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jueves, 24 de febrero de 2011

El hombre medicina

Excepto mi estimado J y dos o tres tíos raros que andan por ahí, lo habitual viene siendo que los hombres no vayamos al médico salvo que nos sintamos realmente enfermos. Dicen que una de las razones por las cuales los hombres casados tienen más esperanza de vida es porque sus esposas les obligan a ir a la consulta médica y al dentista de vez en cuando. A mí me pasa, si bien en la mayoría de las ocasiones suelo aplicar la receta de ignorar el dolor/molestia hasta que se me pasa o me muero. De momento no me he muerto pero si así fuese he de decir que el dolor cesaría igualmente, es una apuesta segura. Tengo para mi que este comportamiento que muchos clasificarían de bárbaro, inconsciente o, directamente, gilipollas, está motivado porque siendo mi padre médico nunca estuve habituado a utilizar este servicio. No es que mi padre estuviese especialmente volcado en dispensar atenciones profesionales a sus vástagos pero el tener al médico en casa da una tranquilidad, la propia de quien sabe que no tiene que ir al ambulatorio ni esperar colas ni nada de eso. Claro, esto era en otros tiempos. Ahora mi padre que siempre fue buen socialista y últimamente ejerce de ciudadano modelo, pide hora, va al ambulatorio, guarda cuanta antesala sea necesaria y al final le echa unas flores a la sanidad pública. Eso sí, cuando le tocan las narices advierte de su condición gremial.

Desde que tengo hijos me he vuelto consumidor de sistemas de salud varios. He probado el nacional de Madrid, el belga, el de Estados Unidos, el nacional de Navarra y ahora estoy con el francés. Bueno, el de nacional de Navarra no lo llegué a probar porque un par de veces que me dio por ir al médico (azuzado por P) para que me mirasen los cánceres varios, utilicé un seguro privado que nos financiaba la empresa de P. Fue curioso. Fui a que me diagnosticasen de una vez el cáncer de próstata a la Clínica San Miguel, donde controlan a los jugadores del Osasuna, un equipo de fútbol formado por parapléjicos existenciales especializados en mortificar a los seguidores del Real Madrid. Me hicieron unos análisis de marcadores tumorales en sangre, me recetaron no sé qué mierda de antibióticos que se me olvidó tomar al tercer día y jamás conseguí que me hiciesen una exploración de la glándula en cuestión ¿todo el mundo sabe cómo se hace, no?, así que como los marcadores me dieron negativo llegué a la conclusión de que el cáncer estaba todavía muy pequeño. La otra aventura medicinal consistió en una revisión de mis carnes morenas por ver si había debutado ya el cáncer de piel que P me ha pronosticado como resultado de mi alocada exposición a los rayos solares. En este caso fui a LA CLÍNICA, un lugar en el que los médicos hablan con Dios y que en los papeles se llama Clínica Universitaria de Navarra pero que todo el mundo conoce como LA CLÍNICA. Bien pues a menos que el cáncer esté prosperando en mis partes pudendas al abrigo del calzoncillo va a ser que tampoco tengo nada, lo cual me reafirma en mi línea terapéutica de ignorar estos asuntos. Mi abuela lo hacía así y vivió hasta los 92 años, que habiendo nacido en el siglo antepasado (sí, sí, en el XIX) y habiendo pasado una guerra y varia hambrunas no está mal. También me reafirma la idea de que en Navarra hay partes del cuerpo que no existen, al menos para la medicina privada.

Truco al que recurrió un navarro para que le hiciesen un tacto de la próstata. Casi lo consigue, lástima que el médico le pidió que dijese 33 y él no tuvo más ocurrencia que responder con una sonora ventosidad. Ahora vive en Logroño.


En Estados Unidos si eres blanco, téngase en cuenta que el color no reside en la piel sino fundamentalmente en la cartera y en la cuenta corriente, y tienes un seguro médico de lujo porque te lo paga la multinacional para la que trabajas, la sanidad es maravillosa. Si eres negro, insisto en lo de la ubicación del color, te dan por saco. Sorprendentemente esto trae sin cuidado a la mayoría de los americanos medios y a los que apoyan al movimiento Tea Party, ese que les gusta tanto a J y a Esperanza Aguirre, les parece incluso atentar contra su libertad que haya sanidad para todos. A ver si un día J nos lo explica porque a Espe le acaban de operar (¡en la sanidad pública!) y no está para tonterías. 

En Francia hay sanidad universal en régimen de copago y por supuesto, darse de alta es una tarea complicada y laboriosa que lleva asociadas remesas de impresos y documentos de variado pelaje. Siempre se cuenta con la inestimable colaboración del servicio francés de correos, que hasta la fecha nos ha extraviado dos envíos de cuatro (no es una licencia poética sino un dato real) y con los siempre avispados, pizpiretos y proactivos funcionarios franceses que en dos meses de nada te han despachado el impreso de solicitud. El tema consiste en presentar una solicitud de adhesión al servicio de salud. Sólo para recibir la prestación, cobrártelo te lo cobran directamente y sin preguntar, te lo retienen de la nómina. Al cabo de unas semanas te llegan unos impresos que tienes que rellenar y enviar de vuelta con un certificado de nacimiento, copia de pasaporte y fotografía. Una vez más, para cobrártelo no hace falta nada de esto. Una vez enviado este material, si tienes suerte y un cartero borracho (tampoco es licencia) o una huelga no se interponen entre tu sobre y su destino, en un mesecillo tienes tu tarjeta de la seguridad social. A continuación hay que repetir la operación con la mujer y los hijos, lo cual se viene a llevar otros dos meses adicionales. El caso es que después de seis meses en el país todavía no hemos conseguido regularizar la situación sanitaria de la familia, aunque progresamos adecuadamente.

Cuando vas al médico, eliges al que te venga en gana. Al acabar la consulta le tienes que pagar y él/ella pasa la tarjetita sanitaria por una máquina que se conecta con la seguridad social y hace que te reembolsen en tu cuenta corriente el 80% del dinero que has pagado. Todo muy simple. Conste que los belgas hacían exactamente la misma gilipollez pero bueno, al menos esos tienen fama de tontos pero estos son los listos de Europa

Mi médico es un tipo que me saca tres palmos, uno de lato y dos de ancho - un palmo por la derecha y otro por la izquierda- y su principal gracia reside en que habla inglés más o menos. Con estas dimensiones totémicas me sugiere mucho que más que el médico es el "hombre medicina" que decían en las películas de indios. Mi médico es un tipo amable que parece sentirse obligado a hacerte mucho caso, a sonreirte mucho y a dedicarte un tiempo, que no tiene prisa. Esta actitud parece ser la habitual entre los médicos franceses. Lo digo porque no es el primero con el que trato, es más, la que me hizo la revisión del trabajo era igual, sin prisas, mucha sonrisa... Es un poco desconcertante cuando estás acostumbrado al trato en general más distante, industrial diría yo, de la sanidad española. Piensas que están a punto de comunicarte que te quedan tres meses de vida entre grandes dolores. La parte mala de tantas atenciones es que, cuando llegas a tu hora a la cita, todavía te toca hacer no menos de 45 minutos de sala de espera. No pasa nada porque en general en este país no hay prisa para casi nada. Los parisinos creo que andan siempre corriendo como los de Madrid pero desde luego en Nantes ni por asomo.

Debo decir que de todos los sistemas sanitarios que he probado el mejor sin duda y de largo es el de Madrid. Lo mismo el de Castilla La Mancha es igual o mejor que el de Madrid pero no lo sé porque no lo he probado. Es profesional, sencillo en sus trámites, rápido y eficiente. Yo creo que si los madrileños abusasen menos de las urgencias y el personal subalterno, pero el muy subalterno, fuese un poquito más educado, sería como de otra galaxia de puro bueno. Y con más medios pues todavía mejor, claro.

domingo, 20 de febrero de 2011

Cine

El cine es una cosa que me gusta desde que recuerdo. Tengo en un rincón profundo de la memoria la imagen del cine Benyure, de mis padres que me llevaron allí a ver "Dumbo" y muchas otras más, pero sobre todo me acuerdo del elefantito y la llorada que me pegué cuando lo separaban de su mamá. De eso y de las sesiones dobles del Sainz de Baranda, ahora convertido en centro de juegos para niños. Me acuerdo particularmente de un personaje que se llamaba Maciste. Maciste era un supermegacachas que vivía tremendas aventuras en la época clásica. Sin ser romano, los romanos en general eran los malotes, iba vestido como tal, con una suerte de coraza y una faldita muy cortita para lucir bien muslacos y paquete. Maciste repartía unas hostias como panes, doblegaba nada menos que dos cuadrigas que intentaban desmembrarle con la sola fuerza de sus brazos y abría un Todo a 100 en las Minas del Rey Salomón con la misma soltura con que los chinos ponen tiendas en Lavapiés. Durante mucho tiempo pensé yo que se contaba entre mis peculiaridades el conocer a Maciste, parece que el pobre no se prodigaba mucho pero no, gracias a Francia y a Numericable (mi proveedor de TV, teléfono e internet) he descubierto que Maciste no es un producto de mi imaginación sino que existe verdaderamente. Entre mis cientos de canales sólo unos pocos se dejan ver, la TVE internacional por razones obvias, los de informativos CNN, BBC, Al-Jazzira en inglés y alguno otro cuando uno quiere saber lo que corre por el mundo, las nacionales francesas por aquello del detalle hacia el anfitrión, sobre todo TF1, y luego están las que dan películas. De esas tengo tres preferentes, una que se llama Si Fi, que pone películas de ciencia ficción algunas de las cuales son de asco y tienen su gracia, y particularmente dos, una que se llama Action y otra que se llama FX. No se cual de las dos es pero una de ellas se descuelga de vez en cuando con alguna película de Maciste. Resulta que son unas películas italianas de los años sesenta o setenta, super-casposas, totalmente fieles a mis recuerdos. Son sin duda el precedente de "Los vigilantes de la playa" y otras historias de mazados y macizas luciendo cacha. Me encantan las historias de Maciste, se ríe uno mucho con ellas.

No veas si estaba mazado el tal Maciste, de ahí el nombre. Y no preguntes de qué están hechas las lanzas que atraviesan el tronco como si fuese mantequilla.

Al margen de la TV, hemos recuperado la cosa del cine. Pese a la estrechez lingüística de los franceses, tenemos un par de cines en el vecindario que nos ponen versiones originales, que para sí los quisiera alguna gafapasta que conozco yo en Pamplona. Los franceses son amigos del cine español, tan amigos que estuvimos viendo "También la lluvia" y el cine estaba de bote en bote. Entre lo que hemos visto en español está también una protagonizada por Ricardo Darín que se titula "Carancho", muy recomendable, y en su día vi "Yo también". Tenemos también, como no, cine en inglés y también lo frecuentamos. Lo último que hemos visto es "Au-delà" que es el nombre que los franchus le han dado a la última película de Clint Eastwood. Fuimos a verla P y yo y nada más comenzar la película sale una pareja que se nos pone a hablar ¡en francés! ¡Pero bueno! ¿No era esto una versión original? ¡A qué nos hemos confundido de sesión! No, no, espera, lo mismo es una pareja de franceses... Efectivamente, la película empieza con una pareja de turistas franceses que hablan en francés sin subtitular, claro. Ya cuando empezó la parte en inglés nos quedamos descuidados. La película me pareció verdaderamente buena, un poco larga quizás pero me gustó mucho.

Hoy, cuando acabe de escribir tengo que hacer una incursión por el cine francés. Me lo puso de deberes mi profesora Julie. En un mes que, entre pitos y flautas, vamos a estar sin clase, tengo que leer un libro (y enterarme de lo que dice), oír dos canciones (¡puaj! canciones francesas) y ver dos películas. Como esto último es lo que más me gusta, el otro día me pasé por la FNAC y salí con un puñado de películas de oferta, entre ellas dos francesas. El cine francés salvo sorprendentes excepciones suele ser mortalmente aburrido, ya contaré qué tal mi elección. De momento me estoy ensilando un copazo de Calvados para irme ambientando.

Au-delà, un peliculón de Clint Eastwood

Y ahora lo más, más importante de mi entrada de hoy, unas recomendaciones QUE NO OS PODÉIS PERDER POR NINGUNA RAZÓN. Tras el clamoroso éxito mundial de "Bocadillo de jamón" (temporalmente inaccesible pero en cuanto le eche la vista encima o la mano al cuello a la autora vuelve a estar disponible), tras meses y años de sequía productiva, Laura y Guillermo - los célebres hermanos Martínez-Provencio - vuelven con fuerza a través de dos producciones, esta vez en el terreno de la imagen real. Se trata de "¡Vamos al cole! (en autobús)", una historia costumbrista en que dos niños desgraciaditos narran su tragedia del fin de semana, atentos al sorprendente final, nada así en una película española desde "El orfanato" y lo que promete ser una película de culto "Gaaalleeetaaaas". Hay un monstruo en mi armario es el nombre que Laura ha dado a su microproductora que dirige ella misma con su carisma y que su madre y su padre financian. De la misma autora cabe recomendar su obra literaria reunida en su estupendo blog http://shotspapercut.blogspot.com/

miércoles, 16 de febrero de 2011

Como estar en casa

Eso es exactamente la vida del emigrante de lujo (yo), lo mismito que estar uno en su casa. Eso es gracias a la TVE internacional y sobre todo y por encima de todo a esta maravilla que es la internet, que relativiza tiempo y distancia y nos va creando un cierto entorno surreal. Precisamente por eso estoy muy al tanto de lo que ocurre en España, más aún, me sé al dedillo lo que pasa en Madrid, que para eso es mi pueblo. De hecho creo que estoy bastante más informado de lo que ocurre en Madrid que la mayoría de los que allí viven, no digo más. Últimamente estoy siguiendo la información política que ha subido de tono tras el rosario de terremotos que han sacudido a la FSM y he decidido que hoy voy a hablar de política porque el blog es mio y me da la gana. Ya sé, alguien me dirá que en su día abrí otro blog específico para estos temas pero lo cierto es que la iniciativa no prosperó, no hubo opiniones ni nada así que lo he dejado.

Decía yo del espectáculo lamentable que la oposición madrileña en forma de PSOE viene dando de un tiempo a esta parte. Lo de estos últimos días ha sido patético. Para simplificar el tema, creo que las cosas se han reducido a un sector de la FSM molesta por la pérdida de sus predecibles poltronas y prebendas al haber sido desplazados de sus opciones electorales tras las primarias que descabalgaron a la candidata oficialista Trinidad Jiménez, esa chica del partido. Me parece vergonzante, asqueroso y repugnante ver a unos tipos que pretenden querer prestar un servicio a la ciudadanía peleando así ante un reparto de opciones para acceder a determinados puestos de trabajo más o menos bien pagados, más o menos influyentes. A la vista de semejante espectáculo ¿le quedan ganas a alguien de votar socialista en Madrid? Seguro que sí pero es que en España las afinidades políticas se parecen mucho a las futbolísticas, uno es de su equipo sin más, sin atender a quien es el presidente, el entrenador, el portero o el delantero, sólo los colores y nada más que los colores.

¿Quien dijo que la derecha es triste?
Vamos a analizar un poco las cosas, para variar. Gallardón se presenta por tercera vez al ayuntamiento de Madrid. Hace ocho años, cuando se presentó por primera vez, había una diferencia clara entre Gallardón y sus dos rivales, la chica del partido Trinidad Jiménez y una candidata de Izquierda Unida, Inés Sabanés, una persona de presencia seria e informada. En aquellas elecciones, en las cuales me comporté como un forofo del Atleti, recuerdo que Gallardón me pareció un tipo educado y respetuoso con sus adversarias y que venía con proyectos concretos y desarrollados para la ciudad. Sus rivales se limitaban a decir "no a la guerra [de Irak]" y a intentar que el candidato a alcalde se enfrentase públicamente al líder de su partido (Aznar en aquel momento) en un tema de política exterior que no afectaba ni remotamente a la gestión de la ciudad. El final ya lo sabemos, lo que no se sabe es cuanta gente hizo este análisis. Ahora, ocho años después, la impresión que me produce Gallardón es muy mala. Me parece un gestor lamentable, ha endeudado la ciudad hasta extremos inadmisibles, se ha centrado en la inversión postergando el gasto para mantener las infraestructuras existentes con lo cual lo que tiene construido se empieza a venir abajo, se ha empecinado en obras injustificables que nadie quiere - véase la remodelación del Paseo del Prado- (mientras que 400 m más arriba el adoquinado de Recoletos está hecho un desastre), y luego está esa colección de asuntillos turbios en urbanismo, en seguridad ciudadana y, como no, esa concejala de medio ambiente, Ana Botella, que tiene los santos cojones de decir que el aire de Madrid está estupendo y que no hay que hacer nada de nada porque hay mucho paro. Si yo tuviese una persona con semejante nivel de desempeño en un equipo mío, la habría despedido ese mismo día pero está claro que mi nivel de exigencia supera de largo al de Gallardón. Bueno pues con eso y con todo, Gallardón va a volver a ser elegido por goleada ¿y por qué? Pues porque la FSM se dedica a pelearse, a insultarse y a discutir por unas carroñas en lugar de hacer oposición, de controlar al alcalde y de acercarse a la ciudadanía. No sé que se van a poder repartir Lisabezky y sus leales pero ya han demostrado ser lo que diría Reverte, unos mierdas.

No debía de quererte y sin embargo...

El tema de Esperanza Aguirre me resulta bastante más complejo. A mí Aguirre siempre me pareció una política deficiente, poco desenvuelta, mala para el debate, menguada en general. Y sigo creyendo que esto era así hace ocho años como pienso que en este tiempo se ha desarrollado en términos de imagen, ha aprendido a hablar y a desenvolverse y da bastante mejor en entrevistas y debates. Pero la imagen me importa menos, vamos a lo que es más relevante. La primera vez que Aguirre accedió a la presidencia fue gracias a dos cosas: La primera que su rival, Rafael Simancas, demostró ser un cretino integral que no sabía quien le acompañaba en la lista electoral y la segunda que unos amigos gangsters le compraron la presidencia sobornando a unos diputados regionales que apenas sabían las cuatro reglas y juntar las letras.

Tras casi ocho años de gobierno, yo que soy asiduo de la SER, escucho continuamente cargar contra Esperanza Aguirre y su gobierno. Sin embargo me temo que esto se ciñe más al terreno de la opinión que de los datos objetivos porque los mismos informativos que la critican reportan estadísticas que muestran que la Comunidad de Madrid supera a la media nacional en PIB, renta per capita, nivel educativo y empleo. A mí Esperanza Aguirre no me parece una persona encantadora, no le encuentro el carisma ni me parece un crack pero ahí están los números. Se oyen muchas críticas sobre la sanidad de Madrid, yo concretamente tengo las oficiales y las que me llegan por vía familiar. Efectivamente parece que ha habido bastante cachondeo con el tema de abrir hospitales sin dotación de medios pero debo decir que una encuesta de la propia cadena SER ponía de manifiesto que la mayoría de los madrileños encontraban que su sanidad era buena. Esto se lo escuché yo al mismísimo Pedro Blanco que parece tener algo personal contra el PP de Madrid.

En las elecciones que se celebrarán dentro de tres meses, el PP volverá a barrer al PSOE por el hecho lamentable de que la FSM en lugar de preocuparse del buen gobierno de la comunidad ha consumido talento y energías en darse de mojadas con los socialistas del aparato confederal y viceversa.

No sólo le va a machacar en las elecciones sino que además le hace "la cobra" cuando el otro intenta 
besarle

No voy a votar porque el día de las elecciones estaré en Nantes pero si no fuese así es probable que no votase nada al ayuntamiento porque la gestión del PP me parece horrible y el PSOE me inspira de todo menos confianza y que, siendo objetivo, votase PP para la comunidad porque aunque no me caigan bien las personas, el resultado de la gestión no es malo y el PSOE está a otra cosa, desde luego no a gobernar. Ya sé que decir esto me cuesta simpatías pero bueno, últimamente no paro de hacer amigos y ya le estoy cogiendo el gusto. A ver si alguien se anima a comentar.

domingo, 13 de febrero de 2011

À manger (a comer)

Típica pregunta que te hacen cuando vienes de algún lugar: "¿Y la comida qué tal?" Salvo que uno no tenga necesidad o deseo de despachar el tema con premura se suele decir que bien cuando te mueves entre España y el norte de Bélgica, incluyo aquí a alemanes, húngaros y esta gente; regular cuando has ido de Holanda hacia el norte y sin duda horrorosa si hablamos de las Islas Británicas. Fuera del entorno europeo la cosa depende más del gusto de cada cual. A mí que me gusta casi todo mientras no contenga vísceras, la comida de los moros no me desagrada y la oriental tampoco - aquí incluyo la india- si  soy capaz de retener la imaginación para que no se me ponga a surfear por aquellas historias sobre la ausencia de cadáveres de chinos en Madrid y otras cosas por el estilo. Lo que he probado de los hermanos latinoamericanos no me ha parecido mal, me ha gustado y la comida en Estados Unidos me ha resultado bastante insana en términos generales aunque como todo lo malo, apetitosa.

En Francia se come bien. La buena reputación está justificada en este caso. Los franceses se deleitan mucho con las cosas de la vida que resultan placenteras y a esto de comer le dan mucho bombo. Es curioso porque se observa un respeto peculiar hacia la comida. Un ejemplo, a lo que nosotros llamaríamos unos huevos fritos con chorizo ellos se referirían como a Les ouef fleuris sour l'huille d'olive au sauccisson rouge d'avant les Pirinées que bien escrito y no como yo lo he hecho sería algo así como Los huevos florecidos sobre el aceite de oliva a la salchicha roja de allende los Pirineos. Ya tengo dicho que el rasgo fundamental de los franceses es complicar las cosas y eso tiene muchas lecturas en la vida cotidiana.

Los días de diario me dan una hora y media para comer, que da mucho juego. En la zona en que se encuentra mi trabajo hay bastante oferta, desde bocatas hasta bistros de variada categoría y precio. El problema es que uno acaba cansándose de casi todo con lo cual hay que ir rotando de uno en otro. Durante una temporada comía en el hospital. Sí, sí, en el hospital, en el CHU de Nantes Laennec. No sé lo que será un "CHU" pero la mitad de los hospitales de Francia se llaman CHU, creo que tiene algo que ver con la universidad. Lo más atractivo del hospital era el precio del menú que anda en los seis euros y pico. El problema es que he desarrollado una intolerancia al olor de la zona de cocinas, supongo que algo relacionado con el desinfectante, y ya no puedo soportar el ir allí. Mi cabeza delirante ha desarrollado una ensoñación en la que el calor producido durante la incineración de desechos clínicos se aprovecha para cocinar y los gases de combustión son canalizados por los mismos filtros que el aire acondicionado. Entre esto, mi elevado consumo de películas de zombis y mi santa defendiendo la iniciativa de una ciudad británica que quería aprovechar el calor del crematorio para calentar la piscina municipal (que a mi me daba muy mal rollo y a ella le parecía fantástico) he alcanzado un punto en el que sólo oír hablar de comer en el hospital me produce tres vueltas de estómago y es que no puedo.

Desde hace algún tiempo es habitual que vaya a casa, se come menos, paso un rato con P, veo cocinar a Mariló Montero y sale en general más barato dado que la distancia del trabajo a casa es cortita, 5 Km. Si no, suelo salir con Silvia y Lou a alguno de los diversos locales de la zona. Somos habituales de un lugar que se llama Tavola Pizza, dejo como adivinanza al avispado lector cual es la especialidad de la casa. Solemos ir también a uno que se llama La Boucherie, dedicado a las carnes, lo digo para aquellos cuya imaginación no sea suficiente para suplir sus deficiencias en la lengua de Victor Hugo. Este era muy del gusto de Amaya, a quien un día le tengo que dedicar una entrada bloggera porque es un personaje realmente original. Lo mejor de esto de las comidas son las expediciones de descubrimiento. La primera que recuerdo fue precisamente con Silvia y Amaya. Fuimos a un sitio que se llamaba L'Hacienda y que según Amaya era de cocina colonial. Hace mucho y ya no recuerdo exactamente que comimos pero sí que había mucho coco y mucho fruto tropical y nada de maíz, cilantro, papas y pedazos de carne de los que se comen en Sudamérica. Finalmente caímos en la cuenta de que "colonial" para los franceses es distinto que para nosotros, en Francia lo colonial no es América Latina sino el África negra, y claro, en el África negra se come mal, escaso y con poca frecuencia así que no hemos vuelto. 

Otro descubrimiento, ese lo hicimos Lou y yo y sí que hemos vuelto, fue un restaurante magrebí que se llama El sueño de Marrakech, así en español aunque una vez cruzas la puerta no habla español ni Dios. Tienen un menú muy apañado que incluye el cous-cous, muy rico y abundante. Lo malo es que sales de allí absolutamente butrino y la comida moruna tiene una digestión un tanto delicada con lo cual es un sitio para ir algún viernes todo lo más. Entre los descubrimientos más recientes se encuentran Jo le boucher, también de carnaza, que no está mal y Les relais d'Alsace, un restaurante donde cené con mi jefe Steve cuando me entrevistó para mi trabajo actual y al que no había vuelto desde entonces; me pareció caro, escaso y el camarero un baboso, vamos que me voy a abonar. Entre los más sencillitos/baratitos -y además rápidos- tenemos un garito junto al Decathlon donde se comen ensaladas y pasta en plan autoservicio y a destacar, y esto supongo que también lo hay en Madrid, el autoservicio de Ikea, que conocí por mediación de P y que es sin duda el que da la mejor relación calidad/precio. Hay muchos más pero para no eternizarme voy a pasar a contar el panorama de la restauración en Nantes que se me antoja más interesante que mis lugares de colación diaria.

La oferta de restauración en mi nuevo pueblo es bastante amplia. Tenemos de todo y, como vamos teniendo una edad adecuada a estas cosas, lo disfrutamos mucho. De vez en cuando salimos P, los niños y yo pero en estos casos estamos un poco limitados a pizzerías, hamburgeserías y a japoneses que son lo que más les gusta a nuestras dos bestezuelas. Japos hay a puñados. Anoche sin ir más lejos estuvimos en un japonés del Quartier Bouffay que es como se llama aquí el barrio del centro donde sale la gente y nos pusimos ciegos de sushi a un precio razonable. Para cosas más serias nos venimos a juntar, más o menos una vez al mes, nos sale así, no es un programa que hayamos pactado, Lou y Judith, Silvia y Eduardo y nosotros dos y vamos a restaurantes diversos de esta nuestra ciudad. Hasta la fecha hemos pasado por La cantine du general, que prometía más de lo que daba y por un tailandés light que sí que me gustó bastante y que se llama Song. Allá por el mes de julio estuve con Silvia y Eduardo en uno que se llama Un coin en ville del cual guardo grato recuerdo y al que un día de estos tendré que volver con P. El clásico más clásico de la restauración nantaise es La cigale, que significa la cigarra y no la cigala como interpretamos fácilmente los españoles, a pesar de la gran cantidad de estos simpáticos crustáceos que reciben a los visitantes a la puerta del local. La cigale es un establecimiento antiguo, con mucho art deco, muy bien puesto, que fue en su tiempo comedor de la universidad, supongo que de la antigua universidad (asumo que hubo una "antigua universidad") porque la actual se encuentra bastante alejada de la Place Graslin, donde se ubica el restaurante. El día de nuestro último aniversario P y yo estuvimos cenando allí. Me pareció un poco caro pero me gustó y desde luego el sitio tiene mucho encanto.

La Cigale


Antes de irme una mención a lo más típicamente bretón que se puede uno echar al cuerpo, las crêpes. Yo, cuando no era francés, pensaba como todo el mundo que las crêpes eran una especie de tortita, más fina que las del Vips, en la que se pone jamón y queso si se quiere salada o chocolate y nata si dulce. Alguno incluso decía que lo de verdad francés es con azúcar y limón. El tema sin embargo es mucho más complejo como no podría ser de otra manera estando de por medio los franchus. Para empezar están las crêpes, que son de harina blanca y se ponen siempre con dulce, y las gallettes, que son de harina sin refinar, así marroncita, y que se ponen siempre, siempre con lo salado. Las crêpes/gallettes se cocinan sobre una plancha circular; allí se añade la mezcla de harina y lo que quiera que lleve para disolverla y se extiende con ayuda de un curioso artefacto de madera. A las crêpes/gallettes no se les da la vuelta, por eso tienen que ser muy finas. El relleno es de lo más variado y está lejos de limitarse al jamón, queso y huevo que nosotros conocemos, antes al contrario les ponen salchichas, patatas, puerros, vieiras y un largo etcétera de cosas, por supuesto jamón y queso también. Las más sofisticadas las he tomado en una crêperie que se llama L'Ille Mystérieuse. El problema de las crêperies es que se ajustan al horario tradicional francés con lo cual sólo están abiertas de martes a sábado, de 12 a 15 y de 17 a 22. Es un misterio cómo consiguen sobrevivir con ese horario pero el caso es que ahí están. Para general ilustración del respetable sobre las costumbres foráneas contaré que con las crêpes se bebe sidra, en el país del vino se bebe sidra. Es una sidra así con espumita, bastante dulce y suave (y eso que yo siempre la pido "brut" que la "dulce" debe ser puro almíbar) que entra de maravilla y que lleva un 5% de alcohol. Cometí el error de dársela a probar a Guillermo que desde ese día sueña con beber sidra libremente el día que el pesado de su padre deje de decirle que con menos de 18 años no se bebe.

Esta es la crepería Heb Ken. Tiene mucha fama pero no hemos ido. Está en el centro.

domingo, 6 de febrero de 2011

En el teatro

He ido al teatro, así de simple, si bien es cierto que la cosa tiene su historia. Realmente la pretensión original no era ni mucho menos ir al teatro, en realidad queríamos ver ópera. Durante mis primeras semanas por aquí me estuve informando de como estaba el asunto de la lírica y la música clásica en Nantes, dado que en Madrid y hasta donde he sabido, ir a una ópera es complicado y caro. En Nantes hay una especie de pequeño teatro de la ópera que se conoce como Théatre Graslin, sito en la plaza del mismo nombre y que, solidariamente con el Grand Théatre, de Angers, organiza una temporada lírica en otoño-invierno. Como estas cosas son muy del gusto de P, rápidamente se puso al asunto y allá por el mes de septiembre de 2010 consiguió unas entradas para el 4 de febrero de 2011. Es curioso que las entradas solicitadas por internet aparecieron en casa por correo ordinario, ya digo que los franceses y la tecnología combinan regular nada más.



Unas fotos del teatro de mi pueblo

El caso es que a la vista del programa P me propuso ir a no-sé-que de Venecia que asumimos sería "El mercader de Venecia" lo cual encontré yo buena idea. Reconozco que un poco de empanada entre Venecia, Shakespeare y Otello ya tenía yo y que en realidad la imagen en mi cabeza era Plácido Domingo interpretando al "moro de Venecia", algo muy culto y adecuado en cualquier caso, apropiado para un espíritu elevado como es el mio, un ser de gustos delicados y distinguidos, la hostia en bote vaya.

Plácido Domingo vestido de Otello, el paradigma de la fineza 

Así las cosas, el día 4, viernes, acudimos ilusionados y maqueados a ver nuestro nosequé de Venecia. Ya P me iba advirtiendo que tras estudio detallado de los programas y la información disponible no parecía que fuese la ópera tal cual sino algún tipo de selección. Ningún problema porque a la hora de la verdad una ópera son tres horas de representación de las cuales sólo enganchan las piezas que te colocan en selecciones del tipo "Los Tres Tenores" y el resto, que en épocas pretéritas y a falta de discotecas era el rato que se ocupaba en ligar con la del palco de al lado, ahora se dedica a poner cara de intenso y a entrar en comunión con las chispas (francamente escasas) de divinidad que habitan el espíritu de los hombres. Hay que tener cuidado con la comunión esta porque te puede llevar con cierta facilidad a un sueño profundo acompañado de ronquidos que vienen a ser mal recibidos por los ocupantes de las butacas próximas. Además la legendaria incomodidad de los asientos de los teatros es un riesgo añadido para la integridad de las vértebras cervicales de este tipo de comulgantes.

Bueno pues a las ocho de la tarde del cuatro de febrero nos presentamos en el Théatre Graslin a ver nuestro Otello veneciano abreviado. El teatro estaba llenísimo, parece que a los franchus les va mucho el rollo cultureta y que acuden masivamente a cualquier acontecimiento de tipo artístico. Yo diría que el gusto de los franceses por las cosas culturales es uno de los aspectos que les diferencian de los españolitos que somos más de Gran Hermano y Sálvame/Belén Esteban. Cierto es que aquí en Francia los políticos de derechas que son los que gobiernan ahora no piensan que haya que eliminar todo tipo de subvención al arte al contrario que nuestros encantadores liberales que consideran que si lo que genera beneficio económico porque engancha al personal es la Princesa del Pueblo pues ¡hala, a la mierda el teatro y viva La Noria! Todos a hozar en la telebasura que es lo que más dinero deja y por lo tanto lo que más derecho tiene a existir.

En fin, nos acomodamos en nuestras localidades, bajaron las luces, subió el telón, comenzó a sonar música barroca y aparecieron sobre el escenario dos actores manteniendo una animada charla en francés. Así, a pelo, en francés, ni subtítulos ni nada. Al cabo de un rato se pusieron a cantar, muy bien, muy agradable, pero se acabó el cántico, cambió el escenario y más conversaciones en francés. Al final el tema resultó ser una especie de zarzuela, menos canto y más parla que una zarzuela pero vaya, ese era el fundamento. La historia era que Antonio Vivaldi se disponía a dar un concierto en su Venecia natal y que un par de malotes, uno de los cuales era su hermano gemelo, le querían reventar el espectáculo. Finalmente le secuestran a la Prima Donna a la que no consigue rescatar pese a la ayuda incondicional del enamorado de la cantante, un tal William (creo que es Shakespeare pero eso no me quedó muy claro porque hablaba con acento inglés pero salía vestido de fraile) y un bizarro comisario con espadín. Al final todo resulta ser una pesadilla del propio Vivaldi que despierta y al comprobar que no pasa nada queda muy contento, situación esta que se celebra con los cánticos pertinentes.

Me gustó así en general. Lo de las canciones me gustó, visualmente era muy atractivo y ya si me hubiese enterado de lo que decían los actores seguro que había sido la leche. Al salir del teatro nos encontramos con unos amigos que han estado de visita en la ciudad este fin de semana y aprovechamos que ella habla francés para preguntarle el título de lo que habíamos visto:

- ¿Esto significa "El Mercader de Venecia"?

- No, no, cauchemar es pesadilla, significa "Pesadilla en Venecia"

Y entonces lo entendimos todo. Qué chungo es el analfabetismo.

"Pesadilla en Venecia" de Jean-Luc Annaix y Michel Arbatz. Acertamos en la mitad.

jueves, 3 de febrero de 2011

Redes sociales

J, ese ser convulso de personalidad múltiple con el que mantengo una absurda e inexplicable relación de dependencia me me lió para entrar en el Twitter. Yo soy profundamente reacio a las redes sociales y él también con lo que la situación me resultaba un tanto desconcertante. Parece ser que a J le habían iniciado sus hermanos, no sé si todos en grupo o de uno en uno. También se me hizo raro porque J es muy dado a hacer lo contrario de lo que le dicen sus hermanos. Que si es una cosa muy útil, que si no tiene nada que ver con el Facebook, que si tal que si cual, en fin, que al cabo me metí en www.twitter.com y me abrí una cuenta y esperé a ver si pasaba algo. No pasaba nada. Varios minutos sin que ocurra nada. Varias horas y nada. Al final escribí a J por un sistema más tradicional, el teléfono móvil. J, siempre dulce y cariñoso me dijo, algo así como "tienes que hacerte seguidor de alguien, gilipollas". Dicho y hecho, me hice seguidor del propio J y vuelta a esperar. Minutos esperando, horas esperando, nuevo SMS contando la situación "me he hecho seguidor tuyo pero no pasa nada", respuesta, "es que yo soy más de mirar que de twittear". ¡Anda cojones! 27 años para descubrir que J es pasivo, la vida no deja nunca de sorprendernos. Buscando más acción decidí hacerme seguidor de entes más animados y así de un plumazo me puse en la lista de El País, El Mundo, Cadena SER, Arturo Pérez Reverte, información de Nantes, Las horas perdidas (una web de cine muy interesante y recomendable www.lashorasperdidas.com, no os la perdáis) y un fulano que se llama tvn_mauricio que no se quien es pero se me escapó el dedo. Lo que ocurrió a continuación es fácilmente predecible: una avalancha de información se desparramó en mi i-pod contándome todo tipo de cosas de lo más variado. Lo agobiante de la experiencia me animó a salir inmediatamente del Twitter para ponerme a salvo. Pero ni mucho menos. El Twitter me persigue y me manda mensajes por correo electrónico. Los chascarrillos de J me entran todos por ahí aunque no me conecte a la cosa aquella. Pero lo de J es lo de menos, lo chungo es que me han salido seguidores, una pretendida Madie Schroeder a quien por supuesto no he contestado y algo que se llama "Inspired ones", que tengo para mi que debe ser la CIA o alguna otra versión de la mano negra que mueve los hilos. Pasado el susto inicial volví a entrar con ánimo declarado de filtrar aquello y de darle una nueva oportunidad a J que sigue insistiendo en las maravillas del invento que le sirve para estar al tanto de todas las novedades que se producen en sus temas de interés que básicamente se circunscriben a la Ciencia, el facherío y este blog. Puestos en faena me quité de seguidor del tal Mauricio y puse orden en las otras cosas de manera que ya no me venían en avalancha. Ahora sigo teniendo un chorretón de informaciones que directamente ignoro pero eso sí, en perfecto orden. Por sacarle alguna utilidad al tema probé a ver si podía enterarme de la feria que se había montado con el bobo de Bisbal y sus declaraciones sobre la revolución en Egipto así que me hice seguidor de Bisbal. Tras diez minutos leyendo gilipolleces comentadas por el antedicho decidí dejar de seguirle porque no me reía nada de nada.

Con J en Central Park en otoño de 2007

En fin, que no he sacado nada del Twitter pero ahí sigo. ¿Y por qué? Pues porque al acabar las entradas del blog lo hago saber a través del Twitter y así J se entera y por lo visto me lee de inmediato siempre y cuando le salga de las gónadas, naturalmente. Es que J se adapta rápidamente a la modernidad y probablemente ya no exista para él nada que no pueda alcanzarle a través del Twitter, y eso que no es de Apple.

Antes de irme a leer las aventuras de Lolita de las Galaxias y a rezar mis oraciones otra recomendación más: Las fotos de S, son algo realmente espectacular. Se pueden ver en Flirck buscando a un tal molcorgan (no se me alcanza de donde habrá sacado su mente enferma ese nombrecito). He intentado poner una de muestra pero no hay manera así que quien quiera verlas tendrá que entrar al Flick ese. La dirección es http://www.flickriver.com/photos/29175218@N04/sets/72157614759266107/

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