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sábado, 27 de agosto de 2011

Dans le gymnase (en el gimnasio)

No es la primera vez que hago apología desde esta mi humilde tribuna del ejercicio y sus muchas ventajas y parabienes. La mayoría del personal procura ignorarlo porque hacer ejercicio es bastante molesto en general. Como es bien sabido resulta mucho más cómodo dejarse caer sobre alguna superficie horizontal a generar adipocitos y a obstruirse las arterias con unos buenos pegotones de colesterol. Sin embargo como yo os quiero a mi público todo seguiré dando la brasa con el asunto.

Fiel a mis principios sigo un programa que combina la carrera pedestre, así se llamaba en tiempos, con un programa de musculación. El pelo se me sigue cayendo igual pero por lo menos consigo mantener el barrigón dentro de unos límites razonables y además me ha dejado de doler la espalda. La carrera pedestre la ejercito por Nantes todo, con especial preferencia por La promenade du val de Chezin y La promenade de l'Edre, dos ríos nanteses con su correspondiente parque. La musculación la hago en un gimnasio de la cadena Fitness First que todos conoceréis porque también está en España.

Una vista de mi gimnasio

Mi gimnasio se encuentra en el Centro Comercial Atlantis del que supongo que ya vais entendiendo por que es mi segunda casa. El gimnasio lo constituye una bóveda principal y varias salas adyacentes, sugiriendo el conjunto una serie de capillas menores alrededor de la nave de una iglesia principal; el templo de la salud. En la parte principal se encuentran una multitud de cintas para correr, bicicletas estáticas, máquinas de remo y otros artefactos por el estilo, todo ello subido a una amplia tarima. Las salas laterales tienen más gracia, una está dedicada a abdominales, estiramientos y relajación, en otra hacen spinning, una cosa muy absurda que sin embargo parece ejercer una profunda fascinación entre sus practicantes, y una sala donde hacen aerobic y cosas así. Lo del spinning es de nota. Básicamente consiste en subirse en una bicicleta estática y pedalear al ritmo de una música siguiendo las instrucciones de un monitor/animador. Eso durante una hora. Lo más notorio es que eso se hace en una sala cerrada, abarrotada, oscura y con luces de discoteca, todo destinado a exacerbar la sudoración del personal. Esto en Bélgica no creo que lo hagan, yo por lo menos nunca lo vi, porque probablemente alguno se intoxicaría por inhalación de pestilencias pero hay que decir que estos franchus son más limpios que los guarros de los belgas. A mi amigo F le va mucho esto del spinning porque se pasa la hora oteando los traseros de las compañeras de sudores; yo le alabo el gusto y lo comparto con él pero no tanto como para pasarme una hora en esa especie de hoya a presión con la música disco perforándome los tímpanos.

Tres imágenes de Spinning: 1. Lo que se ve normalmente, 2. Lo que se ve de vez en cuando y 3. Lo que ve mi amigo F. Si a alguien le interesa, sé a qué gimnasio va.

En el gimnasio hay unos cuantos monitores, chicos y chicas encantadores y muy monos todos ellos, que te orientan, te ponen programas de ejercicios y se ocupan de saber qué tal te va como si se interesasen verdaderamente. Es que los franchus se toman muy en serio el trabajo. El chico que se ocupa de P y de mí se llama Nicolas (en francés se dice Nicolá), alias "culoprieto". Es un muchacho joven, mazado sin pasarse, mulato oscuro, natural de Reunión (Departamento de Ultramar), que está para beneficiárselo tres veces seguidas sin respirar. Nicolas nos ha puesto sendos programas de ejercicios a P y a mi. Yo sigo el mio religiosamente. He decidido tomarlo como si fuese un tratamiento médico y debo decir que no me va mal. Ya estoy próximo a la lamentable meta de "pues está muy bien para los años que tiene", conclusión a la que he llegado observando de soslayo en el espejo el brazaco que se me pone tirando series de triceps.

El público del gimnasio es variado pero sobre todo se ve gente joven. Hay una proporción equilibrada, diría yo, de hombres y mujeres y hay bastante profusión de macizorras y macizorros si bien debo confesar que les presto bastante más atención a las primeras llegando casi a la ignorancia total de los segundos. Yo es que soy así de zafio. Tanto las unas como los otros son plenamente conscientes de su condición y ejercen de ello.

He aquí lo que se consigue con perseverancia y unas pesas. La de abajo a la izquierda es prima-hermana de Belén Esteban

Así como las macizorras son más de hacer aerobic y spinning y si acaso algún ejercicio en máquina, los macizorros centran mucho su campo de acción en las pesas. Pero pesas, pesas en estado puro, lo que vienen a ser barras y discos. También se utilizan alguna máquina pero siempre para cagarla con mucho peso. Es esta circunstancia la que hace que los mazaos se concentren en una esquina del local donde conviven con toneladas de acero en formato disco de la que sólo salen cuando no les queda más remedio que ejercitar algún pequeño músculo que requiera una posición fija del resto del cuerpo para poder movilizarlo. Resultan bastante desesperantes cuando necesitas algo del equipo que utilizan ellos porque parecen tenerlo pegado al cuerpo. Son unos coñazos.

Como puede verse, los gimnasios franceses no se diferencian mucho de los españoles. Yo únicamente encuentro dos diferencias, la primera es que los monitores son más amables y la segunda es la variedad racial que se encuentra entre el público. Se ven algunos negros, más que en España porque en Francia hay más, por lo menos hay más con una situación socio-laboral que les permita gastarse los duros en gimnasios, y se ven muchos moros. Los negros pertenecen todos al sector mazaos mientras que a los moros los tenemos en dos categorías, la del moro mazao o premazao, que es la más abundante, y la del morito adolescente terriblemente obeso que intenta hacer algo para remediarlo, presumiblemente a instancias de su padre. Los moros suelen ser gente delgada y con buen físico, encontrarse uno obeso es síntoma de que a la familia le va bien. También hay alguna chica negra, normalita, olvidarse los calentorros que inmediatamente habéis empezado a pensar en "diosas de ébano", y alguna mora. Se supone que una mora que va al gimnasio está integrada en la cultura occidental pero el caso es que se ha llegado a ver alguna en la cinta continua portando sus velos y capisallos. No se los ponen especiales para el ejercicio, son los mismos que usan por la calle. También recuerdo un moro premazao, jovencito, de esos que llevan barba sin bigote que a mi me resultan muy desconcertantes porque se me antoja que tienen pinta de terrorista talibán. No le he vuelto a ver desde hace tiempo lo cual significa que o bien se ha cansado o bien se ha marchado escandalizado por la contemplación de macizorras que probablemente para él sean putas francesas y árabes corrompidas que sólo merecen la lapidación. Si no es así es que el tipo tiene un gusto lamentable.


Fíjate como se queda Rajoy sólo de pensarlo

Algo que me llama la atención es el comportamiento de los tíos en el vestuario. Yo, que soy un poco ligero de cascos, me despeloto junto a la taquilla y me voy como si tal hasta la ducha. Me ducho, me seco, vuelta en pelotillas hasta la taquilla y a vestirse. Los franchus no. Esos parece que llevan el calzoncillo tatuado, en un año no le he visto la pilila a ningún francés. Se lo llevan puesto hasta la ducha, se lo quitan dentro y se lo vuelven a poner antes de salir de la cabina-ducha. En la zona de taquillas hay unos huecos para que te puedas vestir y desvestir sin ser visto. Debe ser un detalle de cortesía hacia los hijos de mahoma que integran la clientela aunque si te digo la verdad, bretones, alsacianos y franceses de pura cepa hacen lo mismo y son usuarios del cubículo reservado a tímidos. Tampoco es que el asunto me mate pero reconozco que cierta curiosidad por ver si es verdad que los negros y los moros tienen más aparato que nosotros sí que tengo.

2 comentarios:

  1. Ha sido leer Fitness First y spinning y la cicatriz de la rodilla me ha ardido....

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  2. Un día te haré caso, me apuntaré a uno de esos y tendré que pasar las puertas apaisado.

    O no.

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