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domingo, 27 de marzo de 2011

Comentario a la entrada anterior

Estoy intentando contestar a los comentarios de Paula y Salva pero parece que no está de Dios ni de Blogspot que se publique así que paso a dejarlo en forma de nueva entrada. Salud.

Miraré lo del PISA. Respecto de la universidad española debo decir que las referencias a la misma deben hacerse con alguna consideración temporal puesto que ha cambiado mucho con el paso de los años. Desde la universidad del "tardofranquismo" que conoció mi tía (ojo, mi tía sólo me saca ocho años) a lo de ahora hay un mundo. En la evolución de nuestra universidad se da un doble fenómeno, por un lado hay un aporte creciente de recursos y la universidad pasa de un estado menesteroso a uno de relativa opulencia; al mismo tiempo el profesorado se apoltrona, pierde la ilusión y el interés. Finalmente los alumnos se van apaletando y acaban por convertir un centro de saber, ciencia y cultura en un colegio para niños de veinte añitos, cada vez más niños. Mi universidad de Alcalá de Henares está ocupada por profesores funcionarios que no dan palo al agua (sálvese el que pueda, particularmente pueden los más mayores, los de mi edad definitivamente no), que llevan años sin publicar un mísero papel y maldito lo que les importa. A esos profesores los conocí yo hace veintitantos años cuando eran animosos doctorandos que pensaban comerse el mundo. Valga como ejemplo de nuestra miseria autóctona. Con semejante paisaje no es difícil entender que nuestras universidades no se encuentren entre las primeras 200 del mundo.

Por otra parte, si uno mira a los alumnos, el promedio no saben muy bien por qué están allí, ni tampoco para qué. Valoran que la universidad esté cerca de casa porque eso es lo que piensan hacer la mayoría, chupar de la teta hasta los treinta años, cuando tengan pagado el coche y la entrada del piso. Y lo peor es que los padres les jalean.

Bueno, me he enrollado un poco más pero vale ¿no?

Educación francesa

Ya he mencionado en alguna ocasión que son muchísimas las cosas que nos asemejan a los franceses, muchas más de las que uno se imagina, de hecho yo dudo de que existan dos países más próximos culturalmente que España y Francia; tenemos mucha influencia de ellos. Con eso y con todo hay alguna cosa que es muy diferente. Probablemente la más grande diferencia entre ellos y nosotros es el sentimiento que tenemos hacia lo propio unos y otros. Estamos bastante acostumbrados los españolitos a sentir vergüenza por lo nuestro y a dar por hecho que somos lo peor, venimos de lo peor y que lo nuestro es lo peor. En nuestros tiempos esto viene ocurriendo particularmente cuando miramos hacia el norte ¿y qué es lo primero que se ve cuando miras hacia el norte desde España? Por el contrario, los franceses están educados en la creencia y en la firme convicción de que Francia es la misma antesala del cielo, que nada hay mejor que lo francés y que ellos son los únicos del mundo que realmente saben hacer bien las cosas.

Toda esta historia la quería yo utilizar como introducción al tema que me resbala hoy por las neuronas: el sistema educativo. Nosotros nos pasamos la vida diciendo que la educación española es malísima, que nuestros estudiantes son unos zafios y que han llegado al punto en que no son capaces de establecer la correspondencia entre un canuto y una "O". Sería tontería negar que nuestros estudiantes van a peor, que cada vez están más faltos de interés y que su nivel, contemplado globalmente se va deteriorando. Solemos culpar de esto a nuestro sistema educativo que nos parece cada vez más anodino y menos exigente y algo de esto hay pero no deberíamos desdeñar tan alegremente lo nuestro visto lo visto y que trataré de relatar a continuación. Cuando uno viaja con niños una de las cosas a las que se presta especial atención es el cole. Nosotros hemos conocido la educación en España, obviamente, las Escuelas Europeas, la escuela americana y ahora estamos con la francesa.

Este es de los de la "o" y el canuto


Las escuelas europeas son una dádiva más de las que damos a los pobrecitos y esforzadísimos funcionarios europeos, una gente que cobra unos sueldos de ciencia-ficción, no paga impuestos y la mayoría no se sabe para qué sirven. Como las escuelas europeas son enormes y tienen unos presupuestos desmesurados, permiten que los hijos de los no funcionarios europeos acudan a las mismas por un módico precio que varía en función de que te lo pague una empresa, que creo que entonces son 30000 al año, o que te lo pagues tú mismo en cuyo caso la cosa se reduce a 3000 ó 4000. En la escuela europea hay de todo, todos los idiomas, piscina, servicio de guardería, poquísimos alumnos por profesor... Es buena, muy buena.

La escuela americana también es muy buena. En la escuela americana hay pocos alumnos por profesor, se enseña a los chicos a ser correctos, educados y honestos ("la verdad" es algo muy valorado entre los americanos) y les enseñan mecanografía y a presentar en público desde que son pequeñitos. La educación americana se centra en las matemáticas, las ciencias naturales y el inglés y poco a poco va incorporando las demás materias. Cada asignatura se desdobla en tres niveles, uno estándar, otro para los chicos que van justitos y otro para los que saben más y pueden llegar más lejos. Un chico puede estar en distintos niveles en distintas asignaturas. Además hay una integración absoluta de los minusválidos. Y todo esto sin pagar un duro. El problema de la escuela americana es que va por barrios y si vives en barrio de ingenieros blancos el colegio es jolibú pero si tu residencia se sitúa en barrio de operarios negros el colegio probablemente tendrá un arco detector de metales en la entrada para que los alumnos no entren armados.

La escuela francesa, que según los franceses es la mejor escuela que el hombre ha concebido tiene sus cosas buenas y sus cosas malas si bien estas últimas se les escapan a sus creadores. Por lo pronto la escuela pública francesa suele estar en huelga, no en balde la educación es uno de los sectores más conflictivos. Como la escuela pública es donde los franceses aprenden los valores republicanos y sus sagrados derechos a casi todo se ve que el hacer huelga sin cesar es parte de las prácticas. La privada es un poco más seria, allí sólo hacen huelga una parte de los profesores y no es habitual que se cierre por este motivo. Mis niños vana a una privada, fundamentalmente porque, a falta de colegios internacionales en Nantes, Blanche de Castille, que así se llama el centro, era lo más internacional que se nos ofrecía y a los chicos les metían en un grupo especial para extranjeros hasta que su nivel de francés les permitiese seguir bien las clases. En los colegios privados franceses es el estado el que paga a los profesores y los alumnos pagan una cuota, bastante reducida, para mantenimiento de las instalaciones. Esto hace que, pese a ser todos o la mayoría, pertenecientes a confesiones religiosas, tengan que aceptar el laicismo republicano y envainarse los rezos con los alumnos que no deseen atender a los mismos. Esta es una cosa buena a mi modo de ver.

Otra cosa buena es que se tratan mucho las humanidades. A los franceses los hacen gente culta desde pequeñines, les hacen habituarse a la historia y sobre toso a la filosofía y a la literatura. Supongo que eso explica la sorprendente abundancia de público en actos culturales que en España estarían desiertos. Ojo, el fútbol también les gusta pero una cosa no quita la otra. Sin embargo, esta prevalencia de las humanidades sobre las ciencias es también una cosa mala porque resulta que los estudiantes franceses son muy limitaditos en matemáticas, por ejemplo. Laura se partía de risa porque en clase de matemáticas les enseñaban a manejar la calculadora para calcular funciones algebraicas de las que ella hacía a manita, según le habían enseñado en la denostada escuela española. La risa se convirtió en fastidio cuando en el examen la pregunta versaba sobre el uso de la calculadora para calcular términos de la función en lugar de ser la propia función y su cálculo el objeto de examen, para que luego digan.

Blanche de Castille, el colegio de mis niños en Nantes


Otra área de patetismo en la educación francesa son los idiomas. Nada que ver con la educación belga que suelta alumnos al final del periodo obligatorio que hablan con fluidez tres idiomas (flamenco, francés e inglés). Ni siquiera el pobre nivel de España que cada día va incorporando escuelas bilingües y que hace un esfuerzo sincero por mejorar el conocimiento de idiomas de sus alumnos. Claro que teniendo en cuenta que los profesores de inglés y de español son franceses y que tanto unos como otros cometen bastantes errores al hablar no me sorprende. El director del colegio, con quien estuvimos hablando antes del comienzo del curso, era profesor de inglés y algún problemilla demostró tener durante la conversación. En fin, que yo creo que un poco menos de literatura y unos pocos más de números harían que la educación franchu fuese mejor pero es que la grandeur y las ganas interrrrrrminables de discutir por todo que tienen se alimentan de literatura y de filosofía y no de álgebra y trigonometría. Ellos son así.

Otra particularidad del sistema francés es que es el único que conozco que numera los cursos al revés es decir, cuanto más se avanza en el sistema, más bajo es el número del curso. Así, Laura está en segundo y Guillermo en sexto. Esta confusión nos hizo equivocarnos y casi envían a la chica dos cursos por debajo del que le correspondía, a cuarto. Cuando se aclaró el equívoco aún la querían meter en tercero, que es el último año antes del liceo (como nuestros institutos de bachillerato) porque consideraban que la gran dificultad y el alto nivel de exigencia del liceo serían demasiado trauma para ella. Ya digo que se miran mucho el ombligo. También estuvimos tanteando que fuese a un liceo público pero para eso había que solicitarlo al departamento de educación el cual le haría un examen a la alumna y al cabo de unos días decidiría, todo eso con el curso ya empezado. Lógicamente se quedó en el colegio privado.

Sea como fuere, la escuela francesa no le ha supuesto ningún problema a Laura a pesar del francés porque iba adelantada por supuesto en idiomas pero también en matemáticas y el resto tampoco era de un exigente como para preocupar. Al otro sí que le cuesta más pero no tanto por la dificultad de las materias como por su notable afición a lo lúdico. Esto me hace pensar que la educación española no es tan mala como nos dice el célebre informe PISA todos los años y como tampoco voy  a poner en entredicho el informe en cuestión, me imagino que nuestro problema educativo es de reparto o desequilibrio, que los centros buenos y los alumnos buenos son muy buenos y que los malos lo son también en gran medida lo que hace que la media sea, valga la redundancia, mediocre.

sábado, 19 de marzo de 2011

El tema de moda

Hoy tengo un plan razonablemente bueno: Aprovechando que no llueve me voy con P y E, su amiga querida de la primera juventud que nos visita estos días, a comer mejillones a Noirmoutier. Decirlo así es un ejercicio de honestidad porque si cuento que hoy hace un día de puta madre y que me voy a la playa a ponerme ciego de marisco con un par de pivones viene a ser lo mismo pero el efecto  sobre el auditorio y su subconsciente es bien diferente. Valga esta pincelada ilustrativa del uso perverso de la comunicación como nota introductoria a una breve digresión sobre el tema de moda: las centrales nucleares y su producto. A estas alturas he llegado a la conclusión de que me gusta más escribir de asuntos costumbristas que de política pero lo voy a hacer por una petición expresa de J, que es un cerdo fascistoide pero es mi cerdo y no me le puedo negar nada. Además seguro que el joven y esforzado S también tiene algo que opinar en público, que yo sé que esas cosas le ponen. Vamos a ello.

Desde hace varios días asistimos al último despliegue de horrores que nos ha regalado la madre tierra, un bonito terremoto de grado 9, medio grado arriba, medio grado abajo, ocurrido en uno de los lugares donde ocurren estas cosas habitualmente, Japón. La faena ha sido rematada con elegancia y efectividad por un hermoso maremoto que aparte de subir algún barco a alguna azotea y montar lo que un francés llamaría une grande melange, se ha cargado a unos pocos de miles de personas que vivían por allí y ha resquebrajado unas cuantas centrales nucleares de las muchas, 50 creo, que tienen en aquella tierra. Estos japos, viviendo en una de las zonas de mayor actividad sísmica del planeta y venga a montar centrales nucleares, ¿por qué hacen eso? Sin entrar en esa teoría mía según la cual los japos están tan grillados que llevan dentro un gen de autodestrucción que les hace incapaces de ponderar un peligro cuando lo enfrentan, parece evidente que en un país sin petroleo y con un desarrollo superior al de casi cualquier otro del mundo no hay más remedio que utilizar la electricidad. En un sitio con tanta electrónica, tanta luz y tanto tren bala me imagino que el consumo es elevado. Para colmo de males y según lo que me contaron porque nunca he estado allí, el clima japonés incluye un calor sofocante y húmedo en verano y un frío negro y húmedo en invierno que se combate con calor de origen eléctrico y con aire acondicionado que también consume lo suyo. Con la tecnología disponible es muy probable que los japos sólo puedan satisfacer la demanda de electricidad a golpe de centrales nucleares, unas centrales que instalan donde pueden y donde pueden es en zonas de riesgo sísmico porque en Japón no las hay de otro tipo. Dicho esto debo añadir que me maravilla de que un terremoto cuyo efecto describe la escala de Richter como devastador en varios miles de kilómetros se haya limitado a agrietar las centrales en lugar de reducirlas a escombros.

La situación de los japos, en lo que se refiere a la demanda energética, se repite en todas nuestras opulentas sociedades occidentales, esas en las que son habituales cosas tales como tirar comida a la basura o controlar la temperatura del aire en nuestras casas. Efectivamente, mantener nuestro estatus requiere cantidades de energía formidables, una energía que de alguna forma hay que obtener. Las centrales nucleares son un sistema y según están las cosas, pienso que no es peor que otros. Sobre las centrales se han dicho y hecho infinidad de estupideces, tantas como se siguen diciendo y haciendo.

Se dice que las centrales no son seguras sin embargo los hechos demuestran lo contrario. La seguridad de las centrales nucleares es impresionante. El propio incidente de Japón lo demuestra. Que me digan que plataforma de extracción de petroleo, que embalse o qué mina de carbón aguanta una décima parte de lo que han aguantado las centrales de  Fukushima. Lo que ocurre con los accidentes de las nucleares es que son muy aparatosos, es como cuando se cae un avión, que se monta un escándalo y sin embargo muere menos gente que en accidentes de automóvil.

Se habla de los residuos nucleares. Efectivamente las centrales nucleares generan unos residuos peligrosos que tardan muchos años en desactivarse. Sin embargo son residuos de volumen reducido y existen procedimientos y sistemas para almacenarlos y tratarlos. ¿Qué pasa con los residuos generados por la combustión de hidrocarburos? Esos nos los tragamos todos, todos los días. Hace poco, a cuenta de la contaminación en Madrid se ha estado hablando de los miles de personas que mueren por esta causa. Si sumamos a los de Madrid los del resto del mundo y añadimos los mineros que quedan atrapados en las minas, ¿qué energía mata más?

Y ahora pasemos al capítulo ecologistas cretinos y políticos oportunistas.

Los ecologistas son unos individuos que viven fuera de la realidad. Hablan de energías renovables  y de eliminar la ganadería intensiva y no se dan cuenta de que mantener a la humanidad en esas circunstancias significaría que en España, por ejemplo, tuviésemos un estilo de vida comparable al de Burkina Fasso, un poner. Es decir, que viviríamos 40 años, se nos morirían la mitad de los hijos y la carne de vaca sólo la comerían los Botín y de vez en cuando; eso sí, la armonía con la naturaleza estaría garantizada. La mayoría de la gente no sabe que las palas de los famosos molinos eléctricos necesitan un proceso de barnizado que genera unas cantidades de vertidos tóxicos bastante notables, como tampoco se para nadie a pensar que no hay electricidad suficiente para reemplazar los coches normales por eléctricos: hacer andar tanto coche eléctrico contamina tanto como tenerlos de gasolina solo que la contaminación se desplaza a otro lugar, aquel en el que se genera la energía eléctrica que los mueve. La única forma válida de no contaminar es no consumir. Vivir en un radio de cinco kilómetros, no tener coche, ni poner la calefacción, ni el aire acondicionado. No comer mucha carne ni mucho pescado y practicar la medicina natural, no te digo lo que cuesta y contamina producir una droga para tratar el cáncer. Lo ecológico es pasar frío y hambre y tener una vida miserable y breve.

Los ecologistas son naif pero los políticos son una panda de obtusos. Vamos por partes:

Nuestro gobierno se plantó con el buen rollito ecologista a fomentar las renovables y cerrar centrales nucleares. De hecho se decidió cerrar algunas a pesar de que funcionaban perfectamente y estaban amortizadas porque los españoles, que somos muy ecológicos y no queremos energía nuclear, consumimos la que fabrican los franceses a espuertas sin el más mínimo remordimiento. Yo a eso lo llamo hipocresía pero bueno, debe ser que como me he vuelto un facha... Ahora sí, a la vista de las orejas, qué coño y de los colmillos también, ante la contemplación terrorífica de las orejas y los colmillos de la crisis, el gobierno de ZP dio marcha atrás y se pensó dos veces el tema de las centrales cerradas, las que un día se acostaron inseguras y a la mañana siguiente se levantaron seguras. Las centrales en cuestión han retornado a la inseguridad a raíz de los hechos de Fukushima. Lo cierto es que hay un dictamen técnico que asegura que las centrales son seguras, que están en buen estado y que se pueden mantener diez años más en funcionamiento pero habiendo votos de por medio a quién le importa lo que digan los ingenieros.

Los señorinos de la oposición se pasaron años manteniendo una clara posición en favor de la energía nuclear. Es patético ver a su vocero, el repulsivo González Pons, justificar ahora el miedo y la prevención ante el coco nuclear. A ver si con el cachondeo de los neutrinos vamos a perder las elecciones Mariano.

Angela Merkel ha cambiado de opinión varias veces sobre este tema en la última semana. Primero iba a prolongar la vida de sus centrales no sé cuantos años que a los pocos días se esfumaron. Al igual que en nuestro país la seguridad de las centrales alemanas cambiaba de un día para otro.

No sabemos cual es el coste real, en euros, de las frivolidades de nuestros políticos. Es ciertamente lamentable que antepongan sus intereses electorales al bien común y a la seguridad de todos. Como diría Reverte, son unos mierdas.

Podría ilustrar la entrada de hoy con alguna foto de políticos, o de centrales nucleares o cosas así pero he encontrado mucho más oportuno y gratificante poner lo que he tenido hoy, pivones y marisco. Bone soirée.

P, E y unos mejillones o un par de pivones y un marisco, según se mire

domingo, 13 de marzo de 2011

Amigos en casa

Ayer me desperté a las ocho y media de la mañana y no conseguí volverme a dormir y eso que la noche anterior me había ido a la cama a las tres, de ahí que estuviese yo bastante espeso por la noche, a la hora de darle al blog. El día transcurrió bastante ocupado porque a la hora de la cena (?), las cinco de la tarde, esperábamos la visita de Stephen Brown y su señora Christine y había que comprar, limpiar y cocinar. Steve es mi jefe, uno de los tipos que mejor me han tratado profesionalmente hablando y sin duda el mejor jefe que he tenido nunca. No sé si decir que es un amigo pero bien podría. Además hemos desarrollado un cierto sentimiento de comunidad porque somos dos extranjeros rodeados de franceses por todas partes. Steve es un tipo correcto, culto, excelente ingeniero y buen conocedor de la historia y la cultura de su país, del país en el que vive, y de unos cuantos más incluido el nuestro del cual es asiduo visitante. El único pero que se le puede poner a Steve, también a Christine, es que es inglés y eso condiciona muchas cosas de las que paso a contar algunas pero especialmente la comida.

La primera rareza que le vi con respecto al tema comidas fue en Barcelona. Estábamos allí por razón de un congreso al que yo fui de oyente y él de ponente junto con otro individuo más de la empresa. Una de las noches del congreso salimos los tres a cenar y yo, que de alguna forma ejercía de anfitrión e intérprete, me los llevé a cenar a "El merendero de la Mari", que es uno de mis restaurantes favoritos. Allí, sabiendo que Steve era persona viajada por España, le recomendé que probase el arroz negro por ser un plato poco común y muy bueno. Él me respondió que no, que era una cuestión de principios el no comer "cosas negras".

Steve en su despacho


Para la cena de ayer Steve me había advertido con muchas disculpas que ellos no comían marisco. Le embromé un poco y finalmente concluimos que no comían cosas con ojos y patas, lo cual resulta un tanto limitante a la hora de hacer comidas especiales, uno tiende a pensar en paellas, almejas y cosas así cuando trae guiris a casa. Como queríamos montar el numerito del typical Spanish configuramos una cena a base de una ensalada templada con queso de cabra y un "tapas show" consistente en tortilla de patatas, jamón ibérico que nos trajimos de Madrid, pescado en adobo frito y unas pelotitas que hacemos últimamente que son trozos de morcilla envueltos en hojaldre y que en casa nos gustan mucho. El éxito de la cena fue relativo nada más, las pelotitas no las probaron, supongo que porque eran negras por dentro, al jamón le quitaba Christine el tocino valiéndose de cuchillo y tenedor ignorante del sacrilegio que es para nosotros hacer tal cosa y el pescado, la tortilla y la ensalada tuvieron buena acogida. Es lo que tienen las diferencias culturales y la moraleja es que hay que tener mucho cuidado con los ingleses y la comida. Claro, en un país en el que los tipismos culinarios se centran en el jengibre y el pastel de riñones qué te puedes esperar. Conste que son encantadores y que mi aprecio por Steve continúa intacto después de la cena pero ya sé una cosa que no debo hacer con él: comer.

Nada que ver con la cena que tuvimos hace unas semanas y en la que participaron Lou y Judith, americanos ellos, y Silvia y Eduardo, cuya procedencia no es necesario declarar porque resulta obvia. En esa seguimos un plan parecido aunque no fue exactamente lo mismo. Ese día hicimos unos entrantes varios que incluían una butifarra muy rica que trajo Silvia de su tierra, un viaje del jamón de Teruel que vive en casa, las super-tortillas de Pilar y a continuación un arroz con un bogavante canadiense que había pescado esa misma mañana en el Leclrec. Ese día nos lo comimos todo, nos lo bebimos todo, hasta el agua de los floreros y nos reímos una barbaridad. Laura y Guillermo participaron activamente en la cena. Estaban encantados con los invitados, más jóvenes e infinitamente más cercanos que los ingleses. Es muy curiosa la diferencia cultural. Guillermo se enrolló muchísimo con los dos hombres que compartían con él gran interés y conocimiento respecto a la La Guerra de  las Galaxias y Laura se estuvo riendo bastante con las aventuras de infancia de Lou. A diferencia de los ingleses y sus problemas con el color y la forma de lo que se comen, Lou quedó fascinado con la pata del jamón, nos confesó que las había visto en las tiendas pero nunca una en una casa y nos pidió permiso para cortar un poco, y allí estuvo el Lou, cortando jamón. Quedamos todos muy contentos y nos hemos prometido repetir el asunto cualquier día.

Así que aquí estamos, volviendo a la juventud, a una época en la que todos estrenábamos casa y nos dedicábamos a invitarnos unos a otros. El hecho de no tener lavavajillas contribuye a retrotraernos a esas épocas.

Donde dije digo...

El 16 de febrero hacía yo una reflexión sobre política que a mí me gusta hacer de vez en cuando. En este caso trataba el asunto sobre la Comunidad de Madrid, la mía, aunque técnicamente siga siendo navarro, voto, impuestos, esas cosas. En mi pensamiento llegaba a la conclusión de que en las inminentes elecciones locales y visto el historial de los candidatos, lo que yo haría es votar a Aguirre para la comunidad y meter un sobre vacío en la urna municipal ya que ninguno de los candidatos parece valer tanto como el traje que usa. Mi conformidad con la actual presidenta procedía de las cifras en las cuentas de resultados de la comunidad que se encuentran entre las mejores de España toda. Ya trajo S la nota de que el paro no siguió el descenso generalizado en algún momento y el tema de la privatización del canal, está bien defendido pero el caso es que a fecha de hoy, Madrid lo peta. Compara con Cataluña que es lo más comparable. En cuanto a la relación de Aguirre con la estación del AVE de Guadalajara hay algunos elementos curiosos, a saber, apenas paran trenes allí y no sube ni baja ni Dios, un negocio cojonudo sí señor, comparable al aeropuerto de Ciudad Real que creo que tiene un vuelo a la semana. Pero lo más notorio de todo es que ni Esperanza Aguirre ni su familia tienen terrenos en la zona, nadie ha sido capaz de demostrarlo y por contra yo sí que le he escuchado a ella llamar a la cadena SER para desmentirlo sin que nadie pudiese darle réplica.

En fin, al margen de estas cosas, en los últimos días ha habido un par de episodios en los que he llegado a la conclusión de que el equipo directivo de la CAM incluye un número no desdeñable de imbéciles absolutos y que en el ayuntamiento del PP no sólo se hace una gestión patética sino que da albergue a alguna que otra mala persona.

El primer episodio ha sido el caso del gilipollas que niega la existencia del metrobús y la colección de retrasados que le aplauden. Resulta que el estulto en cuestión es nada menos que consejero de transportes de la comunidad, José Ignacio Echeverría. Y digo yo que si el tipo que es responsable del metro y demás transportes no sabe lo que es un metrobús, ¿qué coño de gestión hace ese tío? No estoy al corriente de lo que han dicho en las tertulias radiofónicas de derechas pero seguro que no han lanzado ningún exabrupto de los que sueltan cuando algún o alguna inepto o inepta socialisto o socialista deja caer alguna sandez de esas a las que nos tienen acostumbrados. Seguro que J nos puede ilustrar, que se las traga todas. ¿Qué ha dicho Fedeguico de la cretinez de Echeverría? ¿Ha negado la existencia del metrobús para que su Espe tenga razón? Por cierto, los borregos que aplaudían eran los ocupantes de los escaños populares presidenta de la comunidad incluida.


Parece un billete de metro pero en realidad es un espejismo, es virtual.

La segunda demostración de felonía ha sido la protagonizada por Manuel Cobo, que parecía un buen chico, pobrecito, perseguido por Espe y que ha resultado ser un hijo de la gran puta, y que me perdonen las pobres que no tienen ninguna culpa, que fue capaz de comparar un monumento a los heridos y muertos en el atentado del 11 M con un monumento a las putas de Montera (que probablemente también lo merezcan, seguro que más que muchos que lo tienen).

En fin que con semejante plantel de aspirantes, creo que si votase en Madrid metería en los sobres sendas papeletas con la leyenda "Viva la República" y a hacer puñetas.

Otro día cuento algo divertido que hoy estoy muy espeso.

martes, 8 de marzo de 2011

110

Desde hace unos días se viene escuchando bastante ruido en torno a la medida del gobierno de reducir el límite máximo de velocidad de 120 a 110 Km por hora. Todo el mundo está opinando y no quería yo ser menos.

Dicen los enterados que hay un ahorro asociado a la reducción del límite de velocidad. La cuenta parece sencilla, tal consumo medio a 120 Km/h, tanto menos a 110, tantos litros de combustibles en general, tanto petroleo menos que se consume, cojonudo, vamos a ello. Pero uno lleva ya unos años haciendo de ingeniero y sabe que de lo que se calcula en la teoría a lo que ocurre en la práctica suele haber camino. Tengo para mi que los cerebros pensantes se han saltado la realidad de la conducción en ese nuestro país, donde el límite de velocidad es o era 120 Km/h pero en el que todo el mundo sabe que a menos de 134 no hay multa y en el que el respeto a los límites es directamente proporcional a la presencia de guardias civiles y de indicativos de radar. Sinceramente creo que superado el shock de los primeros días y agotado el límite de turnos que puede soportar la Guardia Civil, el ahorro y la reducción de velocidad se disiparán como tantas otras cosas.

Dicho esto, la aparición de Cospedal y demás fauna identificando la reducción del límite de velocidad con un ataque a la libertad personal me parece una payasada, un esperpento y una gilipollez, muestra del tiempo que nos espera, en el cual el cinismo y la impostura continuarán siendo moneda corriente tal como ocurre en la actualidad con los miembros y miembras, ciudadanos y ciudadanas. Lo que nos merecemos por otra parte.

Siguiendo con el tema de los coches, creo que en las últimas semanas los españoles hemos demostrado lo que llevamos dentro. Voy con más detalle. Durante días, muchos días, el habitual anticiclón que modula el clima de la ciudad de Madrid ha estado ejerciendo. Como es un fenómeno que he visto muchas veces lo tengo muy controlado. Desde la ventana de la cocina de mi casa se ve la Sierra de Guadarrama el primer día de sol después de una lluvia. Las montañas se difuminan progresivamente y al cabo de tres o cuatro días han desaparecido. Entre el cuarto y el sexto día de buen tiempo las cuatro supertorres del norte de la Castellana pueden llegar también a desaparecer. En el recorrido desde mi barrio periférico hacia el centro de la ciudad se aprecia una buena perspectiva de la misma. Sobre los edificios de Madrid se levanta una capa gaseosa de color gris oscuro con retazos amarillos producto fundamentalmente de los tubos de escape que los automóviles liberan en el pertinaz atasco. Más allá del espectáculo lamentable que dio Ana Botella, concejal responsable del asunto que tuvo los cojones de decir que habiendo tanto paro no hay que preocuparse de la contaminación, a mí me llama la atención que los madrileños, viendo su ciudad envuelta en auténtica mierda, respirando mierda y metiendo mierda en sus pulmones y en los de sus hijos, todo lo que saben hacer es quejarse mucho de la situación y exigir al gobierno, cualquiera, el municipal, el autonómico o el nacional, que se lo arregle. Pero ni Dios deja su puto coche en casa y se va en transporte público o compartiendo vehículo privado con un compañero. Y es que esa es la lamentable actitud de los españoles, la queja, el no hacer nada, el no querer pringarse, el plantearse la reacción de los otros en lugar de limitarse a considerar si algo es justo o no...

Que rico el airecito de Madrid


Antes de irme tengo una receta para el tema de la contaminación y de la factura petrolera, la dejo aquí para que, si alguien tiene contactos en el gobierno, se la transmita: Para que la gente deje el coche en casa hay que poner la gasolina a cuatro euros el litro y para no fundir con la medida a todos los que viven de transportar mercancías o personas se les facilita una identificación personal e intransferible tipo DNI y se les cobra al precio normal o incluso a algo menos. Hay infraestructura de sobra para eso. El dinero que se saque con la medida se destina a reforzar y ampliar el transporte público.

Y a ver si esta vez hay comentarios, leche.

domingo, 6 de marzo de 2011

Fin de semana

Este fin de semana me había propuesto dedicar el sábado a hacer un reportaje turístico de los sábados de esta mi ciudad prestada, haber ido a mercadillos y mercados, a tomar cervezas en las terrazas, a visitar monumentos, etcétera y hacer un puñado de fotos para luego ponerlo en el blog y que así lo vean amigos y familiares, allegados todos en general. El motivo principal es que teníamos anunciado un buen tiempo pertinaz, en claro contraste con las simpáticas nevadas que cortan las carreteras de Madrid. Por cierto que tengo una fuerte opinión formada sobre ese particular pero hoy no toca, hoy es el día de hablar del fin de semana. La segunda parte del plan, la del domingo, consistía en ir a dar una vuelta por los alineamientos de menhires de Carnac y por Quiberón (que en francés se escribe sin acento).

Digamos que el plan se me ha quedado en la mitad, hoy domingo he estado en Carnac y Quiberon pero ayer lo del paseo se quedó verdaderamente menguado. La cosa empezó mal el viernes por la noche. Nos metimos una sobredosis de televisión que pasó por un programa buenísimo de TVE sobre el envejecimiento en el que los ratones de María Blasco, una científica española de mucho mérito e infinitamente más mediática que J, interpretaban un papel principal. Lo seguimos con el capítulo de la semana de "Cuéntame cómo pasó" y lo rematamos con alguna serie pillada en la internet, total que cuando nos quisimos ir a la cama eran casi las cuatro. Ante semejante panorama no hubo quien madrugase. Yo concretamente me levanté  a las once y veinte de la madrugada y cuando conseguí espabilarme, lo cual me costó como una hora, me fui a correr. De vuelta de la actividad deportiva hice la comida y me dormité "La bataille d'Anglaterre", una película en la que los ingleses muestran a los franceses como se pelea en las guerras y que ellos ponen con el rollo ese que se han inventado de que también ellos ganaron a los alemanes. Y mis cojones treinta y tres, que decían en Vaya Semanita. Bueno, al turrón que me disipo y me salen unas entradas larguísimas que no me las va a querer publicar ningún editor. El caso es que entre unas cosas y otras el paseo empezó a las seis y para cuando llegamos al centro ya no había ni mercados, ni bullicio ni Cristo que lo fundó. Nos dimos una vuelta por el centro y acabamos cenando en Planet sushi, una especie de restaurante japo, supermoderrrrno, muy del gusto del niño. Después tuvimos una experiencia alucinante con el servicio de autobús de Nantes. Resulta que los autobuses normales de Nantes terminan el servicio a las nueve de la ¿noche? Desde la Plaza del Comercio, que es el centro de la ciudad, a nuestra casa, el autobús es el 54 durante el día y el F durante la noche. Los autobuses en Nantes son increíblemente puntuales, a lo cual contribuye sin duda que, pese a ser una panda de atorrantes y unos conductores realmente horribles, los nanteses respetan el carril bus como si les fuera la vida en ello. Tienen en las paradas una tablilla en la que se indica el horario y oye, llegan como un clavo, son alucinantes. A las 21 horas 15 minutos exactamente apareció el F y allí nos subimos. El aspecto del personal que ocupaba el vehículo era un poco patibulario, la verdad, y por allí aparecieron unos inspectores que le daban a todo un aire un poco surreal. Yo no sé que nivel de delincuencia habrá en Nantes pero es el tipo de sitio en el que te puedes dejar un bolso a la vista en el coche y no pasa nada. El autobús emprendió la marcha y aquello era como viajar en coctelera, qué velocidad llevaba el tipo, una cosa increíble. En siete minutos estábamos en casa.

Hoy no ha sido igual, hoy les he hecho madrugar. A las diez de la madrugada que los he levantado. Nos hemos metido en el coche y nos hemos ido hasta Carnac. En Carnac hay un montón de menhires puestos en fila india y es una cosa que impresiona. Entre otras cosas porque los plantaron allí entre 6000 y 2000 años antes de Cristo. Los menhires en sí mismos resultan un poco frustrantes porque no se parecen nada a los que salen en las historias de Asterix. Se trata de unos pedrolos bastante irregulares, en general más gruesos por un extremo que por el otro y de tamaños muy diversos, que los tipos aquellos se dedicaron a clavar en el suelo por el extremo más delgado. Nadie sabe por qué con lo cual asumimos que se trata de un tema religioso porque los piedros en cuestión no sé de donde los sacarían pero ya te digo que del vecindario no era, es decir, que los tenían que arrancar de la roca madre en algún lugar distante, llevarlos allí arrastras y ponerlos de pie sin grúa, que todavía no se habían inventado; normalmente ese tipo de gilipollez estéril la hacemos los seres humanos para agradar a esos seres invisibles que por lo visto nos organizan la vida y que conocen el por qué de lo que nos pasa, a los que llamamos dioses (o Dios si sólo hay uno). La hipótesis se ve reforzada por el hecho de que los hay desde muy gordos, que deben pesar varias toneladas, hasta unos de tamaño paupérrimo y sólo 60 Kg, y esto me sugiere a algo relacionado con las posibilidades de la familia, que hace ofrendas tanto más voluminosas y lujosas cuanto mayor es su fortuna (más cuartos tienes, más gracias le tienes que dar a Dios).






Mucho más hermosos los menhires de Obelix, no hay color
Tras el paseo entre menhires nos hemos bajado a la simpática villa de Quiberon, una isla que queda convertida en península porque se mantiene unida al continente por un estrecho istmo. En Quiberon hay playa, restaurantes y conservas pesqueras porque su puerto disfrutó el "honor" de ser el puerto sardinero más grande de Francia. Hoy estábamos a nueve grados y no era cosa de bañarse pero siempre es agradable pasearse por la playa ¿no?


Así de hermoso estaba hoy el mar en Quiberón. La placa es en memoria de los marineros desaparecidos mientras pescaban sardinas

miércoles, 2 de marzo de 2011

Chez Eric

Me estoy quedando calvo, la genética es así de puta. Durante un tiempo hice como que no, que no pasaba nada pero desde hace dos o tres años, cada vez que paso por un ascensor de esos que tienen espejos enfrentados, veo como una creciente tonsura se va adueñando de mi cabeza. Dice mi cuñado, que va sobrado de experiencia en este tema, que tengo suerte porque me viene "de atrás hacia adelante" y yo me digo para mi que eso es como aquello de la suerte del enano que fue a cagar y se cagó en la mano. No debería pillarme desprevenido dado que mi tío-abuelo es calvo, calvísimo, como Rubalcaba más o menos, y que mi abuelo no venía teniendo lo que se dice "un melenón", de hecho tenía el pelito justo. Mi padre no, el jodío tiene pelo pero a mi me ha tocado. No quiero hacer un drama de ello, ni cometer excentricidades ni excesos cosméticos pero reconozco que el tema me jode un rato y que a veces me iría al sitio por donde ha pasado José Bono a que me hagan un trabajo similar. Esto viene a cuento de que quería hablar hoy de los negocios más populares aquí en Nantes. Son tres, las panaderías, las peluquerías y los laboratorios de análisis clínicos. Después están las farmacias pero yo creo que hay menos que en Pamplona.

Las panaderías o boulangeries, que decimos los franceses son prácticamente una seña de identidad nacional y estoy convencido de que forman parte de la grandeur. Todas sin excepción fabrican una gama de panes de lo más variopinto, todos buenísimos y tienen un surtido de bollería que parece ser un estándar popular y que está constituido por los famosísimos croisant, el pain au chocolat, que es una napolitana con chocolate y el pain aux racines, que es lo que nosotros llamamos caracola. Esto mismo lo hay en España pero así como en nuestra tierra en unos sitios son mejores y en otros peores, en Nantes la bollería es deliciosa en cualquier panadería a la que uno vaya.

El petit dejuner está muy rico pero engorda que te puede dar algo

El otro negocio de referencia son las peluquerías. Es acojonante, no había visto tanta peluquería junta en mi vida. En 200 metros calle arriba y calle abajo de donde vivo debe haber como cuatro y no es que viva yo en el barrio de las peluquerías, el modelo se repite por toda la ciudad. Uno puede pensar que con tanta competencia los precios serán bajos pero eso sería no entender el sentido francés de la vida. Salvo ofertas temporales y puntuales, en todas las peluquerías se paga más o menos igual, aquí no vale amenazar con que te vas a la otra que está a 35 metros y medio porque da igual y el peluquero lo sabe. Yo creo que luego hay peluquerías de más glamour que cobran más que las otras. En mi caso particular me he hecho cliente de Eric Coiffeur, un local atendido por el propio Eric y dos mujeres, una de las cuales estimo debe ser su señora. La peluquería se ubica en un local limpio y luminoso frente al Parc du Prozec y está dividida en dos áreas bien diferenciadas, una para mujeres y otra para hombres. Será la costumbre en el país porque los peluqueros no parecen ser moros, ni ellos ni la clientela. La primera vez entré, acompañado por Guillermo, así como por casualidad, por probar. Total para hacerse un corte como el de Guardiola siempre está uno a tiempo. Eric es un tipo de apariencia un tanto extraña y edad poco definida aunque yo diría que ya cumplió los cincuenta. Lleva bigote y un pelo largo y muy trabajado que se adivina más bien escaso. El trato fue muy agradable, Eric se hizo cargo de nuestra condición de extranjeros y facilitó la comprensión por encima de las barreras del idioma. Al final nos dio unos catálogos en los que, con escaso convencimiento, señalamos el modelo de peinado que nos pareció más atractivo. Eric se puso manos a la obra. Fue un trabajo larguísimo y extremadamente minucioso, parecía que nunca iba a terminar. Ahora corto aquí, ahora allá, que si la cuchilla, que si la máquina. Finalmente el peluquero mostró su obra que así de primeras no pintaba nada mal. Pero no fue hasta llegar a casa que me di cuenta de las habilidades de mi peluquero: ¡Eric había hecho desaparecer mi calva, no estaba, no se veía! Era fascinante, había recolocado mi pelo de manera que ya no se notaba la ausencia del mismo. Este mágico efecto se prolongó durante varias semanas al cabo de las cuales mi pelo había vuelto a crecer y exhibía nuevamente sus carencias. Es fácil comprender que me he enganchado a chez Eric y que ya no pienso cambiarme de peluquería hasta que lo mio ya no tenga remedio o me haga un apaño como el de Bono. Cada vez que voy le felicito efusivamente y le digo que es un artista, yo creo que un día de estos debería besarle las manos y regalarle una botella de calvados. Por su parte Guillermo quedó también encantado con aquel tipo raro pero amable, que le había hecho el mismito corte de pelo que lleva Justin Bieber, que es lo que llevan todos los jovencitos franceses y lo que a él le gusta, aunque nunca lo reconocerá.

Justin con el mismo corte de pelo que Guillermo


El tercer negocio en orden de intensidad son los laboratorios de análisis clínicos. Los hay a puñados, ningún barrio sin su laboratorio de análisis clínicos. Yo todavía no me he hecho ninguno pero casi me entran ganas por ver cual es el atractivo de estos locales tan populares. Ya contaré si es el caso.