Vistas de página en total

martes, 1 de noviembre de 2011

La media maratón de Saint Christophe du Ligneron

Esta mañana he corrido una media maratón, es decir, 21,097 Km. Como un machote. La media maratón ha tenido lugar en los alrededores de una población que se llama Saint Christophe du Ligneron. Yo creía que había llegado el último pero no, el último ha debido llegar unos 40 minutos más tarde que yo, pero mejor empiezo por el principio puesto que esta historia, como todas las mías, está llena de enseñanzas prácticas y moralejas que serán de gran aprovechamiento para los lectores avisados que vengan a dar con su osamenta en este país. Aspallá.

Hacía mucho tiempo que no corría una carrera popular (San Silvestre Vallecana 2010) y más aún una media maratón (Media Maratón de Madrid 2009) con lo que cuando Nicolas culoprieto, mi instructor de gimnasia, me vino con el ofrecimiento de correr la media, no me pude resistir. Para correr la carrera en cuestión, no perteneciendo yo a ningún club federado de atletismo (federado en Francia, si no, no vale), tenía que pagar euros 11 de la inscripción, rellenar un formulario y presentar un certificado médico para aportar alguna garantía de que no me voy a quedar en el sitio durante la prueba. Hasta ahora no había hablado de ello pero los franchus te piden certificados médicos para casi cualquier actividad deportiva  y, en mi caso, son euros 30 que tengo que soltar porque aquí el médico está pagado si estás malo pero si es para vicios te lo pagas tú (tomad nota porque en España es lo siguiente que nos van a hacer). Esta simpática circunstancia me da que pensar que es la primera y última competición deportiva en la que participo en este país. Luego no será así pero de momento estoy en eso. No deja de resultar curiosa esta fijación de los gabachos por no retirar cadáveres, me tendré que informar; en Madrid, sin ir más lejos, se nos muere uno en la línea de meta y ahí está nuestra unidad del SAMUR para intentar revivirlo sin éxito. En fin, estamos sin civilizar en la Galia.

Habiendo entrenado algo menos de lo que la circunstancia requiere, esta mañana de día festivo me he levantado a las siete menos veinte para acudir a punto de encuentro en Fitness First, el gimnasio al que acudo y donde la habían liado para que fuésemos. Allí estábamos un total de 15 individuos entre vigardos y vigardas. Quiero destacar el detalle que a excepción de Nicolas culoprieto y otro muchachito instructor del gimnasio, casi todos habíamos cumplido los 40 hace bastante tiempo ¿qué coño pasa con los jóvenes en este continente?

Hicimos el viaje a Saint Christophe du Ligneron en coches diversos. Yo puse el mío porque no quería andar dependiendo de franceses desconocidos, prefiero que dependan ellos de mí. El camino una preciosidad, el campo verde, verrrde, verrrdisssimo, con una luz anaranjada y brillante de amanecer, con neblina levantándose del suelo de tanto en tanto... delicieux en suma. Ya tengo dicho que la Bretaña es muy hermosa.

Al llegar lo primero que me ha llamado la atención es la escasa aglomeración de bípedos humanos tan habitual en estos saraos. Claro, está uno acostumbrado a las carreras populares madrileñas en que los participantes se cuentan por decenas de miles y aquí no creo que fuésemos muchos más del millar de corredores. Yo sospechaba que la organización iba a ser un desastre de aficionados considerando lo exiguo de la tarifa pero no, para nada. Al llegar al centro de acogida he tardado poco en entender la mecánica de la recogida de dorsales y me ha resultado muy sencillo conseguir el mío, el 390.

El recorrido era un circuito de unos 10 Km, bastante plano, al que había que dar dos vueltas. Hemos salido razonablemente puntuales alrededor de las diez de la mañana. En la salida me he quedado el último a causa de algún contratiempo con mis elementos electrónicos. Nada serio. Me he puesto a correr a mi ritmo y rápidamente he empezado a adelantar a otros corredores en busca de mi sitio. Para animarme he ido seleccionando objetivos a los que iba dando alcance y rebasando, objetivos fundamentalmente femeninos que son los que a los tíos nos estimulan, digan lo que digan por ahí, en algunos blogs de la competencia. Así, he pasado a una tía súper-cachas de trasero interesante, a otra blanda que iba enseñando las bragas, a una Barbie vieja de mi gimnasio (esta pasa de los 55 y se le ve absolutamente orgullosa de su buena forma ¡bien por ella!), etcétera, etcétera. La primera vuelta la he hecho a muy buen ritmo, pasando por los 10 Km a 57 minutos que no está mal considerando que me iba conteniendo para no desfondarme antes de tiempo. La segunda vuelta, por el contrario, ha sido un Calvario. En el Km 12 ya me iba viendo cansado e iba perdiendo velocidad. En el Km 15 me iba cagando en todo el santoral por riguroso orden alfabético y ahí es donde me han empezado a fallar las fuerzas y los ánimos. Ha empezado a llover copiosamente. En el Km 17 ya ni culos miraba y me han empezado a pasar todos aquellos a los que había dejado atrás durante la primera vuelta. Me han pasado por este orden la tía cachas, la Barbie vieja y la de las bragas vistas además de una infinidad de tíos a los que no tenía computados. En el Km 18 he decidido que por mis cojones llegaba a la meta, premonitoria decisión porque prácticamente me desplazaba sobre estos apéndices al cruzar la línea de llegada ante entumecimiento del resto de mi cuerpo. Como en el Km 19 había dejado de llover y retornado el Sol, he llegado todo lo seco que permitían mis sudores. Cuando he cruzado la meta, por una alfombra roja por más señas, he escuchado mi nombre por megafonía. No es que me estuviesen esperando, es que los dos chips que llevábamos lo iban chivando para hacernos el seguimiento, un detallito de los gabachos que he de reconocer que me ha llegado. Tras la línea de meta había un breve recorrido  hasta el interior de una instalación deportiva donde nos han dado bebidas varias y el trofeo-recordatorio más extraño que he recibido jamás. Tras analizarlo en casa creemos que es un artefacto para poner un huevo duro y comérselo de esa manera tan chorra que se comen los huevos duros los extranjeros.

Reunido el grupo de Fitness First y convenientemente rehidratados hemos tomado el camino de regreso a casa y entonces es cuando lo he visto. Ha sido una experiencia mística. Un individuo un tanto fondón, trotaba penosamente escoltado por los vehículos de la organización pero no se rendía. Era el último corredor, el último que iba a atravesar la línea de meta. Tenía cara de angustia, estaba cansadísimo y se sentía morir a cada paso pero el tipo seguía corriendo, con un par. No he tenido más remedio que parar el coche y aplaudirle, es la primera vez en la vida que me cruzo un héroe y soy consciente de ello.

Aparte del trofeo y un puñado de publicidad, me he llevado como dos litros de agua (puestos) y una bonita colección de dolores diversos por todo el cuerpo. Eso aparte de la satisfacción de haber terminado los 21 Km y de darle envidia a J que no va a tener más remedio que correr conmigo la San Silvestre Vallecana de este año.

A estas horas ya casi he recobrado mi condición humana. He comido divinamente un pescado muy rico que ha cocinado P y me he trasegado una parte significativa de una botella de un vino blanco de Sancerre que no ha salido malo, para bajar un poco la carrera. Me queda el dolor de piernas y el aspecto penoso de mis pies, nada que no se pase en un par de días. Supongo que la próxima será la Sansil de este año.


Esto es lo que me han dado después de correr 21,097 Km. ¿No es surreal?


8 comentarios:

  1. Que conste que yo esperaba fotos de zombies en lugar de trofeos raros pero aun asi.no es un plato para sacar olivas y el tarrito para dejar los huesos?no se,es por si ayudo a resolver el misterio.enhorabuena por la media maraton,lo q cuenta es participar!

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Os mata de envidia mi sujetahuevos.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. El domngo corrí en madrid la del BBVA, 10 km. Me parece una distancia perfecta, no entiendo esa fijación que tienes por correr las medias maratones. Por cierto, yo también corro la San Silvestre, recuerdas? Es un ataque de celos, no me hagas caso.. jejeje

    ResponderEliminar
  6. Ya sé tontico, es que a él le da envidia lo de la media. La Sansil la corremos todos, creo que incluso mi cuñada.

    ResponderEliminar