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lunes, 4 de abril de 2011

Berecíbar y otras hierbas

Estoy con la televisión puesta y tengo "Españoles en el mundo" como música de fondo, ese programa que en una ocasión me llevó a preguntarme si vivir en el extranjero agilipolla. La pregunta sigue ahí y espero algún día recibir vuestra respuesta. Parafraseando el título del programita había pensado en llamar a esta entrada "Españoles en Nantes", luego lo he cambiado por "Españolas en Nantes" y finalmente he decidido ir al turrón porque hoy me propongo hablar de Berecíbar, Amaya.

Mi primera referencia sobre Amaya vino a través de Silvia que, con ese optimismo que habitualmente destila, me dijo "hay otra española en Vivalis, es una chica de Bilbao". Yo, que recién llegaba de Pamplona, venía ya bastante ilustrado en temas vasco-navarros. Ya sabedor de que había otro ente español en la empresa, pasaban los días sin que diese con ella. Un día pasó por mi edificio una individua con un aspecto de vasca que tira de espaldas, que se dirige a mí y con voz atronadora me espeta "¡Hola! ¿Tú eges el español, vegdad? Yo soy Amaya, de Bilbao" y se fue... Me quedé tieso porque los rasgos físicos y el tono de bronca de su voz eran inequívocamente vascos pero el acento y el corte de pelo eran franceses (en Bilbao le habrían hecho uno de esos cortes que se hacen allí las mujeres y que parece que tienen la cabeza cuadrada). Estuve tentado de preguntarle si era "Amaya" o "Amaia" porque con los vascos uno nunca sabe y puestos a ofender, que sea a sabiendas. Por suerte no se lo pregunté porque algún tiempo después me di cuenta de que no habría entendido la sutileza.

Mi relación social en el trabajo durante las primeras semanas era Silvia. Es lógico porque Silvia es una persona sociable, no como yo, y por eso mismo fácil y agradable de trato. Silvia tenía ya muchas relaciones, entre ellas Amaya con la que salía a comer alguna que otra vez. Un día me propuso ir a esas comidas. Así de primeras me dio un poco de cosa porque la vasca me daba un cierto miedito pero vaya, que tampoco me iba a pasar nada así que acepté. La primera de muchas, es más, la penúltima vez fuimos Amaya y yo solos porque a Silvia se le había roto no sé que tripa.

Amaya, o simplemente Berecibar que es como me gusta llamarle de vez en cuando, es un híbrido cultural y ella lo sabe. Efectivamente su aspecto es inequívocamente vasco, creo que tiene un pedigrí euskaldún que para sí lo quisiera uno de la mesa nacional del PNV. Sin embargo le llevaron a Francia de niña con lo que su educación es francesa y el resultado es sorprendente. Habla español perfectamente pero tiene un acento francés bastante notable. Con ese vocabulario y ese acento parece que está imitando a un francés hablando en español. Luego tiene de vez en cuando unas salidas gabachas curiosísimas que también resultan sorprendentes porque al cabo de un rato la interiorizas como española pero lo cierto es que ella ejerce de francesa la mayor parte del tiempo como es natural. Me hizo mucha gracia cuando comentaba que su madre le preguntaba "que pog qué le he puesto a la niña Clotilde, qué si me ha hecho algo la pobrge, anda esta, pues pogque me ha dado la gana" (N del A: el nombre de la chica se pronuncia Clotild -con la "d" muy suave- que suena mejor que el formato español, por lo menos a mí me lo parece).

Hace poco tuve ocasión de ver a un hermano suyo. Espectacular. Tiene el mismito aspecto de la gente que te cruzas por el Paseo Sarasate de Pamplona. Te tienes que frotar los ojos para darte cuenta de que la txapela se la estás poniendo tú con la imaginación. Eso sí, abre la boca y tiene exactamente el mismo acento francés que la hermana lo cual me da que pensar que en realidad ella es así, no es que se lo esté haciendo para dar la nota.

Amaya tiene una vida laboral un poco complicada porque su jefe es un cretino hortera que no vale la mitad que ella pero ahí está. Para colmo hace poco le han operado un cáncer, afortunadamente con buen resultado, debo añadir. A pesar de todo ella continúa cabezona y peleona, demostrando que carece de la cursilería y pusilanimidad tan frecuente entre los franceses. Igual es cosa de la genética. Gracias a Amaya estoy descubriendo muchas cosas de Francia y los franceses. Es además una persona generosa y con gran sentido del humor por todo lo cual le estoy muy agradecido y le deseo lo mejor.

PASATIEMPO: En la fotografía aparecen Amaya, vasca francesizada, y Silvia, catalana echada a perder (tiene casa en Madrid y le gusta, por más que continúe siendo seguidora del Barça). Adivinar cual es cada una.

Amaya con Silvia. ¿Cuál es cuál?

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