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sábado, 21 de mayo de 2011

Acosado

Yo creo que ya he contado que vivo en un apartamento en Nantes. Es que en mi experiencia en Bélgica aprendí muchísimas cosas, entre ellas que odio a muerte la jardinería. Desde entonces, para sorpresa de propios  y extraños, cuando llego a una ciudad nueva y el agente de relocation de turno me pregunta por el tipo de casa que buscamos yo siempre dejo muy claro que un apartamento en un núcleo urbano y sin jardín privado, sobre todo sin jardín privado. No es para menos. Los que no habéis conocido mi casa en Ham (Bélgica) quizás no sepáis que la casita tenía un jardín frontal con todo tipo de setos y setitos y muchas, muchísimas hortensias. En la parte posterior había una simpática pradera de no menos de 1000 metros cuadrados también salteada de setos, rosales y plantas varias. Cuidar aquel parque temático de la jardinería me supuso sábados enteros de tareas agrícolas, las hortensias le costaron una lumbalgia a mi madre y en general los nervios y unos cuantos sabañones a todos. Por más que se trabajaba en el puto jardín nunca jamás estaba bien. Recuerdo particularmente un árbol grande de hoja caduca, no acierto a decir si era un roble o un haya, cuyas ramas se extendían sobre la pradera en cuestión y que tenía como gracia principal la de empezar a soltar hojas a mediados de septiembre y no dejarlo hasta bien entrado diciembre. Las putas hojas tenían que ser retiradas porque de lo contrario se pudrían sobre el césped y se lo cargaban. Uno se podía pasar hora y media con el rastrillo retirando hojas y metiéndolas en sacos para que el jodido arbolito lo volviese a dejar todo igual en el mismo tiempo. Finalmente optamos por contratar unos jardineros. No diré lo que le pagaba al jardinero pero sí que el tipo conducía un Porsche Cayenne que había elegido entre otras cosas, porque le entraba bien la herramienta en el maletero. Definitivamente los jardines no son para mí, prefiero vivir sin barbacoa si a cambio no tengo que cuidar un jardín.

Igualito que este el del jardinero. Por cierto, combinaba esa actividad con  la de mozo de laboratorio

En Nantes no hay jardín privado, hay uno comunal en el que jamás se ve a nadie porque el edificio se sitúa junto al Val de Chezine, un inmenso parque muy agradable que comunica con el parque Procé, más pequeño pero mucho más ajardinado. Es un gusto porque se pueden correr unos cuantos kilómetros sin ver ni oír un coche. Mi apartamento tiene dos plantas, la de abajo donde están el salón, la cocina y alguna cosa más y la de arriba donde se ubican los dormitorios. Hace poco han empezado a pasar cosas que yo calificaría de bastante francesas.

El Val de Chézine (izquierda) y el Parc de Procé (derecha), los dos junto a mi casa

La primera fue que se me presentó en casa un señor de cierta edad, con buena planta, capaz de comunicarse en un inglés bastante aceptable. El señor me explicó que tenían que hacer unas pruebas de ruido, lo cual me sonó bastante francés, porque los propietarios tenían un contencioso con la constructora (esto ya sí que es muy francés), porque sospechaban que se habían dejado zonas del edificio sin aislamiento (y esto ya sí que es definitivamente y sin lugar a dudas arrolladoramente francés). Como el hombre era agradable, correcto y jubilado, estuvimos charlando un rato. Yo sobre todo quería asegurarme de que la fuente de ruido no éramos los cochons espagnols, cosa que me quedó meridianamente clara: era la típica paranoia francesa de "oigo el ruido que hace el agua al caer por las cañerías". El caso es que a la vuelta de unos días y en el horario que mi vecino me había indicado, se me presentaron en casa varios individuos, incapaces de comunicarse en inglés en absoluto. La comitiva la componían un representante de los vecinos, un representante de la constructora, un ingeniero y un operario que iban a varios pisos a realizar el test pertinente. El test consistía en que te ponían en dos o tres sitios una curiosa máquina de hacer ruido, artefacto consistente en una suerte de árbol de levas conectado a unas bielas que en lugar de comprimir cilindros, martilleaban el suelo haciendo un ruido muy notable pero sin cargarse las baldosas. Curiosísimo. Hicieron trabajar al artefacto aquel en varios puntos y se fueron y tal día hará un año.

El cuchon de Bretagne, orgullo regional, y el gorrino pata negra, gloria de las artes y las letras (y bastante mejor)

La segunda fue ayer mismo y comenzó también por cuenta del ruido. Me había vestido yo de impenitente devorador de millas y me disponía a salir a correr cuando sonó el timbre. Pero sonó verdaderamente, se quedó pillado y sonando. Abrí la puerta y me encontré a una individua de unos treinta y pocos años, en una postura así como cóncava, que me sugería los diálogos de Faemino y Cansado. Pelito corto, camiseta, pantalón corto estampado, calcetines, un cierto aire "monjil". Feuchina. Me pareció un fenototipo muy francés. Bien, el caso es que me empezó diciendo que es que cerrábamos la puerta con mucha energía y que retumbaba su pared ¿qué me dice usted, señora? (en francés es muy fácil tratarse de usted). Me insistió en el tema y para que me enterase cerró mi puerta con unas energías que me sugirieron que de pequeña se debía haber caído en el puchero de la Poción Mágica. Abro la puerta, sigue insistiendo, le presento mis excusas, le explico que la puerta cierra regular nada más si no se aplica un poco de energía y le doy mi palabra de que pondremos más cuidado en lo sucesivo. Inasequible al desaliento me hace entrar en su casa y vuelve a dar un portazo en la mía para que vea como retumba el cuadro de su pared. Me voy calentando y a punto estoy de decirle que si se le cae al suelo semejante mierda casi le hago un favor pero me reprimo y le repito las excusas y el argumento mientras consigo nuevamente abrir la puerta de casa. En este momento empieza a decirme que claro, que ella sabe que los españoles somos más ruidosos, que somos más alegres... Yo le habría explicado que si las nacionalidades se adjudicasen en función de la ruidosidad mi apellido sería Gustafson o algo así pero mi francés no da para tanto y además no tenía ganas de conversación. Ella siguió argumentando y dijo que claro, nosotros nos acostábamos muy tarde y que los franceses se van a dormir temprano, señora, en esta casa los niños se recogen a las 22:30 y los mayores una hora más tarde, no me joda, pero es que os levatais a las seis, señora a las siete y nunca bailamos zapateados antes de medio día porque la pandereta y la guitarra no están "finas" hasta esas horas. En este momento ya había empezado a tocarme, concretamente me ponía la mano sobre el pecho. En estas entró en escena Guillermo. Le empezó a preguntar por el colegio, se congratuló mucho con que fuese Blanche de Castille porque al parecer ella es antigua alumna y comenzó con una demostración de la altura de falda que se permitía en el colegio en sus tiempos a base de tirarse del pantaloncito hacia abajo. Yo creo que la demostración la repitió unas cuatro veces, no sé si para enseñarme el culo o porque pensaba que no lo entendíamos, como si nos importase un carajo la altura de sus faldas juveniles. El jodío del Guillermo se largó aduciendo deberes pendientes. Yo me quedé allí aguantando el repertorio, que si le encantan los españoles, que si podíamos comer juntos, que si ella piensa casarse con un hombre español porque los franceses son muy sosos. Y venga a ponerme la mano encima y yo acordándome de "Atracción fatal", Strauss-Kahn y las películas porno que he visto a partes iguales (esto último porque la situación insinuante de la pava me recordaba a los argumentos de las películas X) y sin encontrar un final para aquella conversación imbécil. La vecina, no lo he dicho, me pareció que desprendía un cierto olor a bebida blanca, probablemente ginebra, lo cual explicaba quizás una parte de su comportamiento. Finalmente encontré un resquicio en la conversación que me permitió dar las buenas noches y largarme al interior de mi casa no sin antes hacerme darle cuatro besos por más que la costumbre en Nantes sea uno. La cosa fue así: Yo le tendí la mano, ella la agarró y tiró de mi, un beso e intento retirarme, lo de la costumbre local que he dicho, pero ella gira la cara rápidamente para el segundo, - será de fuera - me digo, rápida maniobra y el tercero ¿se dan tres en el sur de Francia? y al cuarto ya alejé la cara intentando frenar sus progresos. ¡Joder con el vecindario!

Yo sí que me veo de Michael Douglas pero la vecina no se parecía a Dame Mor ni por el forro

14 comentarios:

  1. Por cierto, quien la abundante hembra de la izquierda? La del bañador blanco.

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  2. Sí querido, y también querías decir la de la derecha, a menos que ya te sitúes en el plano del blog. Pues yo te diría que una amiga de aquí de Nantes pero lo cierto es que me la han vendido como Demi More.

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  3. Obviamente me situaba detrás del blog, sino hubiera dicho derecha. Por quien me tomas, por un disléxico? Si esa es Demi Moore yo soy Willy Toledo. A mi me parece Ursula Andress en una espléndida madurez.

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  4. Perdonad que me entrometa.... es Raquel Welch....acertadamente apodada " El cuerpo"

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  5. Muchas gracias Maria José. Lo de Ursula Andress no acababa de convencerme. Raquel Welch! Claro! Yo me avergüenzo, pero peor es lo de A... lo de Demi More no tiene justificación posible.

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  6. Pues será la Welch, yo que sé, me limité a teclear "Demi More" en Google-imágenes y escoger una imagen bien calentorra que contrastase con mi vecina. No será Demi pero como antítesis de Rachel, que así se llama la interfecta (ya es casualidad) es perfecta.

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  7. A, la excusa no vale. Ya podría decir Google misa ponfitical, confundir a Demi More con Raquel Welch es para sentirse muy avergonzado. No digo yo que confundirla con Ursula Andress sea para estar orgulloso, pero no es lo mismo. Espero que María Jose se entrometa otra vez, pero para afearte la conducta.

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  8. A., igual si tecleas Demi Moore, asi como es con 2 Oes no te dan gato por liebre y te sacan fotos de una pava que no es quien tu crees. Asi,por comentar..

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  9. Si al final va a ser que A no sabe escribir en ingles....se me ha caido un mito....

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  10. Pues el caso es que distraídos sí que os tengo.

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  11. Y me pregunto yo, la gente, ¿por qué tiene que tocarte al hablar? Muy buena tiene que estar la que me hable para que no me moleste...

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  12. Pues con todo esto, lo que se demuestra es la gran paciencia que tiene A con sus vecinas, amigos y familia política... jajajaja

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