Vistas de página en total

domingo, 13 de marzo de 2011

Amigos en casa

Ayer me desperté a las ocho y media de la mañana y no conseguí volverme a dormir y eso que la noche anterior me había ido a la cama a las tres, de ahí que estuviese yo bastante espeso por la noche, a la hora de darle al blog. El día transcurrió bastante ocupado porque a la hora de la cena (?), las cinco de la tarde, esperábamos la visita de Stephen Brown y su señora Christine y había que comprar, limpiar y cocinar. Steve es mi jefe, uno de los tipos que mejor me han tratado profesionalmente hablando y sin duda el mejor jefe que he tenido nunca. No sé si decir que es un amigo pero bien podría. Además hemos desarrollado un cierto sentimiento de comunidad porque somos dos extranjeros rodeados de franceses por todas partes. Steve es un tipo correcto, culto, excelente ingeniero y buen conocedor de la historia y la cultura de su país, del país en el que vive, y de unos cuantos más incluido el nuestro del cual es asiduo visitante. El único pero que se le puede poner a Steve, también a Christine, es que es inglés y eso condiciona muchas cosas de las que paso a contar algunas pero especialmente la comida.

La primera rareza que le vi con respecto al tema comidas fue en Barcelona. Estábamos allí por razón de un congreso al que yo fui de oyente y él de ponente junto con otro individuo más de la empresa. Una de las noches del congreso salimos los tres a cenar y yo, que de alguna forma ejercía de anfitrión e intérprete, me los llevé a cenar a "El merendero de la Mari", que es uno de mis restaurantes favoritos. Allí, sabiendo que Steve era persona viajada por España, le recomendé que probase el arroz negro por ser un plato poco común y muy bueno. Él me respondió que no, que era una cuestión de principios el no comer "cosas negras".

Steve en su despacho


Para la cena de ayer Steve me había advertido con muchas disculpas que ellos no comían marisco. Le embromé un poco y finalmente concluimos que no comían cosas con ojos y patas, lo cual resulta un tanto limitante a la hora de hacer comidas especiales, uno tiende a pensar en paellas, almejas y cosas así cuando trae guiris a casa. Como queríamos montar el numerito del typical Spanish configuramos una cena a base de una ensalada templada con queso de cabra y un "tapas show" consistente en tortilla de patatas, jamón ibérico que nos trajimos de Madrid, pescado en adobo frito y unas pelotitas que hacemos últimamente que son trozos de morcilla envueltos en hojaldre y que en casa nos gustan mucho. El éxito de la cena fue relativo nada más, las pelotitas no las probaron, supongo que porque eran negras por dentro, al jamón le quitaba Christine el tocino valiéndose de cuchillo y tenedor ignorante del sacrilegio que es para nosotros hacer tal cosa y el pescado, la tortilla y la ensalada tuvieron buena acogida. Es lo que tienen las diferencias culturales y la moraleja es que hay que tener mucho cuidado con los ingleses y la comida. Claro, en un país en el que los tipismos culinarios se centran en el jengibre y el pastel de riñones qué te puedes esperar. Conste que son encantadores y que mi aprecio por Steve continúa intacto después de la cena pero ya sé una cosa que no debo hacer con él: comer.

Nada que ver con la cena que tuvimos hace unas semanas y en la que participaron Lou y Judith, americanos ellos, y Silvia y Eduardo, cuya procedencia no es necesario declarar porque resulta obvia. En esa seguimos un plan parecido aunque no fue exactamente lo mismo. Ese día hicimos unos entrantes varios que incluían una butifarra muy rica que trajo Silvia de su tierra, un viaje del jamón de Teruel que vive en casa, las super-tortillas de Pilar y a continuación un arroz con un bogavante canadiense que había pescado esa misma mañana en el Leclrec. Ese día nos lo comimos todo, nos lo bebimos todo, hasta el agua de los floreros y nos reímos una barbaridad. Laura y Guillermo participaron activamente en la cena. Estaban encantados con los invitados, más jóvenes e infinitamente más cercanos que los ingleses. Es muy curiosa la diferencia cultural. Guillermo se enrolló muchísimo con los dos hombres que compartían con él gran interés y conocimiento respecto a la La Guerra de  las Galaxias y Laura se estuvo riendo bastante con las aventuras de infancia de Lou. A diferencia de los ingleses y sus problemas con el color y la forma de lo que se comen, Lou quedó fascinado con la pata del jamón, nos confesó que las había visto en las tiendas pero nunca una en una casa y nos pidió permiso para cortar un poco, y allí estuvo el Lou, cortando jamón. Quedamos todos muy contentos y nos hemos prometido repetir el asunto cualquier día.

Así que aquí estamos, volviendo a la juventud, a una época en la que todos estrenábamos casa y nos dedicábamos a invitarnos unos a otros. El hecho de no tener lavavajillas contribuye a retrotraernos a esas épocas.

3 comentarios:

  1. Como me he visto identificada, me ha pasado mucho eso de invitar amigos con gustos culinarios dudosos en mis andares por el mundo. He de confesar que lo que más rabia me da son los que tuercen el morro antes de probar cosas como la tortilla de patata, y en general, los vegetarianos, que con todos mis respetos, complican mucho la vida a los anfitriones!Los más raritos que tuve cenando en mi casa, una pareja de alemanes pseudo-vegetarianos... Nunca mais!

    ResponderEliminar
  2. Yo de anfitrión he ejercido poco, pero de invitado recuerdo especialmente una "Baby shower party" en casa de mi amigo Carmona, en Berkeley (San Francisco) Mi amigo consiguió una receta de Salmorejo, y alli que estuvo toda la mañana preparando un buen perolo. Mientras tanto, la cuñada se dedicó a untar queso philadelphia y a cortar rodajas de pepino para rellenar unos "deliciosos" sandwiches.
    Como os podréis imaginar, el salmorejo nos lo comimos entre mi amigo, un mejicano compañero suyo de trabajo, H y Yo, mientras las amigas de la mujer nos miraban bastante raro. Creo que en ello tuvo bastante que ver la comida en sí, lo mal que hablamos inglés y los dos besos que le planté a una cunado me la presentaron...
    Cosas de la ignorancia y las culturas...

    ResponderEliminar