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jueves, 14 de julio de 2011

¡Fiesta!

Emulando el clásico, me he quedado de "Rodriguez" a propósito del verano. Los hijos los tengo en Alicante, enredando con su abuela mi madre, y P está de P. Rodriguez en Madrid (capital) y en breve estará de madre soltera (o viuda, o divorciada, yo qué sé).

Todavía no he experimentado mucho el rodriguismo porque tengo visita en casa, los Pérez-Nievas que se han animado a conocer Bretaña. Me gustaría hablar de ello porque dan mucho juego pero todavía les queda unos días y además tengo que madurarlo para que me quede algo divertido y sin hacer sangre, no se vaya a pensar alguien que me incomodan los visitantes, ni mucho menos. El caso es que hoy, víspera de la fiesta nacional francesa y por lo tanto de festivo, he salido de cena y copas por mi ciudad adoptiva y he pensado que era u buen motivo para escribir, qué coño, al final es culturilla, no todo va a ser correr delante de unos toros cabreados.

Nos hemos juntado la Spanish Connection, nombre por el que se nos va conociendo al grupo de hispanohablantes de Vivalis. Concretamente nos hemos juntado Mónica, Silvia y yo, que tenemos a los respectivos en España, con Paula, que los tenía en mi casa y allí los ha dejado. La cosa ha empezado con un plan de cena en una pizzería del centro cuyo nombre ya no recuerdo, muy popular entre mis amistades y, según parece, el restaurante favorito de Lou y Judith. Precisamente allí estaban sentaditos los dos cuando hemos aparecido así que nos hemos hecho mucha fiesta, nos hemos besado, les hemos presentado a Paula y allí hemos terminado cenando juntos. En el momento del encuentro Lou llevaba ya una torrija considerable tal y como él suele los fines de semana y Judith tampoco iba mal. Tras una cena razonable y habiéndonos bebido el agua de los floreros, sobre todo ellos, hemos interpretado que el cuerpo nos pedía ron. Bueno, a mí me pedía ron, al resto de mis compañeros les servía cualquier forma de etanol y Lou, después de haber hecho rodar por los suelos la decoración de la terraza, se habría tomado un cubata de lejía sin pestañear. Así las cosas dirigimos nuestros pasos hacia las zonas de perdición, viniendo a dar con el "Café Cubain", que es exactamente lo que parece. En el Café Cubain sirven unos mojitos bastante decentes para ser franceses, prueba de ello es que nos ensilamos dos por cabeza (Paula no, que está gestante). No me pareció caro, a euros 6 el mojito; he pagado bastante más en Madrid por una copa. El local bastante lleno y desprovisto de aire acondicionado ¡buff qué calor!

A la salida de esta toma nos hemos despedido de Lou y Judith que estaban bastante perjudicados y nos hemos dirigido a un bar de ambiente, nombre que se da de un tiempo a esta parte a los antros de maricones de toda la vida, del que Mónica cantaba grandes alabanzas desde que estuvo hace unos días con un amigo del gremio (del gremio homosexual) que se ha echado. El local estaba bastante lleno de chicos tan guapos como blandos, mucha pesa y mucho modelito pero poco pelo en pecho con lo que calibré que no me sería difícil triunfar. La originalidad del bareto consistía en tener el suelo cubierto de arena lo que venía a sugerir una playa. A diferencia de los bares de Chueca, aquí se veía mucha tía, circunstancia esta reforzada por las tres que me acompañaban. Al final ni ligué ni nada y eso que tuve la precaución de guardarme la alianza en la cartera. Me sorprende porque siempre se me dieron bastante bien los tíos, debe ser que como no estaba J conmigo solo la química no funcionó. He de decir que tampoco puse mucho de mi parte.

En fin, que la noche Nantaise me ha parecido bien, semejante a la de Madrid, más barata quizás, seguro que más limpia y animada. Antes de lo de hoy ya había tenido oportunidad de tomar alguna copa por ahí en bares diversos, incluido un antro en el que mi niña estuvo tocando una noche. Es que como aprende a tocar el bajo eléctrico en lugar del violonchelo, la actuación de fin de curso no es en los locales de la asociación de vecinos sino en un bar de copas del Hangar à Bananes.

Sobre estas líneas unas imágenes del Hangar à bananes, antigua zona de astilleros, muerta en la crisis de los 80 y en fase de recuperación. Arriba se ven las terracitas de los locales de copas, entre ellos el de la actuación de Laura, y abajo un curioso montaje con unos aros que se iluminan de noche. Muy original y aparente.

3 comentarios:

  1. Pues no se por qué la noche de Nantes es más "limpia" que la de Madrid, no te joe!

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  2. Espero que este verano nos lleves a esos sitios que frecuentas en tu soledad familiar....

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