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miércoles, 22 de diciembre de 2010

La Lotería, heraldo de la Navidad

Cuando después de veinticinco minutos viendo la consabida alegría de los premiados Pepa Bueno ha anunciado que todavía faltaban no sé cuantos cuartos premios y todavía más quintos he decidido que ya tenía suficiente y que era llegado el momento de cambiar de actividad y en eso estoy.

Hoy me han pedido que hable de lo que me gusta y de lo que no me gusta de la navidad. Es complicado porque de esa fiebre anual que se llama navidad no me gusta prácticamente nada desde que me hice mayorcito. De hecho ya no me queda ni el incentivo del regalo porque ya hace años que nadie me regala nada por navidad pero vamos, que eso es un tema menor. Me disgustan bastantes cosas: la felicidad y la solidaridad impostadas, los ataques compradores, el dispendio en general, la ingesta desaforada de todo tipo de comidas y bebidas, los atascos de tráfico... ¡ay los atascos! Una de las cosas que peor llevo de la navidad es la lotería, probablemente lo que más después del anuncio de Freixenet. Y analizando, analizando, llego a la conclusión de que lo que me desagrada de la lotería es que no tienes posibilidad de elegir, hay lotería y hay lotería y no es socialmente aceptable que a uno no le interese. Te venden lotería en la empresa, en la universidad, en el bar, te persiguen durante meses y finalmente el razonamiento es lo mucho que te vas a arrepentir si dices que no y resulta ser el número premiado: La suerte llamó a tu puerta y tú no quisiste abrir, gilipollas. Y mira, los españoles a ser pobres estamos acostumbrados pero lo de quedar como gilipollas es que lo llevamos de mal... Así que compras, todo el mundo cae y compra. Yo sé que hay gente a la que le gusta. Lo respeto, no lo entiendo pero lo respeto. Gastarse un dinero en comprar un papelito que te cambian por mucho más dinero siempre y cuando una bolita salga por el orificio-aliviadero de un bombo me parece falto de emoción. No sé, pienso que apostar a un boxeador, que siempre puedes azuzarle ¡mátalo, mátalo, machácale el hígado! o a un caballo que corre o incluso a un equipo de fútbol, pues tiene un intríngulis y una tensión pero a un sorteo que lo más me recuerda a los problemas de Estadística y Probabilidad como que no lo veo. Pero ya digo, cada uno es cada cual y hay que respetarlo. Si todo el mundo se comportase así la lotería de navidad dejaría de ser el coñazo que es. Habría despachos de boletos a los que entraría quien realmente quisiera y no existiría el acoso y derribo al que nos vemos sometidos los estúpidos y los raritos.

¿Para cuando Belén Esteban de burbuja?

La segunda parte del emplasto lotero tiene lugar el día del sorteo propiamente. Desde que recuerdo el sorteo de lotería de navidad viene siendo lo mismo, los niños de San Ildefonso, el soniquete, el salón de loterías y la colección de premiados que pierden todos la compostura, hacen el indio delante de la cámara y siempre declaran lo mismo "para tapar agujeros y algún antojillo, nada más". Da igual lo que ganen, todos hacen lo mismo y dicen lo mismo y así llevan más de cuarenta años, doy fe. Pues nada, hoy no he podido oír el programa de Francino porque retransmitían el sorteo ¡Dios, el sorteo en directo, me muero de emoción!, no he podido ver cocinar a Mariló porque TVE ¡retransmitía el sorteo en directo! y el telediario ha ocupado el 60% de su tiempo con el manido retrato de los felices ganadores. Y el final siempre lo mismo: "Para los que no halyan ganado queda es sorteo de El niño" Y luego está aquello de "El niño tiene menos fama pero deja mucho más dinero". Lo bueno es que mañana se habrá pasado y todo volverá a la normalidad relativa de estas fechas entrañables.

Con todo hay dos o tres cosas que me hicieron gracia respecto a la lotería navideña. Una fue aquella individua que no compró lotería en la empresa y tocó el gordo. Creo que se la llevaron con un ataque de nervios. Literalmente. En realidad la chica sí que jugaba a la lotería lo que pasa es que jugaba "a que no toca", una modalidad de juego en la que se gana más frecuentemente, aunque menos dinero, pero en la que, ojo, también se puede perder como le ocurrió a esa pobre. Otra cosa que me llama la atención es la creciente afición del personal a disfrazarse para ir a escuchar el sorteo. Tampoco lo entiendo pero no deja de ser una nota de color que siempre se agradece.

En fin, intentaré pensar en positivo y dar con algún evento navideño que me de gustito.

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