitaria, al parecer inexistente, y con varios pufos económicos a sus espaldas. Llamo la atención sobre la circunstancia de que "las chicas" son las que centran la discusión moral mientras que los asuntos económicos vienen a ser "cosa de hombres" y es que en el Tea Party son gente de orden.

Las ideas del Tea Party enganchan bien en una población angustiada por la crisis económica que el propio e insaciable sistema ha creado ante una ausencia casi total de control estatal, emblema de los conservadores, porque hablan de dar a cada uno lo que sea capaz de ganarse sin tener que repartirlo con los demás, porque simplifican las cosas en un sistema de buenos (ellos y el pueblo americano) y malos (los políticos corruptos con Obama a la cabeza), porque tiene un mensaje populista que pretende estar fundamentado en el deseo de los americanos (The Contract From America) y que no escatima en la utilización de todo tipo de técnicas de marketing incluyendo la utilización de los reclamos sexuales que son las señoras Palin y O'Donell, dos mujeres de evidente atractivo constantemente hablando de sexo reprimido. Hay gente a la que eso le pone mucho.



Sin embargo el movimiento Tea Party, más allá de las anécdotas folclóricas de Palin y O´Donell, aguanta mal un análisis crítico. En primer lugar me referiré a su Contract from America, fundamento de su ideario. En realidad se trata de una estadística construida sobre 500.000 opiniones (esa cifra dan los autores), sobre una población de 300 millones de estadounidenses, enviadas voluntariamente al centro de encuestas. Sin necesidad de poner en duda la honestidad de los autores con Haecker a la cabeza, todos sabemos que las opiniones voluntarias no son aceptables estadísticamente, es decir, que el famoso contrato no representa en absoluto la opinión de los americanos sino que se limita a la de algunos americanos.

A continuación hay que fijarse en las fuentes de financiación del Tea Party y las ideas que defiende. El Tea Party es contrario a las energías alternativas. Muchos de sus simpatizantes declaran "no creer" en el cambio climático como si la evidencia científica fuese una cuestión de fe. Curiosamente los hermanos Koch, poseedores de varias refinerías en diversos estados incluyendo Alaska, son el principal soporte, junto a Rupert Murdoch, otrora patrón de José María Aznar, del movimiento conservador. Es posible que aquellos que entienden, aprecian y defienden al Tea Party incluido J, no entren en más consideración que la de no se utilice el dinero público, a la postre su dinero, en costear el negocio de la energía alternativa pero lo cierto es que los que financian al Tea Party construyen así una línea de defensa para sus intereses económicos y esto es un hecho, guste o no. Como es un hecho la defensa de BP realizada por el senador por Kentucky, Rand Paul, cuando a cuento del vertido de petroleo que estaba arruinando el Golfo de México no tuvo problemas en declarar que "los accidentes ocurren". Efectivamente los accidentes ocurren pero eso no es razón para no poner cuantas medidas podamos en evitarlos. En el Tea Party se piensa en no pagar impuestos pero a nadie se le ocurre que la explotación petrolera de Alaska seguramente acabará en un accidente de esos que según Paul ocurren inevitablemente y que se llevará por medio espacios naturales impagables. Todo sea por la libertad inherente a no pagar impuestos. Los conceptos de ¨libertad" y de "no intervención" del Tea Party resultan un tanto sorprendentes en ocasiones. El mismo senador Paul mantiene que es un intervencionismo intolerable y anticonstitucional el hecho de que el gobierno actúe para impedir la existencia de empresas que practiquen el racismo o la xenofobia para apresurarse a añadir que con gusto habría desfilado junto al Dr. Luther King en defensa del Acta de Derechos Civiles, esa misma cuyo título II le resulta al senador inadmisible. En una vuelta de tuerca más nos encontramos que ese canto a la libertad que entona el Tea Party se convierte en un descarado intento de control de la intimidad de las personas en el momento en que una parte de los integrantes del movimiento se dedican a apostolar y a intentar influir sobre los hábitos sexuales de los ciudadanos, ¿o es que la libertad se limita a la billetera?

Las políticas propuestas por el Tea Party conducen a situaciones lamentables en las que las gentes pierden sus posibilidades de acceder a la educación y a la sanidad y terminan en que todo el mundo se atrinchera en su casa a defender sus propiedades con sus armas porque el estado no debe existir, no hay necesidad. En resumidas cuentas, el ultraliberalismo defendido por el Tea Party en Estados Unidos y por otras gentes en otros lugares incluida España, es un camino dirigido a la destrucción del estado, lo mismo que pretendía Bakunin en el siglo XIX con los resultados que ya conocemos. Y es que todos estos ideales pasan por obviar la realidad y la realidad es que los intereses económicos, el egoísmo y la irracionalidad del ser humano son un hecho transversal a cualquier nación, tiempo y régimen político y que tener una estructura de estado es la única manera en que hemos sido capaces de moderar esas tendencias. Dicho esto sí, es conveniente que se "adelgacen" las administraciones y que no se de cuartel a la corrupción pero por favor, sin histrionismos ni radicalismos si puede ser.

Chez Papous il y a des Papous papas et de Papous pas papas

Pensaba yo que esto del francés (idioma) debía ser algo relativamente fácil, cuanto más después de la experiencia de intentar aprender neerlandés durante casi tres años con unos resultados bastante pobres. El francés, idioma de raíz latina, comparte un porcentaje elevado de palabras con el español. Si digo que un 70% seguramente no me paso. Encima, la estructura de los dos idiomas es la misma y el enrevesamiento de la gramática muy, muy parecido. Casi diría que la gramática española es un pelín más complicada. Soportaba mis hipótesis el hecho de que uno puede leer un texto en francés y enterarse de lo que dice sin gran entrenamiento y sin tirar mucho de diccionario. Con lo que no contaba yo era con lo que le pasa al idioma tan accesible cuando empiezan a hablarlo pero ya lo explico.

El francés tiene tres niveles de complicación, a saber:

Nivel 1: Leerlo. Como digo se lee con cierta facilidad. Echándole un poquito de imaginación se encuentra la raíz común y por ende el significado de la mayoría de las palabras y uno se entera de los textos. La afición que tienen a los apóstrofos y los tres acentos asustan un poco pero vaya, que se lleva.

Nivel 2: Cuando los franceses empiezan a hablar se te cae el alma a los pies. No se explica uno que esta gente tenga que decir tantas cosas y con tanta urgencia , parece que se van a ahogar. Al cabo de 5 meses empiezo a enterarme de lo que me dicen pero cuesta. Entiendo cuando me hablan formalmente, los informativos de radio y ya. De las charletas de coleguis no pillo ni una. Con eso y con todo hay que reconocer que es más accesible que el inglés. Del neerlandés ya ni hablo.

Nivel 3: Ponte a escribirlo. Nada. Imposible. Leerlo en voz alta imposible también. La probabilidad de que las últimas letras de una palabra suenen es baja y decrece hacia el final de la palabra, de hecho, la última letra no suena casi nunca. Luego están una serie de sonidos muy particulares que resultan bastante complicados de reproducir. Me resultan particularmente complicados la "e" que no suena ni remotamente a "e" sino más bien a "u" pero rara y diferenciar la "ss" de "ch".

Clases

Tengo clases. Antes tenía una profesora que se llama Anita Olivo y que no habla una palabra de español ni de inglés. Es una mujer de talla XXL nacida en Bretaña, que ha pasado unos años en Alemania y de hecho habla alemán perfectamente, que apesta a sobaco y que está obsesionada con su reciente divorcio. Seguía un método bastante clásico con sus sesiones de gramática, sus deberes, sus ejercicios en casa... Me llevaba yo muy bien con Anita a pesar de las pestes. Ahora tengo otra profesora, una tal Julie, una chica rubia, perfumada y llena de glamour, que sigue un método didáctico bastante postmoderno, que uno no sabe si le están enseñando francés o tratándole el Alzheimer. El día que no toca escribir poemas hay que retener listas crecientes de palabras y si no jugar a ese jueguecito en el que hay cartas complementarias boca abajo que hay que ir emparejando. Ya digo, francés no sé si aprenderé pero a la memoria me está sentando de maravilla.

Un ejercicio que hacemos son los trabalenguas. El de hoy era con la "p": Chez Papous il y a des Papous papas et des Papous pas papas. Il y a aussi des Papous papas à poux et des Papous pas papas à poux. Parmi les poux... [che papú ilia de papú papá e de papú pa papá. Ilia usí de papú papá a pu e de papú pa papá a pu. Parmí le pu...]

lunes, 15 de noviembre de 2010

KISS

¿Quién no conoce la palabra kiss? Así, a lo vivo, en inglés. La mayoría (de quienes la conocen) dirán que es el vocablo inglés que se corresponde con el español beso. alguno más listillo o exquisito dirá que es el nombre de un grupo de rock cuyos componentes actuaban con la cara pintada y tenían en general una presencia muy peculiar. Ambas son correctas. Yo aprendí hace algún tiempo que kiss puede convertirse en un acrónimo en inglés, KISS. KISS, por obra y gracia del submundo de la Ingeniería, yo lo conozco por la Ingeniería pero no descarto que se maneje también en la Ciencia pura y dura, significa Keep It Simple and Stupid y es una máxima que se debe tener en cuenta a la hora de diseñar algo. La filosofía de KISS es mantener los procesos con el menor nivel de complicación posible para trabajar lo estrictamente necesario y no perderse en detalles de escaso valor. Pues bien, el día que se invento la filosofía KISS Francia debía estar echándose unas manitas al tute porque no se enteraron de nada. Por cierto que sospecho que los otros jugadores debían ser Italia, Portugal y España. Aquí la francesidad se deleita con las complejidades administrativas, copias, compulsas, certificados, firmas, más certificados; este país está poblado por funcionarios. Un ejemplo cotidiano: Una de mis opciones para comer es el hospital que se encuentra junto a mi trabajo, la comida no es muy allá pero es baratito y sobre todo está cerca con lo que se requiere emplear poco tiempo en estos menesteres. Pues bien, para comer allí he necesitado una tarjeta para pagar porque el dinero normal no lo quieren. La tarjeta es un sistema de prepago y debo recargarla con mi tarjeta de crédito en una máquina al efecto pero la tarjeta de crédito no se puede utilizar para pagar directamente en la caja. La tarjeta de pagar la tuve que solicitar en la administración del hospital previa presentación de una fotografía y un certificado de mi empresa diciendo que yo trabajo para la empresa. Si pierdo la tarjeta tengo que repetir todo el trámite, eso sí, no perderé el dinero porque el ordenador se acuerda de lo que tengo si bien algún motivo impide que el duplicado de la tarjeta se genere sin volver a presentar la documentación, todo siempre muy fácil. Hace unos días me comentaba mi amigo Lou, americano él y por lo tanto no habituado a las complejidades administrativas de los europeos, que su mujer, Judith, había sufrido un ataque de ansiedad desembocado en alaridos desesperados cuando intentaba utilizar en el Carreful la fórmula de autopago que en Estados Unidos es rápida y sencilla y está muy extendida y aquí es para Ingenieros Aeronáuticos con experiencia en Jefatura de Negociado del MAP (Ministerio de Administraciones Públicas, que se me antoja una cosa de mucha complejidad). En España lo del autopago no se lleva, no sé si por desconfiados o por trogloditas o porque en el fondo también nos gusta complicar las cosas.

En fin, el caso es que yo le trataba de explicar a Marie-Caroline, una chica muy mona pero muy cargante que suele inspirarme sentimientos asesinos, responsable temporal de Garantía de Calidad, que había que simplificar los procedimientos de calidad y que teníamos que aplicar la filosofía KIS, Keep It Simple. Mi jefe que es inglés me hizo notar que en realidad era KISS de Keep It Simple and Stupid pero yo le expliqué que hablando con Marie-Caroline tenía que quitar la segunda S porque de lo contrario el acrónimo se me quedaba en Keep It Simple, Stupid! y no quiero líos.

Sexo en el telediario

Es mi intención contar aquí cosas de Francia pero es que estoy viendo un telediario y no lo puedo resistir. Conste que el telediario es el de La 1, que es el que se ve en TVE Internacional, que es la que veo porque estoy en Francia así que algo relacionado sí que está.

En fin, el caso es que estoy viendo el telediario y me hablan de las noticias lamentables que se generan en El-Aiun, ese sitio que cuando yo era niño se llamaba Sahara Español y tenía la misma consideración de provincia que Toledo o Guipúzcoa, un poner. Bueno pues lo primero que me ha impresionado es la forma en que los reporteros de TVE conjugan el verbo "degollar", concretamente el presente de indicativo, a saber, "yo degollo, tú degollas, él degolla, nosotros degollamos, vosotros degolláis ellos degollan"; se ve que los verbos irregulares los explicaron un día que el chaval faltó a clase. Apenas estaba yo empezando a despotricar sobre el paupérrimo nivel cultural que parece se exige a los reporteros de televisión cuando me cuenta Pepa Bueno sin despeinarse ni descomponer el gesto, yo no hubiera podido, que según la ministra Trinidad Jiménez la postura de España con respecto a Marruecos es la correcta. Y es que ya ni los telediarios se libran de las referencias sexuales.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Haciendo la compra

Hemos hecho la compra a una hora anodina en el Carrefour. Es que aquí hay mucho Carrefour. También hay Alcampo pero los gabachos lo llaman Auchan. El nombre francés tiene un punto exótico creo yo. Y además me suena contundente, yo lo llamo "Auchán" aunque me sospecho que los franceses deben decir algo parecido a "oshé" porque a los franceses en general les priva escribir muchas letras y luego pronunciar otras que apenas recuerdan a lo escrito. En otro momento hablaré del idioma que tiene lo suyo. En la cima de la pirámide alimentaria se encuentra el E. Leclerc, que yo lo conocía de Pamplona pero que en España es mucho menos famoso que aquí. El Leclerc es el más fisno -también el más caro- y suele estar en centros comerciales más pintones, así como que los limpiasen más y tuviesen las bombillas de 100 W y no de 60 que es lo que pasa en Carrefour. En el Auchán no he entrado así que no sé de cuantos watios son las bombillas.

Un elemento notable es la afluencia de moros a las distintas cadenas de centros comerciales. Hay que decir que la densidad de morería en Francia es muy elevada y como ocurre con estas cosas hay de todo. Los tienes que son absolutamente equiparables a los europeos, como es el caso de un compañero del trabajo, médico él, hasta los que caminan llevando una esposa o grupo de ellas tres pasos por detrás y totalmente embutidas en telas negras. He de reconocer que este último tipo me resulta incómodo e inquietante pero es que estoy lleno de prejuicios y además cada día soy más facha. Bueno pues el caso es que la morisma tiene clara preferencia por el Carrefour. Cuando vas por el Carrefour (en adelante lo referiré en cubano que me gusta más: Carreful) ves riadas de mujeronas todas vestidas de negro, con la cabeza tapada y un enjambre de niños alrededor. De hecho había hoy un maniquí vestido así como de cosa espantosa con los restos del Halloween y la primera vez que lo he visto con el rabillo del ojo me ha parecido una mora haciendo la compra. Me he sobresaltado levemente. La parte más positiva de la afluencia moruna al Carreful es que se puede encontrar mucha comida de ellos, cous-cous, salsas y condimentos varios que a mí me gustan bastante aunque en realidad no se muy bien para qué todo eso porque lo que compran los magrebíes como auténticos desesperados es pan. Barras y barras de pan. Es fácil verlos con una docena de barras de pan o más y nada de la típica baguette maricona con que se asocia el pan de Francia sino con unos pedazo de barras de a kilo que no digo lo que me sugieren porque quiero hacer un blog para todos los públicos. Aunque luego fíate de la autenticidad moruna de los delicatessen porque en la misma estantería de "alimentos del mundo" que aloja las delices morrocaines te encuentras como tipismo español unas aceitunas rellenas de chorizo picante, y yo pregunto ¿alguien se ha comido alguna vez una aceituna rellena de chorizo picante?

En Francia

Vivo en Francia. Ni bien ni mal. Bueno, en realidad más bien que mal. Vivo en Nantes. Supongo que la ciudad donde vives hace mucho. Yo ya he decidido que no quiero vivir ni en París ni en Marsella. Más que nada porque la gente que voy conociendo que ha vivido en París llega aquí desesperada; todos viven lejos del trabajo, se pasan la vida en el transporte público o en atascos horrorosos, todo es carísimo y todos viven lejísimos del mundo de las postales que conocemos y en el que la mayoría hemos estado de visita. Evadidos de Marsella no conozco a ninguno pero alguien me ha contado que aquello está de delincuentes y de mierda que se viene abajo así que casi mejor ni lo intento. Tampoco me hace gracia la idea de vivir en Lyon porque allí residen unos familiares de mi Mari que tienen más peligro que un artificiero con Parkinson. En fin, que Nantes está muy bien. Es mucho más grande que Pamplona, mi anterior destino, pero mucho más pequeño que Madrid, mi pueblo. Le comenté a mi amiga Silvia que Nantes no era mucho más pequeño que Barcelona y a poco no colapsa. Es que ella es de Barcelona. Le gusta mucho Nantes pero es de Barna y claro, hay cosas que no. Definitivamente no.

Nantes tiene un chateau bastante hermoso y un barrio antiguo muy agradable, particularmente las mañanas de sábado y las noches de cualquier día. Es una ciudad muy paseable y bastante viva cuando el tiempo no lo impide. Hoy no. Llevamos dos días ya de una lluvia menuda multidireccional que te empapa hagas lo que hagas acompañada de un viento racheado capaz de destruir cualquier paraguas. Ahora, cuando para de llover está bastante bien.

Los franceses, esos seres que pueblan Francia, son tema aparte. He conocido a muchos y me llevo bien con todos o casi. Eso sí, no hay cosa más aborrecible que un francés conduciendo. Yo les he sugerido que dejen de pagar ejército, que dediquen esa pasta a jubilarse a los 45 trabajando 23 horas semanales y que los conflictos bélicos los resuelvan enviando hordas de conductores pero no me han tomado en serio. Los franceses es lo que tienen, que su sentido del humor es muy peculiar. Para colmo gastan ese gentilicio que se presta tanto a chanzas: Francés. "fes-me un francès, reina", que decían en "El amante bilingüe"