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miércoles, 26 de enero de 2011

El seguro del coche, el Auchán y la i-niña

Por ser cívicos y sensatos nos hemos planteado matricular los coches en Francia, al fin y al cabo es obligatorio a la vuelta de seis meses de residencia. Además tener el coche matriculado en el país te permite asegurarlo en el propio país lo que a efectos prácticos resulta útil a la par que conveniente. Mi Pili que es más cumplida que un luto y más perseverante que las mareas para los trámites administrativos se puso con empeño a la labor. Es impresionante, ha sido capaz de aguantar dos o tres viajes a la Prefecture para recibir información en pequeñas dosis, nunca toda de una vez, por Dios, ha sido capaz de recopilar documentos a cual más surrealista incluida la factura del coche ¿alguien guarda la factura de compra del coche? y ha solicitado la matriculación. Teniendo todo esto hemos ido a una compañía de seguros que no es obvio porque aquí las compañías de seguros recuerdan a la embajada de USA en Saigón horas antes de que el Viet-Kong desfilase por la Calle Mayor de la ciudad. ¿Por qué? ni idea, oiga usted. El caso es que hubo que concertar una cita telefónica y esta tarde nos hemos presentado allí. Nos ha recibido un pavo que vestía camisa negra de manga corta con corbata negra y que más que un administrativo de la aseguradora parecía un experto en Mecánica Cuántica y el seguro, más que un seguro, es como si fuese el manual de entretenimiento del transbordador espacial dada la complejidad de la situación.

La primera ha sido cuando el ingeniero asegurador ha insistido un par de veces en preguntar si el seguro iba a nombre de la dueña del coche y conductora habitual, madame Provencio, o del presunto pater familia, yo. Era evidente que esta segunda opción le parecía la adecuada y que eso de que las tías sean dueñas de coches y tenedoras de seguros le venía sonando a excentricidad y sobredosis de modernidad. Luego ha venido el tema de la antigüedad, que si por qué sólo teníamos el seguro desde hacía tres años, que si no podíamos justificar más años de seguro, que si es que tenemos un siniestro y claro eso anula cualquier posible bonificación (un arañazo en la aleta que arreglamos antes de venir). Resultado final, no nos aseguran a todo riesgo por tener un siniestro y a menos que justifiquemos años de seguro sin accidentes nos hacen nada más que uno a terceros  y por más de euros 400. Creo que madame Provencio ha estado al borde de un ictus, o de saltarle al cuello al ingenieur, no sé muy bien cual de las dos. Probablemente decidamos dejar la matrícula española y a tomar por saco, que es lo más fácil.


Para quitarnos el cabreo y empujados por la innata curiosidad que siento hacia los centros comerciales, nos hemos ido a visitar el centro comercial Ocean (como la maraca de calzoncillos) que es uno distinto del Atlantis al que me he referido varias veces. Como puede verse los nanteses son poco imaginativos a la hora de buscar nombres para los centros comerciales. En Ocean está el célebre Auchan, el Alcampo de aquí, al que me referí en mi parto del 13 de noviembre pasado. El Auchán tira a cutre, tiene poca cosa y todo parece así como usado y tampoco me ha parecido de una baratura notable, yo creo que el Carrefour es más económico y no es más cutre. Que no vuelvo, vaya. Había eso sí, una estantería con "productos del mundo" que daba bastante juego. Así en la zona de España hemos descubierto productos españoles insospechados, como las aceitunas rellenas de atún. También daba juego el área italiana con sus impagables Tomaculi y Tomabola que yo no sé que coño serán pero que resultan sin duda sugerentes con esos nombres. En el Alcampo de Alcobendas no creo que vendiesen mucho. Nos hemos hecho unas fotos cual turistas marcianos que adjunto para solaz de los lectores.


Los turistas es que se interesan por cada cosa...

Finalmente hemos vuelto a casa, poco cansados y en absoluto contentos. Como era de esperar en Francia somos y seremos siempre extranjeros, esto es Europa y aquí no se asimila al personal así como así. En casita nos ha recibido G, siempre contento y siempre ruidoso. Al cabo de un buen rato hemos caído en la cuenta de que solíamos tener una hija. La hemos rastreado y la hemos encontrado recluida en su habitación, un lugar que sólo abandona obligada por las circunstancias y siempre durante el menor tiempo posible. En otro momento habría dicho que es una niña percebe a causa de su escasa motilidad pero dado que suele ir enfundada en negro como un i-phone, que se pasa las horas enchufada a un ordenador Mac y que se queda en nada cuando no puede conectarse a internet he decidido que es una i-niña. Seguro que al tío J le parece fantástico.

6 comentarios:

  1. A, coñazo. Como te tengo que decir que twiteés las entradas de tu blog para que me enter de que existen?

    A la audiencia: si ni se pone nunca un comentario, es como si no se leyera. O peor, como si no se apreciara lo que se lee.

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  2. Por cierto, ese Carlos soy yo, es que se me ha cruzado el alter ego

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  3. Es que eso del twiter no acabo yo de interiorizarlo

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  4. Alfredo qué bien escribes y qué fuente de inspiración eres para mi.

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  5. Me ha encantado lo de los Tomacoulis,de hecho por tu foto, parece ser el formato más popular!
    Y lo de la niña percebe, jajaja, qué ocurrencias tienes, pobre Laura! La i-niña suena desde luego más adecuado a las circunstancias tecnológicas. =)

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  6. Como se cuelgan fotos aqui? Tengo una foto muy interesante para tu sección de comida internacional que hice en Mexico DF estas Navidades, no tiene desperdicio!

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