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sábado, 9 de abril de 2011

¡A sudar!

Esta tarde he estado corriendo. Un poquito nada más porque llevo unos cuantos días de parón, comiendo malamente y bebiendo cosas alcohólicas. Y es que la tentación es grande y más ahora que he recuperado la vida en familia. Es fácil entrar en la rueda de trabajar muchas horas, llegar tarde a casa y comer y beber sin ningún cuidado. Cuando estaba solo en Pamplona me costaba menos, como no tenía nada mejor que hacer ni quien me echase en falta, llegar a casa a las siete y media o las ocho y salir a correr no me suponía un gran sacrificio. Pero aquí no es igual, el sofá con compañía tienta mucho. Pero no hay que rendirse, no hay que rendirse nunca, no hay que dejarlo nunca. A mí hay una serie de frases de procedencia diversa que se me graban a fuego y me acompañan en todo momento y supongo que seguirán conmigo hasta que se me acabe el tiempo; esta concretamente es de mi padre que cuando quiere es un hombre sabio, atentos: "Lo que no se usa, se pierde". Yo creo que cuando lo dijo se estaba refiriendo a una parte de la anatomía humana sobre la que, en principio, no tengo pensamiento de escribir hoy pero sea como fuere es una sentencia certera y cargada de realidad. Yo por lo menos me la tomo muy en serio. Será porque he visto a seres humanos válidos desaparecer entre las fauces de un mando a distancia. El mando a distancia te engancha a un sofá y con él cambias canales en un televisor. El sofá se alimenta de tu tono muscular, de tus piernas, de tu espalda. La televisión consume tu cerebro, te inhibe de pensar y de hacer y al final acabas siendo un cachocarne agilipollado y carente de vivencias propias. Vamos a ver, que yo tampoco soy un talibán que quiera la destrucción de los televisores y que los considere un arma de Satanás, ni mucho menos, a mi la televisión me gusta pero todo en su justa medida.

En fin, decía que había venido de correr. Hace bastantes años que corro con cierta regularidad. En términos relativos soy "un paquete" porque corro a un ritmo bastante lento y no he sido capaz de hacer más de los 21 Km de la media maratón y esto con gran esfuerzo y no poco sufrimiento. Pero mirando al total de la población, ¿cuántos de mi edad y condición hacen esto en lugar de dejarse arrastrar al fondo del riesgo del padecimiento cardiovascular, ein? Además correr no me gusta demasiado, es aburrido y resulta cansadísimo, realmente da gusto cuando te paras. Sin embargo tengo buenas razones para vencer la natural pereza, calzarme las zapatillas y salir a recorrer parques y aceras cual si me persiguiesen los malos, en ocasiones con lluvia e incluso nieve, alguna vez con demasiado calor, a menudo por la noche. Yo corro lo primero para mantenerme en forma, para tener piernas fuertes, fondo físico y quemar algo de la grasaza que me sobra, en suma para no perder la capacidad de moverme en reconocimiento a lo que sentenciaba mi padre. Lo segundo y no menos importante, corro para ejercitar la fuerza de voluntad, para demostrar que cuando decido que soy capaz de algo, realmente soy capaz, que no es un farol vaya, sólo así se consigue llegar a la meta de una media maratón o lo que sea que uno decide correr o enfrentar en la vida. Yo lo recomiendo vivamente.

No soy el único. J corre, corre como un gamo el jodío. Además es perseverante y disciplinado y, como está un tanto chalado, lo ha convertido en una suerte de práctica religiosa. Corrimos juntos las dos últimas ediciones de la Media Maratón de Madrid pero lamentablemente este año no va a poder ser. Lo echo de menos. Otro que corre como un profesional es P, mi cuñado. Además como para según que cosas es un poquito cabeza cuadrada (como su hermana, ahora que no me escucha), sigue un metódico entrenamiento convenientemente programado que le permite altos rendimientos y correr maratón tras maratón sin despeinarse (si bien para él lo de no despeinarse tiene un mérito relativo nada más). Además piensa que J, F (que también corre) y yo somos una partida de túzaros indisciplinados y que un día nos va a pasar algo por afrontar esfuerzos para los que no estamos preparados. Ya veremos.


Tres bravos corredores, pasaditos los cuarenta y tan ricamente

El caso es que corremos, que hacemos ejercicio y que así no sé si nuestra vida será más larga pero seguro que tendrá más calidad. Y si no se corre porque no se puede o no se quiere, hay multitud de deportes, gimnasios, pistas de tenis, campos de baloncesto, piscinas, etcétera, etcétera, etcétera que le permiten a uno mantener la máquina a punto para no ser despedazado por un mando a distancia y un sofá. No hay excusa.

De mantener viva la neurona no digo nada porque doy por hecho que si tenéis la paciencia de leer esto es que sois gente que dista mucho de enajenarse frente a un televisor hasta que se le licua el cortex pero cuidadín, en el sofá también se lee.

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