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domingo, 10 de abril de 2011

El desolador panorama de nuestra gloriosa reputación (método de cuantificación de la popularidad)

Hace unos días recriminaba a J que estoy muy molesto con él. Con él y con nuestro amigo F. Reclamada la lógica explicación por su parte le expliqué que de un tiempo a esta parte veo continuamente a María Antonia Blasco en televisión y que a él no y que encima, en estos tiempos de incertidumbre nuclear que nos abruman desde Japón que están dando muchísima cancha a una legión de especialistas en horrores nucleares que intervienen continuamente en radio y TV, no hay rastro mediático de F; ¡con lo bien que da en cámara!

J hace trabajos de gran valor científico que sin duda contribuirán a mejorar lo miserable de la condición humana, lo digo en serio. Trabaja en cáncer de mama y últimamente anda descubriendo cosas verdaderamente interesantes. Encima es más guapo que María Blasco pero, ¡ah amigo! la Blasco que es feucha y desgarbada ha descubierto la fuente de la eterna juventud aplicada a los ratones de laboratorio y el simplismo popular rápidamente ha asumido que si se puede hacer con un ratón se podrá hacer con las personas. Encima, y de esto puedo dar fe porque los he escuchado a los dos, a María Blasco se le entiende mejor. El resultado es que últimamente no hace más que salir en televisión, reportaje tras reportaje, y el insigne J se queda para la prensa escrita. Para colmo la local.

Los científicos españoles María Blasco y Joaquín Arribas

Peor aún es lo de F. Mira que están saliendo especialistas en energía nuclear y en los estragos que produce. Mira que se sacan especialistas en el tema para todos los debates radiofónicos y televisivos que se emiten desde lo de Fukushima. Pues nada, sin noticias de F.

Fernando Usera, especialista en Protección Radiológica aunque la foto  se las trae

Andaba yo ene estas reflexiones cuando se me ha ocurrido cómo medir la popularidad que cada cual tenemos. Nada más fácil para esto que la internet. Así pues me he plantado en Google y he empezado ha medir la popularidad de cada cual. He comenzado con J, tecleando su nombre en la búsqueda de webs. La primera página de resultados, toda suya. Suficiente. Otro tanto ocurre en el caso de F. Por último he tecleado mi nombre y dos apellidos y he descubierto que mi fama es como mínimo una entrada inferior a la de mis amigos, al menos en la primera página.

A continuación he pasado al segundo nivel de popularidad, imágenes de uno en internet. La red atesora una cantidad notable de imágenes de J: J en el laboratorio, J con sus colaboradores, J con su jefe, J con corbata... Definitivamente J es un tipo popular. La imagen que presento hoy está directamente tomada de la internet. Después he repetido la operación con F. Sólo me ha devuelto el buscador dos imágenes en las que le reconozco, una de las cuales adorna este blog. Finalmente he puesto mi nombre y he buscado imágenes. Google me ha devuelto una variopinta colección de individuos feos con aspecto de facinerosos, ninguno de los cuales soy yo. Además he descubierto que hay por ahí un tal Alfredo Martínez que se dedica a la información deportiva, que es muchiiiiisimo más interesante que nada que yo pueda hacer o decir y que por tal motivo bloqueará cualquier tentativa mía de saltar a la popularidad mediática a menos que me cambie de nombre o me líe con Belén Esteban. Ninguna de las dos cosas entra de momento en mis planes.

Belén y yo, una pareja imposible, no sólo por distancia física que nos separa...


Algunos de los individuos con los que comparto nombre y primer apellido
Todavía he querido ir un paso más allá en la cuantificación de la fama y he pasado a teclear los nombres de los Tres Infantes de Carrión, Usera, Arribas y Martínez, en la sección búsqueda de vídeos de Google. En mi caso, primer descalificado, mi nombre aparece asociado a una colección interminable de jugadas de fútbol narradas por el tal Alfredo Martínez, ya digo que nunca seré nada en la vida. Acto seguido he buscado los vídeos de mi amigo F pero lo suyo está tomado por enajenados que hacen cosas en el popular barrio de Usera, de Madrid. Cosas en general bastante estúpidas y macarriles debo añadir. Ha habido un leve destello con un vídeo que se titulaba "Don Fernando de Usera jugando a los bolos" que tenía 35 visitazas pero creo que era un fulano que se llama Fernando, que vive en Usera y del que han colgado sus amigos un vídeo de malísima calidad tomado mientras intentaba jugar a los bolos. Con gran escepticismo he buscado vídeos de J pero mira tú por donde, me he encontrado nada menos que dos, y los dos relacionados con el auténtico J. El primero es uno en catalán en el que sale él (él no habla en catalán pero sí que se ha sacado la patata entera que habitualmente lleva en la boca y que dificulta que los otros humanos entendamos bien lo que dice) explicando cosas de su trabajo. Si hay curiosidad se le puede ver en http://www.youtube.com/watch?v=EvuE5wUA1vE El otro vídeo es la lectura de un cuento que envió a la radio, no tiene la misma gracia porque no sale él.

Pues nada, ya sabéis en qué se puede uno entretener un domingo por la tarde, en medir su popularidad o la de sus amigos. Yo no me he puesto a hacer escalas pero igual se podía.

3 comentarios:

  1. Querido A,

    Como bien sabes lo bueno que tenemos los fachas es que cumplimos las promesas así que, como te prometí escribir algo en tu blog hoy, aquí estoy. Si hubiera sido un ciudadano de centro, centro izquierda o sucesivas derivaciones hacia el occidente del espectro político, no estaría. Ya sabes, en sólo una vida pasar de ser el director de la campaña “OTAN de entrada NO” a ser secretario general de la misma organización, sólo esta al alcance de un izquierdista. Y verlo con naturalidad, sólo al del rebaño progre.

    En fin, cumplido el trámite de la puya política, te diré que me ha gustado mucho la disquisición sobre la fama. Creo que la gente se esfuerza bastante más por la fama que por el dinero. En mi profesión he visto hacer cosas por salir en los medios que “vosotros, gente, no creeríais”. Muchas gracias por los piropos sobre mi trabajo, son inmerecidos (si lo sabré yo).

    Te voy a dar pie para otra entrada. Creo que la revolución que supuso la imprenta fue varios órdenes de magnitud menos importante que la que ha supuesto la popularización de internet, a la que hemos asistido tu, yo y el resto de tus lectores. Y la imprenta cambió la historia de la humanidad para siempre. Hasta los progres que hacían gala de no tener móvil están claudicando (bien es verdad que reconocer constantemente que estás equivocado es consustancial a ser progre). Poco a poco nuestra vida va quedando reflejada en internet, solo los necios creen que los e-mails son realmente privados, y si no ocurren muchos maremotos japoneses, allí quedará hasta el fin de la humanidad, cada día con mayor detalle. Cuando hayamos cascado, Dios quiera que dentro de bastantes años, todo seguirá allí. Lo verá nuestros hijos, nietos, bisnietos, tataranientos y lo que sea que venga detrás. Alguna empresa quiere hacer negocio borrando de internet los datos de los muertos, pero creo que son poco fiables.

    No sé donde quería ir con esto, pero seguro que a ti se te ocurre algo.

    Escribiré más a menudo aquí, me gusta más tu Blog que el de Antonio Muñoz Molina que, de puro intenso en su sencillez, acaba estomagando. Y cuando un facha dice que hará algo...

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  2. Yo ya te he explicado muchas veces y supongo que J. estará de acuerdo lo de que la popularida de M.A. Blasco depende en gran medida de su directora de tesis. En este pais si has hecho la tesis con Margarita Salas se te abren todas las puertas;las de organismos públicos, las becas,sobretodo las de la CAM e incluso la puertas detodas las empresas relacionadas con Genetrix. Y sino, mira a nuestra flamante ministra de la Ciencia,igualmente doctoranda de Margarita, también conocida como "la barbie del CBM".En fin, que es triste que por razones de "popularidad" se valore mas el trabajo de unos científicos que de otros.

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  3. Pues yo salgo en Youtube, claro que no por mi nombre y con lo orgulloso que estoy de esa entrada evidentemente NO diré como buscarme...

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