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martes, 26 de julio de 2011

Aloun at joum

Pues eso, solo en casa, así es como estoy. Ya lo he contado hace unos días, mi familia está en las Españas y yo me he quedado aquí currando, como los maridos de antes. De Rodríguez pero en mi caso más bien de Martínez, que es lo que soy. El sabático me viene a durar casi tres semanas y esta mañana he tenido un flash de metalucidez que me ha llevado a reflexionar sobre el particular. Ni es la primera vez que vivo solo unos días ni soy el único que lo hace así que me parece que el tema tiene su interés porque alcanza a muchos mortales.

Un Rodríguez (José Luis), dos Rodríguez (Tula), tres Rodríguez (Lalo)

Lo primero que se le pasa a uno por la cabeza ante la perspectiva de soledad es el típico "joder que a gusto voy a estar sin hacer..." y aquí pones lo que se te ocurra y acto seguido empiezas a hacer planes delirantes. La soledad significa básicamente dos cosas, una que te lo tienes que hacer tú todo y la otra es que, efectivamente, puedes hacer lo que te de la gana sin ningún tipo de remordimiento. Supongo que el efecto es diferente si el solitario es hombre o mujer. Yo voy a hablar de lo que conozco, es decir, de tíos pero bien agradecería comentarios de las parroquianas que hayáis pasado por la experiencia y así nos reímos todos.

Una de las primeras reacciones del individuo solo es el célebre "esto ya lo recojo mañana". La máxima se va aplicando progresivamente a los cacharros sucios de la cena, la ropa usada de ayer, a la cama deshecha, a la taza del desayuno... El capítulo lavadora-fregona-plancha no lo menciono de puro obvio. Esta fase sin embargo, empieza a remitir cuando la necesidad aprieta y ya tienes sucia o arrugada hasta la ropa de la comunión y la bomba de la nevera se ha gripado de tanto funcionar en vacío. A veces el cambio es progresivo pero lo habitual es una crisis de "esto se tiene que terminar" que da paso a un "domingo sangriento" enteramente dedicado a poner en su sitio el desorden existencial con el que has redecorado tu vida.

Otra característica de la vida en soledad es como se van apoderando de ti las manías. Yo sostengo la teoría de que todos somos un saco de manías, que nos gusta hablar solos o pasear en pelotas por la casa o comer con las manos... yo que sé, mil cosas, cada cual una o más. Es el hecho de la convivencia lo que nos hace reprimirnos y comportarnos de manera civilizada. La vergüenza de que los otros descubran el bicho que llevamos dentro es lo que nos permite mantenerlo enjaulado. Pero amigo ¿qué pasa cuando estás solo en casa? ¿Qué ocurre cuando cierras la puerta de la calle y entras en 100 metros cuadrados de privacidad inviolable protegida por la ley? Pues que antes o después el bicho sale y empieza a hacer de las suyas. Igualmente y en base al mismo principio cuando vives solo es como que se radicalizan y extreman los comportamientos. Conozco un caso extremo de un individuo al que no nombraré y que ha reducido su vida a trabajar y hacer deporte exclusivamente. Hasta tal punto llega la cosa que en su casa ha desaparecido cualquier elemento de confort de los que son normales en las casas: cuadros, sábanas, muebles en general... El individuo en cuestión ha reducido su alimentación a anchoas en salazón y tomates con sal, para qué más. Eso sí, se está poniendo como un queso, pirao pero como un queso.

La primera de mis tres semanas de soledad no fue tal porque tuve conmigo a los Pérez-Nievas, concretamente de la rama de los Navas-Serrano de Cizur Mayor, y la presencia de visitantes le inhibe a uno de cometer ciertos excesos. Además hay que equilibrar un poco la balanza porque mis amigos son un poco caóticos y yo, como buen españolito, procuro ir contra corriente siempre que me es posible. El correr de la semana y el acoso de unas enfermedades medievales que se sacaron de yo no sé donde (se las debieron traer puestas porque a mi no me ha pasado nada) terminaron por devolver a los Pérez-Nievas-Navas-Serrano de vuelta a Cizur Mayor. En una rápida sucesión de acontecimientos le di un repasito a la casa, pequeño porque los Pérez-Nievas-Navas-Serrano son caóticos pero muy limpios y acto seguido me arrojé en brazos de mi particular que-a-gusto-voy-a-estar-sin-hacer. Al poco me di cuenta de que no sabía que es lo que quería no hacer exactamente así es que opté por caminar por Nantes. A medio camino me arreó una fiebre consumista y me dio por comprar cosas diversas. Siendo así mi lista de compras en comercios diversos fue como sigue:


  • Un queso cure nantaise (está de puta madre pero ya se me ha terminado)
  • Un comic titulado "Il etat une fois en France". Un poco rollete pero con unos dibujos magníficos.
  • Un CD de música de Bretaña. Todo gaitas.
  • Un CD de músicos africanos, únicamente conocidos en sus aldeas respectivas pero que suena muy bien.
  • Un ejemplar de National Geographic (edición francesa, aquí no hay otra) donde hablaban de bucear entre tiburones y que me leí trasegándome una pinta de Guiness en un pub irlandés del Quartier Bouffay.
  • Un taco de 10 billetes de autobús.


Como puede observarse, una compra tan variada como tonta. Sospechando que el camino del consumo y la senda de la felicidad son cosas diferentes utilicé mis billetes de autobús para volver a casa a comerme el queso.

Durante mi segunda semana seguí paso por paso el procedimiento que he descrito más arriba. Paciente y cuidadosamente he ido almacenando cacharros sucios y objetos por medio del camino. Ropa sucia no, al contrario, he lavado como loco, sobre todo sábanas porque el día 6 de agosto tenemos nuevos visitantes y hay que tener las infraestructuras en condiciones. Precisamente el secado de sábanas le ha estado dando al salón una simpática apariencia de campamento gitano-rumano que me ha procurado bastante ansiedad. Para quitármela me he dedicado a cuidarme el físico: Tres sesiones de pesas y 41 Km de correr, estoy hecho un mulo.

El fin de semana me había prometido poner orden en mi vida pero esto vinieron a ser los planes delirantes que nunca se ven cumplidos. El viernes estuve cenando en casa de Silvia y Eduardo. Un percance con una botella de ron de Martinica que ya detallaré en otra ocasión hizo que terminásemos todos en casa de Mónica y Javier aligerándoles las existencias de Capitan Morgan (otro ron, este de Jamaica). Me pareció ver que Eduardo también aligeraba las de tequila pero en aquel momento mi vista ya no era muy fiable. Es interesante en este punto, constatar que la policía de Nantes no monta controles de alcoholemia los viernes por la noche. Entre unas cosas y otras terminé por acostarme a las cinco de la mañana. Al día siguiente un deseo intenso de morir me impidió entregarme a las tareas domésticas. No obstante una ducha y un croissant me devolvieron a la vida que, tras breve reflexión, decidí dedicar a satisfacer los deseos de mi estimada P en forma de adquirir y montar una comode de 6 tiroirs (cómoda de seis cajones) de Ikea. De nuevo se vieron en parte malogradas mis buenas intenciones por la llamada de Mónica invitándome a una cena mexicana (con "x", como le gusta a ella), festejo de bienvenida para Javier, su santo esposo a la sazón. En esta ocasión y pese a la presencia de los Cantolupo, la torrija fue algo más moderada; es que al parecer Lou y Judy también anduvieron de exceso el viernes y se encontraban un tanto perjudicados. Una vez más constatamos, afortunadamente, la ausencia de controles policiales en la nuit nantaise.

Finalmente ayer tuve mi "domingo sangriento" que completó las labores de recogida y limpieza con una montaña de plancha y el montaje -la segunda parte- de la cómoda de seis cajones que ya se encuentra operativa. Mi plan para el resto de la semana es estarme muy quietecito para no manchar ni descolocar nada porque viajo a Madrid el viernes por la mañana y no me va a quedar tiempo para arreglar nada. Es que tengo 40 Km que correr, tú.

Tal que asín me pasé el domingo

5 comentarios:

  1. Para variar me he reido muchisimo. Claro que todo eso me queda un poco lejos ya sabes lo apañadito que soy yo en casa.

    Has hecho algo al Blog? No me deja poner acentos.

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  2. Pues no, conscientemente al menos. Por cierto, contento me tienen los aparatitos electrónicos. Ahora el iPod me las está haciendo de todos los colores, el cabrón de él.

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  3. Por alusiones. No somos tan caóticos, solo okupamos parcialmente la habitación de la pobre Laura y además,a ti ya se te ha olvidado la de trastos que conlleva un enano de año y medio. La enfermedad, medieval o no, la contrajo primero el niño en Arcachon (Francia)según el médico por meterse en la boca algo que no debía. Cosa que nunca le ha pasado en España a pesar de pasear el chupete por todas las superficies posibles. Queda dicho!
    Por lo demás yo si me quedo joum aloun me da por lo mismo, es decir hacer lo menos posible hasta que me urge demasiado y eso si, tiendo a estar en casa lo menos posible porque no me gusta estar sola.

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  4. Interesante reflexión, como siempre, sobre lo que sienten los Rodriguez aka Martínez! Yo cd me quedo de lo mismo, que de hecho sucederá mañana por 5 días, tiendo a desmadrarme un poco: limpio lo justo, me compro en el súper todo lo que no debo, y rige la ley del mínimo esfuerzo en general, aunque no os lo creáis! Digo esto xq en Mis actuales circunstancias normales, Es decir, con mi santo esposo en casa, soy la reencarnación del mismísimo
    Organizator-Rex. Esto también ocurría cuando mis circunstancias normales eran vivir sola cuando era soltera. Ha sido interesante hacer este auto análisis, ja!

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  5. Yo con lo del domingo sangriento no termino de estar de acuerdo. Creo que, desarrollando adecuadamente la técnica, se puede reducir a un "mañana viene la/el doña/don y como vea esto asín me cruje vivo"
    A mí se me da bastante bien...

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